A veces nos parece, eso, que estamos viendo una mala película, con guión flojo, protagonistas muy poco creíbles y pésimamente dirigida. Ganan algo en la posproducción y los efectos artificiales y así parece que lucen más. Pero sin un buen guión, la historia se desmorona. Que es lo que está pasando ahora.

En realidad, lo que estamos viviendo, La gran estafa española, es una trilogía.

Algunos ya han dado el golpe

La primera parte fue Cuando éramos reyes. Los años de los excesos, del fuera de control. Cuando vivíamos Dentro del laberinto, y allí se usaban sin medida las tarjetas opacas de las cajas de ahorro para gastos personales, o se financiaban y construían aeropuertos y puertos deportivos vacíos.

La era de los contratos fraccionados, de los presupuestos inflados. Las promesas de trenes que no necesitábamos y los años de los aviones con destino a toda la geografía del paraíso fiscal.  Es cuando se dio… El Golpe, los años del Toma el dinero y corre… a Suiza.

Ahora estamos en la segunda parte de la trilogía. Os lo avisamos: todos sabemos que la segunda película de una trilogía siempre es la peor. Y si no, recordad El imperio contraataca.

Ahora… la película cuenta las consecuencias de esos Días de vino y rosas. Resacón en Las Vegas; Colega, dónde está mi coche. Ese es el nivel de la II. Cine barato, malo, y este ni siquiera hace reír.

No hay dinero, no hay ideas, no hay proyectos, y encima, hay quien no lo quiere ver. Algunos están viviendo La gran evasión. La evasión de la realidad, que tantas veces les ha llevado a la evasión fiscal.

Los que siguen viviendo en El Camarote de los hermanos Marx nos cargan la cruz por algo que no hicimos. Cargan contra nosotros por protestar contra esas decisiones, contra nuestro derecho al pataleo festivo. Intentan dividirnos, haciéndonos competir entre nosotros en sus particulares Juegos del Hambre.

Nos ponen trabas a los que sí hacemos algo, a los que montamos empresas, a los creadores que nos estimulan para que pensemos, a los que reivindicamos en la calle.

Muchos de los de siempre están – y lo saben- viviendo La caída del imperio romano.

Aterrizamos como podemos, de emergencia

Es El crepúsculo de los dioses, y de nosotros depende que nos adentremos en un futuro apocalíptico, como el que pintan las películas de Mad Max o que por fin les sometamos a El día del juicio final de Terminator.

Nosotros no queremos que esto sea una película de catástrofes. Queremos salir de este Coloso en llamas, aterrizar como podamos y saltar del Titanic antes de que se hunda con la orquesta y su misma canción dentro.

Lo bueno es que estamos a tiempo. Porque la tercera parte de la trilogía no está escrita aún. Y en las trilogías, al final, las tramas se cierran. Se resuelven. Por eso deberíamos estar tranquilos. Creemos que Este muerto está muy vivo.

Tenemos margen y nuestra script ha apuntado muy bien la última escena, que era, nuevamente, el Día de la Marmota de los que nos quieren atrapados en el tiempo de los debates identitarios y sentimentales, en La historia interminable del y tú más, en el Regreso al futuro de la construcción y el turismo.

Esto se acaba

Sin director, cansados de ser meros extras, podemos ser ya protagonistas y pasar a escribir nuestro propio guión.

La película, tranquilos, la podemos financiar entre todos, con crowdfunding, que ya sabemos que con los bancos y con lo público no podemos contar.

Lo tenemos claro. A nosotros, nadie nos llama gallinas. Va a ser una película nueva, porque a estas alturas ya sabemos que segundas partes nunca fueron buenas.

Nos merecemos que esto acabe bien: vamos a liberar la aldea, matar al malo y casarnos con la chica.

Por eso, porque el cine es el material del que están hechos los sueños, escribiremos un final feliz, con un beso de película y una buena banda sonora que nos diga que a todo esto le supimos escribir The end.