El resultado del campeonato se asume con normalidad. El equipo norteamericano siempre es el máximo favorito. Esta vez cabía una duda: ¿sería España capaz de derrotarles, dado el nivel de su plantilla y el hecho de jugar en casa? El equipo de Juanan Orenga dio la de arena en cuartos de final ante Francia y nos quedamos con la duda de por vida.

Celebrando la victoria

El gran favorito del torneo ha ido derrocando rivales sin sufrir demasiado. La tónica habitual era jugar con la tercera marcha metida durante la primera parte. Eso provocó que algunos partidos llegaran igualados al descanso, incluso por debajo en el marcador contra Turquía. Al salir de los vestuarios, en el tercer cuarto, de repente todos descubrían que los jugadores estadounidenses tenían cuatro marchas más, y pasaban de ser un buen turismo a ser un Fórmula 1. La consecuencia es que todos iban cayendo por más de 20 puntos de diferencia. En cuartos y en semifinales se pudo ver esto de manera cristalina. Los terceros cuartos fueron una escabechina.

Estados Unidos se ha quedado sin su máxima ilusión, que era poder enfrentarse a España y ganar, para demostrar que ninguna selección puede con ellos. Es obvio que esta versión del conjunto de Mike Krzyzewski no es la mejor posible. Lo que llevaron a Pekín y a Londres era de un nivel claramente superior. Por eso, ni siquiera los mejores partidos de la historia de la selección española sirvieron para ganarles.

El rival en cuestión era Serbia. Magnífico campeonato, especialmente en los cruces, del equipo de Sasha Djordjevic, leyenda como jugador y veremos en el futuro si también en los banquillos. El exbase, entre otros, de Barcelona y Real Madrid, ha logrado ir metiendo en el torneo a los suyos, que han sido capaces de derribar a torres tan altas como Grecia, Brasil y Francia.

En el partido final, los balcánicos promovieron un alzamiento. Empezaron metiéndolas de todos los colores, hasta obligar a que Coach K pidiera tiempo muerto. Un minuto después, los serbios ganaban 7-15. De repente, la maquinaria estadounidense se engrasó y ofreció un espectáculo tremendo. Todo entraba. En poco más de dos minutos, parcial de 15-0.

Y así prosiguieron, con Kyrie Irving y James Harden como puntas de lanza. Sus jugadores interiores se estaban cargando rápidamente de faltas, pero llegó un momento en que el marcador le quitó importancia a ese detalle. Por ejemplo, a mediados del segundo cuarto, cuando se pusieron con 21 puntos de ventaja, o llegando al descanso, con la distancia puesta en 30 puntos.

En la segunda parte se permitieron el lujo de relajarse en defensa. No era necesario reducir a cenizas a su rival, con aplastarle en ataque bastaba. De ese modo, la diferencia no se iba por encima de 40 puntos y el público disfrutaba de más canastas. El resultado final, 129-92, es la mayor anotación de Estados Unidos en todo el campeonato. Se dejaron lo mejor para el final, lo que es otra demostración más de su gran nivel y superioridad. Y también de que tienen un entrenador que merece todos los respetos por su gran labor.

Estados Unidos desplegó un juego vibrante

Después del partido se dio a conocer el quinteto ideal del Mundial, formado por el serbio Milos Teodosic, los estadounidenses Kyrie Irving y Kenneth Faried, el francés Nico Batum y el español Pau Gasol. Irving, además, fue nombrado MVP. El fin de fiesta fue cuando el Rey de España, Felipe VI, le entregó la copa a James Harden, el capitán norteamericano. Comenzó a sonar la música y los campeones no tuvieron ningún reparo en ponerse a bailar sobre el podio como si estuvieran en una discoteca. 16 días después, su objetivo estaba cumplido, aunque no fuera contra España.

Mención especial para Francia, que se ha llevado un bronce totalmente inesperado, derrotando a España en cuartos y a Lituania en el partido por el tercer y cuarto puesto. ¡Chapeau!

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