El vota raro incrementa sus votos frente a la debacle del bipartidismo
Sobre el papel y con una lectura de datos, un titular clásico diría, sin mentir, que el Partido Popular ha ganado las elecciones europeas en España, el PSOE se ha sumido en una nueva crisis interna y Podemos se ha erigido como la gran revelación al alzarse como la cuarta fuerza en estos comicios del 25 de mayo, mientras que UPyD potencia su representación y la Primavera Europea se marchita al no cumplir la expectativa lograda.
Todo eso es cierto: de los 54 escaños en liza, el PP ha logrado 16, por encima de los 14 del PSOE, como también lo es que entre los dos partidos pierden 17 escaños y casi cinco millones de votos respecto a la anterior cita electoral, la de 2009.
Los descensos de votos se concentran en lo que los pequeños han llamado “la casta”, mientras que el conglomerado de formaciones del ‘vota raro’ es el que acumula las subidas de votos, con un millón más para el grupo del que forma parte Izquierda Unida o el 1,2 millones con el que se estrena, espectacularmente, Podemos, con cinco escaños, sin olvidar que UPYD, que entró por primera vez en la última convocatoria, revalida su trayectoria al pasar de uno a cuatro escaños.
Sumados, los partidos del ‘vota raro’ acumulan 24 escaños frente a los 30 de PP y PSOE, y abren un complejo juego de combinaciones matemáticas que permiten desde superar a alguna de estas opciones en determinadas votaciones a poder influir en estos partidos, inclinándoles hacia perfiles más progresistas o regeneracionistas.
Será un parlamento europeo sin diputados cántabros. Ni María Luisa Peón (PP) ni Ricardo Cortés (PSOE) se sentarán, inicialmente, allí, pero tampoco Isabel Crespo de IU o Javier Mier de UPYD. Estrictamente, el único cántabro será Javier Nart, de Ciudadanos, nacido en Laredo.
Pero si miramos a Cantabria, las cifras son, sencillamente, demoledoras. El PP pasa de 125.000 votos a menos de 75.000, y el PSOE de casi 99.000 a poco más de 50.000. Es decir, juntos pierden 100.000 votos. Y Podemos logra 19.600 votos en Cantabria, poco más que Izquierda Unida, con la que, si sumara votos, se encontrarían a apenas 13.000 votos del Partido Socialista. UPYD tiene 17.500 meritorios votos que le permiten reivindicar su espacio.
Todo pese a las trabas que las formaciones más nuevas habían sufrido en la campaña, en especial, esa guerra de los carteles que acabaron ganando frente a unos grandes que si se han caracterizado por algo, es por no dominar la situación y por responder con tensión a las protestas que se han ido encontrando en sus actos públicos.
Las trabas se produjeron también en la propia jornada electoral, en la que los partidos más pequeños han denunciado obstáculos, como el hecho de que sus papeletas no estuvieran en todos los colegios electorales o en todas la cabinas, o que incluso fueran ocultadas en alguno de los emplazamientos.
No hay que olvidar que son elecciones en Europa, donde el PP sigue siendo la primera fuerza electoral del continente, y en las que los recuentos país a país arrojan datos como la primacía del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia o de Syriza en Grecia.
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