El PP cántabro se toma con filosofía el caso Balneario y las elecciones autonómicas de 2015
Siempre se dice que Cantabria supera a la media en cuanto a educación. Ni nos vamos a meter en si es verdad, pero lo cierto es que vivimos en una comunidad autónoma en que un exconsejero de Cultura se reivindica ante un juez como profesor de latín, y en la que el presidente de Cantabria hace alusiones en la cena de Navidad de su partido a grandes filósofos, como Epícteto de Frigia, Seneca o, sin citarlo, a Sabina.
Frente al latín de Marcano, Diego tiraba más de clásicos griegos. “La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre de complicidad”, dijo, tirando de Epicteto de Frigia.
¿Qué quién es Epícteto? Aparte de un esclavo en Roma, un filósofo, de quien no hay rastros escritos, de la corriente estoica que, a grandes rasgos, apuesta por el sometimiento a la razón frente a las pasiones y se fundamenta en la ética como guía de la conducta.
Había parte de búsqueda de la razón en sus llamamientos a los datos económicos, a la mejora de los indicadores (ya sabéis, el PIB, el empleo….).
Y planeaba, por supuesto, la reivindicación de la ética, en una cena en la que no hubo frutas pero sí cava, y en la que tanto él como su secretaria general, Sáenz de Buruaga, reivindicaban su honorabilidad, tras los informes policiales que cuestionaban su verdad parlamentaria sobre las reservas de su estancia en el balneario de Las Caldas con cargo a la empresa Aquagest.
“Estad tranquilos, como yo lo estoy, y estad ciertos de que vuestro presidente es una persona con principios de honestidad hondamente arraigados”, reivindicaba Diego.
“Creo en tu palabra, admiro tus valores y confío en tus acciones como en las mías propias”, aseveraba previamente, Sáenz de Buruaga, secretaria general del PP, vicepresidenta del Gobierno.
El otro referente filosófico de la cena ha sido Séneca, filósofo romano nacido en Córdoba, también representante del estoicismo y defensor de la ética frente a la degradación que, sostenía, había llevado a Génova, perdón, a Roma, a la decadencia, por la búsqueda del placer mundano. Nos entendemos todos, ¿verdad?
RAZÓN Y EMOCIÓN
Aunque pese a los llamamientos a que la “razón” está “de nuestro lado”, lo cierto es que los discursos tiraban mucho, mucho, de las emociones.
De la “ilusión” que quieren despertar en el PP, a la “confianza” que desean recuperar en la ciudadanía, pasando por el miedo, apelando a ser “la única opción de Gobierno para la recuperación”. A lo mejor no os lo habíamos comentado, pero es que en mayo de 2015 hay elecciones.
Aquí volvían a tirar de clásicos griegos, recurriendo a la situación “dramática” en que ven a PSOE y PRC, en suelo electoral, inmersos en sus contradicciones, pero, sobre todo, siendo los responsables de tanto mal y sufrimiento” que ponen su “empeño” en “frenar la recuperación”. “No supieron ser gobierno y no están sabiendo ser oposición”, resumía Sáenz de Buruaga.
Con todo, el PP rebajaba de categoría a estas formaciones y advertía de un riesgo mayor, de una “seria amenaza”: la irrupción de una “cuarta fuerza”, que reducirá la representación de socialistas y regionalistas (aquí hemos pasado del regional socialismo al socialismo populista), sin “saber lo que cuesta llegar hasta aquí”.
Por eso, el PP apela a “no relajarse o dejarse seducir por experiencias utópicas o populistas que pueden llevarse todo por delante”.
Y lo decía más claro aún: los cántabros tienen dos opciones en mayo, o un “gobierno del PP que es garantía de estabilidad” o “una jaula de grillos”, que bien puede ser un “bipartito” al uso o un “tripartito” que “atemoriza a una mayoría de población que quiere centralidad y recuperación”.
Hasta De la Serna, alcalde de Santander, hablaba de filosofía en su discurso: «sobre las rosas se puede filosofar», pero, precisaba su parte más material, «tratándose de patatas se puede comer», y eso es lo que cuenta, lo que mejor hace el Partido Popular.
«RUIDO DE TIJERAS»
Aunque para filósofo, sin citarle expresamente, un Diego sin miedo escénico recurría a otro gran pensador contemporáneo: Joaquín Sabina, y, en concreto, a su canción “Ruido”.
Porque Diego hablaba del “ruido que intenta sembrar dudas” y que “genera apariencias”, del “ruido con el que hemos tenido que trabajar”, del ruido de las “soluciones extraordinarias”, un ruido que “se van a evaporar bajo el sol de la verdad” (algo así como las lágrimas en la lluvia de ‘Los Piratas’)
Al final, ella (Sáenz de Buruaga), “le pidió que le llevara al fin del mundo”, o sea, a la victoria electoral.
Todo a pesar de que en el PP, por encima de los tonos de whassapp que se escuchan de fondo durante los discurso, lo que sigue habiendo en el PP es “ruido de tijeras, ruido de escaleras, que se acaban por bajar. Mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido. Tanto ruido y al final. Tanto ruido y al final, por fin el fin”.
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