||por LUCÍA GÓMEZ GUADALUPE||

Las ciudades están cambiando. De alguna forma, siempre lo han hecho. Pero en los últimos tiempos, los cambios están siendo más radicales. Hay nuevas realidades, nuevas costumbres, incluso nuevas fronteras y también nuevos protagonistas.

Por ejemplo: las ciudades cambian por los efectos de los grandes eventos deportivos, y ahí el reto es saber encajar el diseño de las infraestructuras para el día después de la gran cita.

Pero también cambian por el efecto de nuevos actores, que no siempre son las propias instituciones públicas. Fundaciones, entidades privadas, contribuyen a cambios decisivos en el paisaje urbano, cuando “la gestión debe ser realizada por los representantes que les hemos elegido para representar el interés general”.

De todo ello, pensando en Santander, hablamos con José María Ezquiaga, arquitecto, Premio Nacional de Arquitectura en 2005 y sobre todo (re)pensador de las ciudades, que ha dirigido esta semana el curso ‘Nuevas ciudades, nuevo urbanismo’ celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y que matiza que las ciudades hay que abordarlas desde una perspectiva global.

José María Ezquiaga, (re)pensador de ciudades

¿Qué efectos tienen los grandes eventos como el Mundial de Vela en Santander en las ciudades? ¿Suponen cambios reales a largo plazo? ¿Saben aprovecharlo las ciudades?

Inauguración del Dique de Gamazo

Justamente, realicé para el Banco Iberoamericano de Desarrollo una investigación porque estaban muy interesados por los efectos que pudieran tener en Brasil el reciente Mundial y las próximas Olimpiadas.

Es contradictorio, depende mucho de la ciudad y de cómo haya organizado el propio evento. En muchos de los casos, se ha aprovechado el acontecimiento para hacer una transformación importante de la ciudad, el mejor ejemplo es Barcelona.

Ese modelo no deja de ser costoso porque es una transformación que se basa sobre inversión pública y cuyos retornos son a medio y largo plazo.

En el caso de Barcelona me parece que ha sido un éxito total en todos los aspectos: se colocó en el mapa, se convirtió en un ciudad turística y ganó una presencia internacional de la que nunca se ha bajado.

En otros casos, cuando la infraestructura no guardaba relación con las necesidades inmediatas de la población, no se ha podido recuperar la inversión.

Un ejemplo: el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, con el que hicieron un enorme esfuerzo. Sudáfrica tuvo éxito en cuanto a país que se colocó en el mapa y como ejemplo de país desarrollado pudo mostrar ante el mundo su nueva realidad.

Pero dado que el fútbol allí no era un deporte rey y realmente no existía previamente una sociedad para aprovechar esa infraestructura, todavía no se ha podido aprovechar y de alguna manera ha sido un pasivo para la sociedad.

Eso, en un país emergente que tiene muchas necesidades de vivienda, infraestructura …etc, no deja de ser una reflexión importante.

En general, estos eventos son positivos para la marca ciudad y la clave es pensar bien el diseño de después.

Normalmente cuando se está planteando un evento así se suele pensar antes de que ocurra que salga bien. Tan importante como eso es en el mundo olímpico lo que llaman ‘el legado’, como se va a aprovechar todo aquello que va a producir de beneficio.

La prueba de éxito de un evento no se ve cuando ocurre, sino el día después y cómo rentabiliza para la propia ciudad el prestigio internacional y las inversiones que ha hecho para mejorarse, si son efímeras sólo para el evento o quedan ahí para el patrimonio de la ciudad.

En el caso del Centro Botín, es una infraestructura cultural de iniciativa privada de un banco. ¿Cuál es el papel de lo privado y de lo público en las ciudades?

Emilio Botín, en la inauguración de la reforma de los Jardines de Pereda, como consecuencia de la construcción del Centro Botín

El partenariado público es muy importante y que lo privado tenga presencia en las infraestructuras de todo tipo a mí me parece positivo.

Ahora bien, las infraestructuras esenciales deben ser garantizadas por lo público porque para eso pagamos impuestos.

Dentro de ese contexto de iniciativas privadas como el Centro Cultural Botín y el Guggenheim, también de iniciativa privada, tiene una presencia importante en Nueva York, Venecia, Bilbao o ahora el Golfo Pérsico.

Por tanto, cada vez más son bienvenidas iniciativas culturales privadas que no corresponden a lo estrictamente necesario pero que mejoran el prestigio de la ciudad dándole una dotación adicional.

¿Qué debe garantizar lo público? Que la infraestructura se coloque en el lugar adecuado y ayude a la ciudad en sentido positivo, esto es lo que la administración debe garantizar, a lo cual no debe renunciar.

Una cosa es que la infraestructura tenga una iniciativa privada y otra es que se decida desde la iniciativa privada la gestión de la ciudad, ahí me temo que no puede ser en una sociedad democrática.

La gestión de la ciudad debe ser realizada por los representantes que gestionan las instituciones que les hemos elegido para representar el interés general.

¿Cómo deben abordarse los cambios y las nuevas realidades en  ciudades como Santander?

No hay ninguna duda de que hoy por hoy Santander es una ciudad más metropolitana.

No se puede entender Santander sin entender sus municipios limítrofes como Santa Cruz de Bezana, donde cada vez está más mezclado lo rural y lo urbano.

Una mayor parte de la población que antes hubiera vivido en lo urbano ahora vive en muchos de los municipios metropolitanos. Todas estas cuestiones demandan una nueva manera de intervenir, si la ciudad cada vez más es territorio y cada vez más el fenómeno urbano no respeta términos limítrofes municipales habrá que tener herramientas de planificación que no solo sean municipales como los planes generales actuales, sino también territoriales que coordinen los distintos municipios y realidades.

EL CURSO

Entre los ponentes del curso se encontraban expertos como Miriam García, Aurora Adalid, Jon Aguirre, Basurama, Uriel Fogué, Juan Freire, Mauro Gil-Fournier, Daniel Ibáñez, Jesús Leal, Francesc Muñoz, Julio Pozueta y Salvador Rueda.

Profesionales de distintas áreas porque el curso se ha organizado repasando desde un punto de vista multidisciplinar, con sociólogos, ecólogos, geógrafos… entre otros. Se busca una nueva aproximación a una ciudad que es mucho más compleja y variada que antes, y que, en consecuencia, necesita puntos de vista muy distintos.

Y a la vez, el curso tenía dos niveles, el de los académicos que son grandes referentes nacionales e internacionales, y el de los jóvenes profesionales emergentes que exploran nuevos temas y experiencias en el campo del urbanismo.

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