Los préstamos universitarios, la próxima deuda
Un préstamo para estudiar que se acabe convirtiendo en una carga durante años para los universitarios, convertidos en unos nuevos ‘afectados’ por las hipotecas.
Es el riesgo del que advierte el experto en movimientos universitarios Miguel Urban, de la librería madrileña La Marabunta y autor de ‘De la nueva miseria: la universidad en crisis y la nueva rebelión estudiantil”.
Miguel Urban es gestor cultural, miembro del comité asesor de la revista Viento Sur y autor de numerosas publicaciones sobre las reformas universitarias, además de ser uno de los portavoces de Izquierda Anticapitalista y tertuliano habitual de espacios como La Tuerka.
Urban participaba en un acto de presentación de este libro en La Vorágine en Santander, donde alertaba del fenómeno de la “beca préstamo”, tendencia en muchos modelos universitarios.
A la “devaluación curricular” en este mundo, se suma, a su juicio, la “precarización de la condición de estudiante”, incidiendo en que esta nueva deuda es, también, una “estafa”, tanto por el concepto como por los intereses de “usura” en que se conceden.
Urban relata como se ha pasado de la “universidad masa” a la “universidad empresa”, marcada por la mercantilización, y, al respecto, cita como en su última visita a la Complutense comprobó como había, ya no cajeros, sino sucursales bancarias dentro del campus que ofrecían créditos a medida a los estudiantes (por ejemplo, uno combinado para pagar el master y comprar el coche).
Extiende este fenómeno a la influencia de las empresas en los grupos de investigación, o a la orientación de los másteres a las necesidades más directas del sector privado, alertando del riesgo de modelos estadounidenses y de otros países en los que las empresas ya forman parte de los órganos de gestión de las universidades, y que vaticina que será objeto de las próximas reformas universitarias que se emprendan en España.
ESPACIOS “NO DEMOCRÁTICOS”
Para Urban, las universidades son espacios “no democráticos”, que en parte conservan su origen “medieval”, y en los que, por ejemplo, en unas elecciones, no valen lo mismo los votos de un profesor que los de un alumno, y con muchas gradaciones entre los propios profesores, en función de si son titulares, asociados…
Costumbres que perviven pese a que en los últimos años se hubiera ampliado el número de alumnos y el acceso a la universidad.
Miguel Urban defiende el movimiento estudiantil como un colectivo con preocupaciones similares en todos los países, y enmarca este tipo de protestas dentro de una “lucha global por la transformación” de la sociedad.
En su opinión, en estos momentos hay un “tren en marcha” y lo que hay que decidir es si se quiere “usar el freno de emergencia” para así poder “parar el tren”.
Y, finalmente, avisaba de que en estos momentos se prefiere una “mayoría silenciosa” a la que, en cuanto deja de serlo, se le “tapa la boca” a través de medidas como la Ley de Seguridad Ciudadana.