Parecidos razonables de los últimos Gobiernos cántabros (PP-PRC-PSOE)
El PP de Diego ya es un joven adulto. Antes, cuando era un adolescente inmaduro, le sacaba todos los defectos a su padre. Era cuando estaba en la oposición. Pero ahora que tiene responsabilidades de Gobierno, empieza a reproducir todos aquellas actitudes odiosas que le reprochaba a su predecesor, el Gobierno PSOE-PRC. Tienen parecidos razonables.
Sirva la metáfora para explicar lo que le está pasando al Partido Popular de Ignacio Diego, entrando en la recta final de su primera legislatura, en algunos grandes ejes de la acción de Gobierno que pueden servir para la comparación de la gestión del padre y del hijo: política económica, diálogo social, transparencia (falta de), comunicación/propaganda o actitudes democráticas (anti).
El marco de la comparación se ha vuelto a activar esta semana, con la polémica por el acuerdo de confidencialidad del Gobierno popular con Tubacex, al que se aferra el presidente Ignacio Diego para no dar explicaciones a los ciudadanos de Cantabria, su único cliente.
En parte lo ha activado con sus declaraciones el propio Diego, que no se ha leído a George Lakoff y debería – como tantos otros gobernantes de este país-. Cada vez que en la misma frase dice Tubacex y GFB, significa que no le han pasado ‘No pienses en un Elefante‘.
Diego no puede ampararse en el Secreto de Estado (Región) porque no hay interés general en Tubacex. Una fábrica que como mucho generará 100 puestos de trabajo dentro de cinco años, cuando a la fecha tenemos 55.000 parados en Cantabria, es más un asunto de Partido (Elecciones). Otra vez más, y es siempre igual, la confusión del interés público con el interés electoral.
Tubacex es a la vez política electoral, política económica y vieja política
Tubacex es política económica, la misma política económica de GFB, pero anteriormente también de Candemat, Idermar, Acorde — absorbida por Apia XXI, a su vez recomprada su sede por el Gobierno en el PCTCAN. Todo queda en casa–, Sonkyo, Haulotte, Greyco… por poner algunos ejemplos. Hay muchos más. Chorros y chorros de dinero público enterrados en ninguna parte. En el presupuesto de 2014 hay una partida de 19 millones de euros para más de lo mismo.
En resumen, la experiencia de las empresas participadas por SODERCAN en Cantabria nos dice que todo ha consistido en atraer inversiones a cualquier precio. De inicio, como en Tubacex (703.000 euros) o Santander Coated Solutions (1,2 millones de euros), con una elevada participación pública en el capital social.
La alfombra roja al afortunado inversor, sea élite local bien relacionada, sea un inversor foráneo, puede consistir en entregar el suelo a cero euros durante los cinco primeros años (qué más da lo que pase dentro de cinco años), o en incentivos por un tubo desde distintas áreas de Gobierno, con lo que estos proyectos copan las ayudas regionales, sobre todo de Industria, pero también de Economía y Empleo.
Sin estrategia de futuro, Tubacex (o la empresa participada), es política electoral. Exactamente igual que pensaban en las elecciones Revilla, Agudo y Cía, en la huida hacia adelante de GFB, el fallido proyecto de fábrica de fibroyeso de Orejo -. O con el Racing. Tubacex es el ahora, el sálvese quien pueda, la improvisación. Las diferencias que se quieran ver serán cuestión de tiempo, revisión política y judicialización, si llega el caso.
Tubacex es el mensaje, la propaganda, igual que GFB. Es un símbolo que han buscado ambos Gobiernos, todavía más evidente en este contexto de profunda depresión industrial, económica y social. Un símbolo industrial, que pueda provocar una percepción de atracción de inversiones, creación de empleo y generación de riqueza.
Luego llega el chantaje, cuanto más cercanas las elecciones menor poder de negociación para los poderes públicos. Si el socio privado tiene la suficiente maldad, llegará un día que alguien descolgará el teléfono y llamará al consejero de Industria, o al consejero delegado de SODERCAN: «Necesitamos nosécuántos millones de euros más o no podremos arrancar la actividad».
Tubacex es opacidad, las cosas claras. Con su negativa a informar a los ciudadanos de Cantabria de la inversión pública acordada en Tubacex, Diego se ha mirado en espejo y ha visto a Ángel Agudo, aquella tarde de lunes en el Parlamento, cuando respondió a la portavoz de economía del PP, la actual consejera del área, Cristina Mazas, que para ver los libros mayores de SODERCAN tendrían que ganar unas elecciones.
Y las ganaron. El PP ganó las elecciones y empezó a desarrollar su personalidad al frente del Gobierno, con una estrategia muy similar al anterior: primero la propaganda. Además de la herencia recibida, un clásico llevado a la máxima expresión, presentó a la opinión pública Invercantabria. O lo que es lo mismo: un Plan de Gobernanza como el del PSOE-PRC, pero sin dinero. Por eso Invercantabria está repleto de proyectos absurdos (campos de golf, teleféricos, vehículos aéreos no tripulados…). Un recuerdo de economía planificada, una especie de socialismo a la derecha ideológica.
Hablando del Plan de Gobernanza, diseñado por la agencia de publicidad de cabecera de la parte socialista del anterior Gobierno, nos encontramos con que el actual Ejecutivo también tiene agencias de publicidad de cabecera (C&C), Y recientemente, en un BOC de febrero, se vuelven a ver los fraccionamientos de contratos, el mismo método con el que Fraile y Blanco captó 9,1 millones de euros, sólo que ahora no hay financiación. La diferencia aquí es que entonces había dos publicistas de cabecera. El PRC también tenía la suya, para terminar con el Puzzle ¿Se parecen o no se parecen los dos Gobiernos?
La comunicación de Ignacio Diego lleva un ritmo de fotografía semanal con la presidenta de CEOE-Cepyme. Ahora también convoca a los sindicatos tradicionales, CC.OO. y UGT. De momento los agentes sociales van por separado, porque un presidente del PP tiene que aparentar estar más cerca de la patronal. Pero no se puede descartar que pronto haya una foto de concertación social.
En el diálogo social de este Gobierno, como en el anterior, queda muy poco espacio para el intercambio de impresiones con la economía real, con los pequeños empresarios, con los autónomos, con los profesionales que no están representados en los colectivos tradicionales. A la vieja política se le mueve el mundo real a demasiada velocidad. Está como aturdida, no tiene capacidad para reaccionar.
Y se parecen en la forma de gobernar, en calidad democrática (en negativo). La clave está en el resultado de las votaciones en el Parlamento: 20-19. La mayoría absoluta del Partido Popular no ha cambiado tanto con respecto a la actitud que tenía el anterior Ejecutivo, de coalición PSOE-PRC. Siempre 20-19.
En días de encuestas que descartan una nueva mayoría absoluta del Partido Popular que abriría la puerta del Gobierno a una cosa tripartita de difícil comprensión (¿PRC-PSOE-IU?, ¿PRC-PSOE-UPyD?, ¿PP-UPyD-IU?), cabe reflexionar sobre lo que están pidiendo los ciudadanos.
La gente demanda cambios de verdad, dedicación a los problemas reales, cercanía, participación, transparencia, diálogo, entendimiento, consensos y pacto. Democracia. Y esto no llegará de un pacto de Gobierno entre varias fuerzas políticas, si se vuelve a entender como un cheque en blanco para cuatro años, que derive en otro Ejecutivo de compartimentos estancos que se apoya en la fusión parlamentaria de varios socios con siglas distintas y un único objetivo: controlar el cotarro. Volverían a parecerse, razonablemente, a este Gobierno y al anterior.