Hay asuntos que son importantes y por eso se merecen un consenso. Eso ha pasado este lunes en el Parlamento de Cantabria.

No era para menos: es un sector relevante para la economía regional y de él dependen una cantidad significativa de puestos de trabajo.

Por eso desde el Ejecutivo se recurrió a los grupos parlamentarios para que realizaran aportaciones al proyecto.

Es más: no sólo pidieron la colaboración a lo que no dejan de ser partidos de la oposición, es que incluso contactaron con los colectivos profesionales, los que más pueden conocer sus propios problemas, para que mejoraran el texto.

Y todavía más: a la hora de debatir sobre ello, hubo unanimidad, buen tono en los discursos y lo más parecido a cordialidad en las formas que puede darse cuando coinciden en una tribuna Juan Guimerans (PSOE) y Carlos Bedia (PP).

Todo en un momento clave, de cambios y cierta incertidumbre en el sector.

Así que sí: podemos decirlo claro, las instituciones y los partidos han estado a la altura a la hora de abordar el problema del… transporte por carretera, ese que tantas manifestaciones ha causado recientemente.

No le vamos a quitar importancia al sector del transporte de viajeros.

Simplemente conviene recordar que Saint Gobain acaba de anunciar el cierre de su planta en Vioño y que Néstor Martin tiene problemas de liquidez. Vamos también a recordar que Sniace está como está y que en Papelera del Besaya pasó lo que pasó.

No sé, a lo mejor estamos sacando conclusiones precipitadas, pero uno diría que la industria en Cantabria tiene un problema. De modelo, de crisis –crisis en el sentido de cambio–, de definición, de plantearse por dónde hay de tirar e, incluso, de si hay que tirar o no.

Sumad, pues, factores: momento de cambio, sector importante, puestos de trabajo en juego…. ¿Por qué en el transporte por carretera hay consenso político y se piden opiniones del mundo exterior de la burbuja, y en la industria no?

EL SÍNDROME GFB

Al Hospital de San Rafael ha llegado este lunes, casi en camilla, preguntando por urgencias, un enfermo llamado Néstor Martin.

¿Por qué Néstor Martin? ¿Por qué no Saint Gobain? ¿Por qué no toda la industria? Sí, ya sabemos que en Néstor Martin son más puestos de trabajo, que allí está la gente de Teka que tanto sufrió ya, y, sobre todo, que en esa fábrica ha entrado dinero público e, incluso, que ha habido excesiva cercanía por parte del poder político. Y que la ayuda la está pidiendo el propio Comité de Empresa. También sabemos que, por todo esto, hay más carnaza

En la fábrica de San Rafael no se lleva buzo. El uniforme es un traje

En la eterna cadena de montaje de rencores que no deja de ser la historia política de la Cantabria reciente, ese bucle infinito que se repite lunes tras lunes, se huele que los partidos nunca podrán superar el fiasco de GFB, la frustrada fábrica de fibroyeso de Marina de Cudeyo, la que antes de arrancar estaba en ERE.

En la sesión de este lunes, el PRC se ha librado de que se lo recuerden porque, de manera inusual, no ha secundado las tesis de sus anteriores socios socialistas.

El portavoz del PRC en industria Rafael Pérez Tezanos esquivó así un chorreo, el de la ‘popular’ María Antonia Cortabitarte. Pero no el de un ofendido diputado socialista Juan Guimerans.

Ni el de Eduardo Arasti, consejero de Industria, que (esto seguro que os suena) acusaba a la oposición de, con sus críticas, perjudicar a la empresa y tratar de beneficiar a la empresa competidora, justo en el momento de más venta (se dedica a la venta de estufas).

El diputado socialista Juan Guimerans –que pese a presumir constantemente de ser nuevo en el Parlamento va camino de ser un profesional, con coletillas, mañas y argumentos repetidos que le equiparan en cuanto a rutinas parlamentarias al mismísimo Rafael de la Sierra—habla del “desguace industrial” que sufre Cantabria por la gestión del presidente Ignacio Diego y del consejero Eduardo Arasti, y pronuncia mucho la palabra “fracaso”.

Estamos hablando de una cadena de montaje de venganzas y revanchas

“No nos deja otro remedio que recordar las barbaridades de ustedes”, que “no tienen legitimidad para hablar de inversiones industriales”, le responde por el PP María Antonia Cortabitarte, que hizo de GFB y la política industrial su gran ariete las pasadas legislaturas.

Y a partir de ahí, a partir de este otro tic, ya no estamos hablando del problema.  Se pasa de hablar del problema a hablar de SUS problemas.

Unos y otros siguen creyendo que son sus siglas las que les conceden inmunidad en la gestión industrial, obviando que, en realidad, lo que sucede es que los gobiernos son, por definición, malos empresarios.

Mientras tanto, en un mundo en que las fábricas desaparecen y el trabajo se subcontrata, el y tú más es lo único que los obreros de San Rafael son capaces de fabricar a escala industrial.

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