Las patatas fritas son uno de los platos típicos de Bélgica. Sí, como las del sitio ese donde te recibe un payaso sonriente (el del detergente no, el otro), donde una vez (casi-auto)servidos, sentados, comidos y bebidos (y en su caso, cagados) te dicen que recojas tus restos de la mesa y los tires a la basura para que los dueños de la gran multinacional incrementen sus beneficios a base de unas condiciones laborales de «semiesclavitud» y de no contratar a gente que haga ese trabajo y otros…

Pero bueno, el tema del que quiero hablar no es ese. Estaba hablando sobre las patatas (ese manjar de gran elaboración que consiste en pelar, cortar, freir y… ya ¡Y YA!). Pues eso, que en Bélgica están que si patatas por aquí, que por allá. Está en boca de todos, nunca mejor dicho. Hablo en serio. Lo prometo. Lo juro, si hace falta. Y no veas lo orgullosos que están de ello por aquí, hasta el punto de abandonar sus diferencias lingüísticas que hacen de facto que Bélgica sea dos países en uno, como los botes de pasta de dientes con dos colores que salen del tubo sin mezclarse (¿cómo lo harán?), y promover que sea declarado patrimonio intangible de la humanidad humanísima por la Unesco.

A todo esto, visto el panorama belga, en el que si hablas otra lengua que no sea la oficial oficialísima de la región te miran como si olieses a mierda, a lo mejor va siendo hora de que dejemos expresar la voluntad de esa gente que quiere decidir sobre si quiere seguir en un sitio, si quiere irse o si quiere tomarse un pà amb tomàquet o un pintxo. Más que nada para que no empecemos a oler a mierda también. No estaría de más.

Nuestra identidad cultural es la ignorancia. El Roto.

Llegados a este punto me hago una pregunta: ¿es esto lo que se conoce como patriotismo? Bueno, dos: ¿ese amor, esa simpatía, ese apego a algo que sientes como tuyo es el patriotismo? Mejor dicho, tres: ¿aunque sea un cono de patatas fritas?

Si es eso, en el estado español andamos últimamente con el concepto un poco trastocado. Los autoproclamados patriotas de bandera roja y amarilla (o con Molt Honorable estrella incluida), llevan su dinero a Suiza o se acogen a amnistías fiscales hechas a medida mientras se persigue el fraude del que hace unos apaños para seguir adelante. Los monos de Gibraltar y las «diadas» son utilizados como cortinas de humo mientras se recortan los derechos sociales y se podan los brotes verdes.

Dentro de este desmantelamiento generalizado, los patriotas de «la Constitución no se toca» sí se atreven a tocar las Aulas de Lengua y Cultura Españolas (ALCE) en los países de emigración española (¡NO NOS VAMOS, NOS ECHAN!) reduciendo al 50% el tiempo de clase presencial en los niveles de primero (septiembre de 2013) y segundo (septiembre de 2014) de primaria y encontrando la discrepancia y la movilización de los afectados, tanto profesorado como padres, madres y alumnos, así como la oposición en el Congreso en reiteradas ocasiones por parte de Izquierda Unida.

Ante este sinsentido, surge, en noviembre de este año en Bruselas, el programa ‘Más clase’, una iniciativa solidaria de la mano de madres, padres y personas voluntarias, con un doble objetivo: por un lado, proponer a los escolares de ALCE animaciones que permitan desarrollar el nivel de castellano y por otro, protestar por las medidas de recorte llevadas a cabo.

Las animaciones (una película, una discusión, una lectura compartida, un encuentro con una persona interesante, un taller creativo, un juego…) son coordinadas por un equipo voluntario cada sábado. Desde la organización se ha puesto un correo a disposición (maestrosenclase@gmail.com) de aquellas madres y padres que tengan interés en que su hijas e hijos mejoren su nivel de castellano o por si pudieran colaborar en el desarrollo de las animaciones.

Ojalá la iniciativa se extienda a otros lugares con presencia emigrante. Pero ojalá, más aún, que la razón (no el periódico) entre de nuevo en la cabeza de quienes dirigen (si es que algún día estuvo) y reviertan el austericidio al que nos tienen sometidos para que este tipo de iniciativas no sean necesarias.

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