El Racing no supo defender el 0-2 || Foto: @pmorenolopez

De nuevo, tocó decepción. Y de nuevo tras estar por delante en el marcador. Esta vez, duele más. 0-2 al descanso, con un rival desmoralizado, pero que se supo meter en el partido en la segunda parte, y que encontró el empate en el descuento tras una nueva expulsión. «El error cayó otra vez de nuestro lado», dijo Paco Fernández en sala de prensa. También dijo que le habían dicho que la expulsión era ridícula, aunque admitió que no la había visto (este humilde redactor estaba demasiado lejos y tapado). Y afirmó, impotente, que el empate «no sabe a nada».

El técnico asturiano habló de confianza en el equipo, de que van a saber competir y que quieren seguir en la misma línea. También reconoció que éste había sido, futbolísticamente, quizá el peor partido de los cinco disputados hasta ahora. Probablemente no le falte razón.

Las urgencias acuciaban al equipo cántabro en su visita al estadio de Butarque. Cero puntos en cuatro partidos es una situación quizá demasiado torcida. A 38 partidos del final de Liga no hay por qué desesperarse, pero la necesidad de sumar ya empezaba a apretar el cuello racinguista.
El inicio de partido resultó muy soso. Para el que estuviera en casa viéndolo por la tele, la solución pasaba por cambiar de canal. Para los que estábamos en el estadio, no había escapatoria. La esperanza es que el tostón que fueron los primeros 10 minutos no podía durar todo el partido.
El balón, mayormente, circulaba por el centro del campo o en los pies de los porteros, que intentaban acertar con sus pases de 50 o 60 metros. Tarea difícil, sin duda.

Pasado ese sopor inicial, el equipo local trataba de usar las bandas para cercar el área rival, y por momentos lo consiguieron. Un remate de Velasco a los 11 minutos fue el primer atisbo de peligro en el partido. Y el Racing reaccionó. Según recibía una ocasión buscaba contrarrestarla con otra. Pero la soledad de Koné arriba hacia complicado crear ocasiones claras.

El tedio volvió a adueñarse del partido. Los dos equipos no querían jugársela. Se resentía el espectador, sobre todo. El Lega encontró nuevos bríos pasado el ecuador del primer tiempo. Jugar de local obliga un poco más. En el minuto 26, llegó una ocasión clarísima para los locales. El delantero centro Borja Lázaro se quedo sólo ante Mario, que reaccionó de maravilla y sacó un balón que era gol seguro.

Otra vez, los verdes reaccionaron intentando llegar al área rival. Y ahí llegaron los mejores minutos del Racing. De repente la defensa del Lega concedía espacios y durante 10 minutos vivieron una pesadilla. Primero con una jugada de Borja Granero, que cedió el balón a Álvaro, que no acertó al rematar. Un minuto después, fue David Concha quien agarró el balón y se lo llevó hasta el área sin que ningún rival fuera capaz de frenarle, ni legal ni ilegalmente. El «uy» se escuchaba de nuevo entre los racinguistas que asistieron al partido, algún que otro centenar diseminados por las gradas.

Otra vez los de Asier Garitano trataron de ser los comandantes del partido, y pusieron a Mario a prueba con un flojo remate de cabeza de su capitán, Postigo.

Pero el Racing ahí ya no volvía avisar, sino que encontró recompensa, excesiva eso sí. Un balón que se perdía por línea de fondo fue rescatado por la fe de Koné, el balón fue al segundo palo, donde encontró un defectuoso remate que fue a parar a los pies de Concha, que fusiló a placer a Queco Piña. Tras el saque de centro, robo, balón a Koné y éste, con la permisividad de la defensa, puso el balón donde ningún portero podía llegar. Golazo espectacular. En un minuto, el delantero africano había puesto el partido patas arriba. Jugó tocado, tanto es así que, al marcar, se señaló el hombro para que sus compañeros no le tocaran y le pudieran hacer daño.

A la vuelta del descanso, los locales salieron con energía. El Racing perdía tiempo y tampoco estaba muy interesado en encontrar contragolpes para cerrar el partido. Los jugadores parecían ir descontando minutos en el reloj y veían cada vez más cerca los tres puntos.

Pero tenían que contar con que el rival cada vez se acercaba más, y en el minuto 61 encontraron hueco. Rubén Peña se internó por banda derecha, pasó atrás al recién entrado Diamanka y éste puso el balón en la escuadra contraria. Gran gol y el partido se abría. Los planes del Racing sin moverse. Koné salió del campo y el objetivo era sólo no encajar otro gol. El partido volvía a ser insulso, y los locales no parecían capaces de arañar un punto.

Pero lo hicieron. Los de Fernández perdían tiempo con tanto descaro que acabaron llegando un par de tarjetas amarillas, y en una jugada absurda, entreteniendo el balón en el banderín de córner, llegó la expulsión de Andreu. El partido entraba en el descuento, pero le valió al Lega para poder marcar el gol que daba el empate, tras un error defensivo que pesaba mucho en la cara del técnico varios minutos después.

Peleó el Racing, pero jugaba contra otro recién ascendido y no mereció ganar el partido. Quizá ni siquiera empatarlo. La situación es la que es y está claro que no se pueen hacer fichajes de relumbrón, pero un equipo que se encierra y renuncia al ataque durante 45 minutos fuera de casa es normal que no gane, sobre todo si termina con 10 jugadores. El Leganés, con más ganas que fútbol, encontró una recompensa tranquilizadora sobre la bocina. Y tras el empate hasta tuvo otra ocasión para ganar y redondear la tarde.

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