Estaba todo a favor para que España hiciera historia una vez más en el mundo del baloncesto. Pero esta vez tocó la de arena (65-52), cuando estamos quizá demasiado acostumbrados a que toque la de cal.

Francia era un rival propicio. El año pasado eliminaron al equipo español en semifinales del Eurobasket, así que la venganza era perfecta. En casa. Empezó en la primera fase. Encuadrados en el Grupo A, los Gasol, Navarro y compañía dieron buena cuenta del equipo de Vincent Collet por 88-64 . Ahora, en cuartos de final, nada hacía presagiar que la película fuera muy diferente. Pero vaya si lo fue.

Estadísticamente, no cambiaron demasiadas cosas. Siete días antes, hubo igualdad en el rebote, aunque los franceses ya fueron mejores en el rebote de ataque.

En esta ocasión han sido superiores de manera total y clara, y no sólo en los rechaces ofensivos, sino a nivel general (50-28, sorprendente).

Esto, además del empeño defensivo de los galos, ayudó a que, en vez de que España anotara más en la pintura, ambos equipos se igualaran. Y el otro cambio estadístico fue el acierto en el tiro de los Juanan Orenga, muy lejos de lo habitual.

No hay que pasar por alto los méritos del equipo vecino. Su defensa fue todo un acierto. Asfixió a España cada vez más, sobre todo a sus hombres interiores, que nunca tuvieron sensación de comodidad, ni siquiera un Pau Gasol que jugó tocado y que acabó siendo el mejor del equipo. Pero su cara estuvo torcida todo el tiempo. Las cosas no salían como debían.

Aunque Francia haya tenido una puesta en escena fantástica, no parece suficiente para poder derribar una torre tan alta como la española. Las cosas no han funcionado en uno de los grandes favoritos al oro. En defensa no han estado mal. Ha habido un largo tramo de la segunda parte donde la defensa parecía que podía dar el triunfo a los españoles.

El problema ha estado en el rebote y en la falta total de ideas en ataque. No conseguían correr al contraataque, y en el cinco contra cinco no había movimientos, bloqueos pocos y no muy bien ejecutados, así que las individualidades debían resolver las jugadas. Y eso ante una defensa muy cerrada no funciona, salvo que entren muchos triples. Y no ha sido el caso.

España ha anotado dos de 22 lanzamientos. Es muy raro que el tiro exterior se le niegue tanto a un equipo como este, pero a veces, cuando las primeras bolas no entran, las cabezas de los jugadores entran en un momento de obsesión y no han logrado eliminarlo.

Se echaba en falta algo nuevo desde el banquillo. Sí ha habido algún pequeño cambio en la rotación, pero en un partido tan flojo en el rebote hubiera venido bien tener a Felipe Reyes y Víctor Claver en el campo (juntos o no), por intentar cambiar la tendencia y no sufrir tanto por la debilidad física en el puesto de alero. Álex Abrines, el otro jugador que no ha saltado a la cancha, no se sabe si hubiera podido ser el desatascador, pero quizá hubiera sido un factor sorpresa interesante de ver.

El mejor desatascador debería haber sido el seleccionador, porque para eso lleva un mes y medio dirigiendo a la mejor generación de la historia. Los jugadores se conocen de maravilla casi todos ellos, lo mejor de este grupo es que son amigos, y esa chispa parecía suficiente para seguir triunfando, tuvieran a entrenadores de gran éxito o no. Pero también es importante tener a un director que sepa inspirarles y les haga ver las cosas claras en situaciones delicadas como este partido.

No hay prisa por tomar decisiones. Hasta el próximo verano las diferentes selecciones españolas no volverán a competir. Las consecuencias de esto, impredecibles. El seleccionador lo tiene muy difícil, puesto que el propio Palacio de Deportes ha pedido su dimisión en los momentos finales del partido. Pero quién sabe si la asunción de responsabilidades puede llegar más arriba.

Faltan muchos ríos de tinta por correr, como ocurrió con la selección española de fútbol tras lo sucedido en el Mundial de Brasil, pero esto no es lo mismo. Aquí se trata de un equipazo haciendo un muy buen campeonato, pero que en un momento muy delicado ha pegado un patinazo que convierte el Mundial en catástrofe. Hace dos meses, el grupo que había triunfado a todos los niveles dio una imagen irreconocible y cayó eliminada de una manera triste y fea. Dos situaciones, dos entrenadores y dos grupos de jugadores que no tienen mucho que ver, aunque muchos quieran mezclar las dos cosas.

El Mundial queda en dos semifinales, la primera esperada, Estados Unidos  – Lituania , y otra totalmente sorprendente, Serbia -Francia. La primera parece clara, pero se verá sobre la cancha, y la segunda es muy complicada de predecir. Tras las eliminaciones de España y Brasil, los estadounidenses son aún más favoritos que antes, pero están todavía a dos escalones de su objetivo. Los otros tres se han ganado el derecho a soñar. Sólo uno de ellos se quedará sin medalla.

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