||por DIEGO COBO, periodista y bloguero ||

Con el siglo XXI bien despuntado, el envejecimiento de la población se presenta como uno de los elementos que más asfixia a las previsiones económicas. En la celebración del Día del Mayor, conviene recordar que en Cantabria, donde el 18,3 % de la población tiene más de 65 años –16,7% en el país-, el terremoto de las pensiones ha sacudido con fuerza toda la opinión pública en alguna ocasión.

Una de las actividades de la asociación de mayores Eulalio Ferrer

Pero el foco mediático alumbra mucho más al enfoque económico que al puramente social. Y es aquí donde también existe el desafío de conjugar la jubilación con algo no tan novedoso: el ocio, ese nuevo lenguaje que a las viejas generaciones les cuesta más articular.

“Ahora los jubilados tiran más a los derechos que a las obligaciones”, resume Paco Cossío, presidente de la Asociación de Mayores Eulalio Ferrer.

Por primera vez, una generación ha chocado con el tiempo libre, un concepto de difícil asimilación y de peor manejo que conduce a un ocio pasivo, como ver la televisión o jugar a las cartas.

Actividades que absorben el tiempo de ese grupo de personas sin obligaciones laborales y, sin embargo, con altas limitaciones para disfrutar debido a sus peripecias vitales, pues no desarrollaron en su día habilidades vinculadas al ocio.

En esta realidad se han multiplicado las oportunidades de ocio para los mayores. A las 21 asociaciones de jubilados de Cantabria se unen otras fórmulas antes inexistentes. Ha sido en las últimas décadas cuando el bienestar de los mayores ha empezado a explotarse hasta alcanzar niveles hoy estratégicos.

La Universidad Nacional Aulas de la Tercera Edad (UNATE), creada en el año 1978, es una de las iniciativas. En contraposición a los centros de mayores, donde prima ese ocio pasivo, en estas aulas que solo en Santander alberga a 1.200 alumnos el nivel cultural es mayor. “

Se trata de un envejecimiento activo”, apunta Cristina Bezanilla, actual coordinadora de Extensión Cultural de la UNATE en Santander. Esta universidad, además de tener presencia en otros 13 municipios de Cantabria se ha expandido por varias ciudades de Latinoamérica. Actualmente imparte talleres, clases y conferencias de cualquier materia, desde pintura o fotografía hasta historia o informática.

En toda la esfera que envuelve a mayores, desde centros o asociaciones a actividades culturales o viajes, pasando incluso por la UNATE, los conceptos centrales se repiten: integración, solidaridad, aceptación, imagen social o capacitación. Palabras cuyo núcleo encierra luchas contra realidades ya caducas. Porque romper con el trabajo incluye quebrar no solo lazos económicos, sino también sociales, lo que eleva el riesgo de aislamiento.

SER MAYOR HOY

Jubilarse en este siglo supone una nueva experiencia. La gran cantidad de personas mayores ejerce presión a la sociedad. En los últimos cincuenta años se ha doblado el porcentaje de mayores de 65 años y la previsión es que se vuelva a doblar pasados cincuenta años. Entonces tres de cada diez personas en España integrarán ese grupo.

La esperanza de vida se ha desbocado en el último siglo, hasta alcanzar en Cantabria los 85 años para las mujeres y 78 para los hombres. Y hay que afrontar un desafío que rompe con el antiguo diseño de morir poco después de dejar de trabajar.

A eso se le unen varios cambios sociales, como el nuevo de rol de las capas más altas de la pirámide de población. Si en sociedades agrarias la edad significaba estatus debido a la experiencia, ese rol se ha disuelto para que en la actualidad sean los valores que rodean a la juventud los que cotizan al alza. Un golpe que lleva a las personas jubiladas a una posición desfavorecida.

Precisamente el desplazamiento del papel de los mayores trata de aliviarse con el aumento del nivel de bienestar ofrecido por el Estado, como son la controvertida ley de dependencia.

A ese mayor bienestar que disfrutan las personas mayores ha crecido también al paralelo desarrollo de disciplinas sociales. A la clásica visión biológica de la vejez -geriátrica- se han potenciado estudios sociales –gerontología- como la psicología o sociología. No es casualidad que el catedrático de la Universidad de Cantabria Pedro Reques sugiriera que en la rompecabezas acerca de las pensiones, además de sentarse a negociar políticos, empresarios y sindicatos, se hiciera hueco a demógrafos, economistas y sociólogos.

Una de las actividades de las aulas de la tercera edad UNATE

Los estudios confirman la relación entre actividad física, relaciones sociales y lucha contra la incapacidad que amenaza con los años. Con el transcurso de éstos, los nuevos jubilados afrontan la batalla con más armas para defenderse.

No es raro que esas nuevas hornadas poco tengan que ver con los jubilados más mayores – en Cantabria, el 6% de la población tiene más de 80 años.Así, se ha saltado de pasar el tiempo jugando a las cartas a jugar al golf en Mataleñas. El milagro económico del país también ha influido en las posibilidades, aunque Cossío afirma que la actual crisis está frenando a muchas personas para hacer viajes con el centro Eulalio Ferrer.

Pero la realidad es que la jubilación sigue siendo un desafío cuya dinámica acelerada desorienta a la sociedad.

Con el envejecimiento del país, florece una industria cada vez más próspera, como ortopedias o residencias, y empuja a otras a mayores beneficios, como la farmacéutica o los hoteles, cuando se llenan de excursiones de mayores en invierno.

Hoy, la protección económica al jubilado es mayor, también porque más del 80% tiene una casa en propiedad, algo inusual en el ámbito europeo, así como la creciente diversidad de actividades ofrecidas a un sector ya estratégico por su peso social. De hecho, el año 2012 fue proclamado el del envejecimiento activo. Un grupo clave al que ofrecer promesas electorales.

En el campo del ocio, el porvenir se dibuja esperanzador, nada que ver con la predisposición de los jubilados de generaciones que pusieron la semilla del desarrollo de este país. Entonces desconocían algo que actualmente inunda la existencia en países desarrollados: el ocio.

El periodista Diego Cobo

DIEGO COBO. Periodista enfocado en temas sociales y cronista de viajes.

Suele publicar en diferentes medios, desde revistas de viajes como Travesías a diarios nacionales como El País o El Mundo.

El último año lo ha pasado en Cuba, donde se ha adentrado en los rincones menos turísticos.

Su último proyecto ha sido la vuelta a Alaska en bicicleta. Allí ha estado con pilotos de avionetas, buscadores de oro y demás personajes casi imaginarios. De casi todo deja constancia en su blog www.dcobo.com

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