Lo privado gana a lo público en la contrarreloj de los arreglos del temporal para Semana Santa
A los jubilados y otros paseantes que recorrían la Segunda del Sardinero este martes que en realidad es un jueves no les daban los ojos: máquinas echando cemento en los muros de la playa que necesitaban algo de refuerzo, otras rellenando la arena que se ‘mudó’ de la playa a los restaurantes, y obreros municipales volviendo a poner los bancos para sentarse (que habrá que pintar) entre tacos. Pura marca España.
Algo más que detalles por pulir en el Paseo Marítimo, mientras, dentro del restaurante El Parque, el que más se resintió del gran temporal del pasado mes de marzo ya se atiende al público después de haberle pegado este fin de semana un empujón a la limpieza de los daños sufridos y a la instalación de nuevos muebles y maquinarias.
Porque la mar y la arena entraron hasta la cocina, arrasaron con todo y estropearon máquinas, mesas y todo lo que se les pusiera a tiro. En El Parque han tenido que hacer un esfuerzo para volver a estar en pie y tenerlo todo listo para trabajar esta Semana Santa.
Está claro: en el sector hostelero no pueden permitirse un día sin trabajar, y menos uno en los que hay posibilidad de trabajar mucho.
Un primer vistazo hace ver que en esto de ponerse a punto para la Semana Santa el que ha ganado la contrarreloj ha sido el sector privado: mientras en el restaurante está prácticamente todo listo, fuera la cosa cambia.
Y, sobre todo, la acera de la Segunda, la más pegada a la playa, y de paso de El Parque, sigue con los boquetes que la agujerearon esos días y que la hacen intransitable. La burocracia y las dimensiones de los daños complican la llegada de los fondos y la gestión de los trabajos, y está claro que en el sector privado hay más urgencia y necesidad por acabar con el parón en su actividad para estos días.
El cambio climático que se evidencia en fenómenos meteorológicos de cada vez mayor intensidad existe, tal y como alertaban esta misma semana científicos autores de un informe para la ONU. Y tal y como comprobaron, de sopetón, los cántabros, en la sucesión de temporales que hace apenas mes y medio evidenció para muchos que los riesgos de los cambios en la climatología están, más que nunca, muy cercanos. Y serán, cada vez, más caros de asumir.