Plumeros viajeros: de la costa a la montaña gracias a las canteras
El plumero de la pampa ha encontrado un aliado en las canteras. O, mejor dicho, en los vehículos que se utilizan para transportar la arena que se produce en ellas.
Resulta que Ecologistas en Acción ha detectado plumeros de la pampa en lugares fuera de lo habitual. Ahora están alejados de la costa, donde empezaron a aparecen, y en cotas que superan ya los 900 metros de altitud.
La geografía del plumero se ha ampliado a localidades como Luena, Val de Asón, Alto Miera, Alto Pas, Cieza, Valle de Soba o Cabuérniga.
Resulta también que los lugares en los que se han encontrado están relacionados con la actividad de obras: los márgenes de caminos restaurados, muros de contención construidos recientemente o lugares donde se depositan obras públicas.
Resulta que la arena de las canteras es uno de los materiales que más les gusta a los plumeros. Allí se acomodan de forma más fácil sus semillas, con un potencial reproductor al que nada tendrían que envidiar los Gremlins: 300.000 semillas por planta.
Ecologistas en Acción tira de lógica y concluye que el traslado de la arena de las canteras a determinadas obras es el responsable de estos nuevos focos de una especie particularmente agresiva con el entorno. Uno diría que son las réplicas del terremoto de la construcción, que parece seguir dañando el paisaje pese al descenso en la actividad.
De modo que Ecologistas en Acción ha reclamado un plan de choque, «urgente», ante lo que ya tachan de «plaga». Y se lo pide a las consejerías de Medio Ambiente y de Obras Públicas, a las que recomienda además actuaciones conjuntas.
Con todo, este colectivo ecologista pone un matiz: los plumeros no pueden combatir con productos químicos, como el glisofato. Resulta, dicen, que es peor el remedio que la enfermedad porque tiene consecuencias negativas para el medio.