El juicio por el vertido del Prestige se salda sin condenas ni indemnizaciones
La Audiencia Provincial de La Coruña ha absuelto a todos los acusados del juicio por el vertido del petrolero Prestige, hace once años frente a la costa de la muerte, que desencadenó una marea negra que tiñó de negro buena parte del mar Cantábrico y también una ola de solidaridad, canalizada a través del movimiento ‘Nunca Mais’ y del voluntariado para limpiar las playas manchadas de aquella palabra que aprendimos entonces, el chapapote.
Los acusados eran el capitán del ‘Prestige’, Apostolos Mangouras, al jefe de máquinas del buque y al exdirector general de la Marina Mercante José Luis López Sors en los Gobiernos de José María Aznar, por los delitos contra el medioambiente por los que fueron acusados, en un juicio en el que finalmente no se formularon cargos contra ningún responsable político de más nivel, pese a la petición de responsabilidades que se quiso apuntar al entonces ministro de Fomento, Francisco Alvárez Cascos.
Fue uno de los mayores desastres ambientales que ha sufrido España y lo vivimos prácticamente en directo, desde la ruptura del buque hasta la llegada del fuel a toda la costa, desde Galicia hasta Francia, pasando por Cantabria. En total, el Prestige vertió al mar unas 63.000 toneladas de fuel generando una marea negra que afectó a la costa gallega y a las de Asturias, Cantabria y Francia.
Al principio del juicio las peticiones de indemnizaciones eran de más de 4.120 millones de euros.
En la sentencia, la Audiencia considera que pese a que la decisión de mantener el buque en la costa fue «arriesgada», no fue una decisión «imprudente» que deba ser castigada. Sí hay una condena por desobediencia al capitán, al no acatar la orden de las autoridades marítimas de no continuar remolcando el petrolero. En cuanto a que no se llevara el barco a un puerto, se entiende que fue otra medida correcta, remitiéndose para ello a opiniones de expertos.
Ha sido un macrojuicio en toda regla, con 70 letrados , 140 testigos y 55 acusaciones particulares, todas ellas con la mirada puesta, sobre todo, en el principal acusado: el capitán del petrolero, el griego Apostolus Manguras.
CUANDO EL CHAPAPOTE LLEGÓ A CANTABRIA
Fue una tragedia medioambiental que afectó a Cantabria, cuando al principio nadie pensaba que fuera a ser así.
Expertos y Gobierno decían que no sería así, que para ello era necesario una combinación de vientos y mareas que sería muy mala suerte, pero que finalmente se produjo, poco a poco, en pequeñas manchas («galletas») en Noja o Somo, hasta que empezaron a llegar de forma masiva durante el Puente de la Constitución de 2002 (coincidiendo por cierto, con el atentado de ETA en el aparcamiento de Correos).
A partir de ahí, se sucedieron las labores de limpieza de playas en voluntarios, muy difíciles en zonas de difícil acceso, como por ejemplo en la playa Monte, y en general, en las calas de difícil acceso. donde las labores debían ser manuales.
Luego se sumaron los pescadores, para ‘pescar’ el petróleo en el mar antes de que llegue, y efectivos más profesionales a través de la empresa pública de Medio Ambiente, hoy Mare, entonces la empresa de residuos.
LOS COSTES DE LA LIMPIEZA
Por ahí llegó una derivada importante de la catástrofe: los gastos de la limpieza se tuvieron que cubrir con un crédito extraordinario aprobado por el Parlamento de Cantabria por valor de 30 millones de euros, aunque finalmente costaron más de 60 millones, y el Tribunal de cuentas llegó a llamar la atención por como se habían hecho las cosas.
La polémica seguiría años después: el Gobierno siguiente, ya el PSOE, también habló de una herencia recibida: material de limpieza que no se llegó a desenvolver ni usar, que se tuvo que subastar y del que aún quedaban lotes hace tan sólo tres años, almacenados en naves en Reocin.
Entonces se pensó mucho en los pescadores, un sector que tuvo que estar parado meses por el desastre. Pero otro colectivo que también lo sufrió mucho fue la SEO, la Sociedad Española de Ornitología ya que el fuel afectó mucho a aves en zonas sensibles.