33 aniversario, pero… ¿Qué Autonomía tenemos en Cantabria?
El presidente del Parlamento de Cantabria, José Antonio Cagigas ha cerrado este domingo los actos institucionales por el 33 aniversario del Estatuto de Autonomía, dedicado este año a los productores agroalimentarios.
En su discurso, ha hecho guiños a la democracia, la participación, la transparencia o la libertad, al final de una semana marcada por procesos electorales en la sociedad civil (Mujeres Empresarias y Colegio de Procuradores), que le llevaron a apelar a una “mayor cultura democrática” en todos los ámbitos, en una entrevista concedida a Buenas Tardes Cantabria.
Pero sobre lo que celebrábamos, la Autonomía, su discurso no ha respondido a la principal pregunta: ¿Qué autonomía tenemos?
Porque no deja de resultar ociosa la defensa del “debate” parlamentario y el “contraste de alternativas” en la legislatura de la ley cántabra contra el fracking que todos los partidos apoyaron y no nos deja aplicar el Estado.
Sobre el debate competencial clásico centralismo-autonomía, Cagigas ha afirmado que a los ciudadanos “no les preocupa ya que la Comunidad asuma más o menos competencias”, sino que “lo que realmente les importa” es “la calidad de los servicios”.
Y es verdad, las encuestas no revelan grandes debates sobre las competencias de Sanidad o Educación, la gran descentralización de los años 80; otra respuesta más interesante se daría si preguntaran en el CIS por la externalización de servicios públicos.
Pero debates naturales, en el Parlamento, los justos y necesarios. ¿Para qué la competencia de Sanidad si Valdecilla lo tiene que pagar el Gobierno central y lo va a terminar gestionando Ferrovial? Tampoco este aniversario era el momento de hablar de lo poco que importa la administración que subcontrate, si cada vez más lo van a gestionar las multinacionales.
Cantabria es una región pequeña y eso tiene sus inconvenientes: no salimos tanto en el telediario, se equivocan con el parte del tiempo de Semana Santa y, al fin y al cabo, sólo elegimos cinco diputados y tres senadores, que daría igual si no fuera porque vivimos una partitocracia y como región sumamos poco a los intereses de los partidos políticos.
Pero Cagigas ha querido quedarse con algo positivo de administrar algo de pequeño tamaño. A su juicio, las “reducidas dimensiones” de Cantabria puede suponer una ventaja competitiva: estamos “en mejores condiciones para conocer los puntos fuertes”, ha dicho. Otra cosa es que tengamos ya el DAFO. O que podamos ponernos de acuerdo en una estrategia a largo plazo cuando siempre tendremos unas elecciones a la vista.
En su discurso, el presidente de la cámara regional ha querido acordarse de la gran amenaza del terrorismo, después de los atentados de París, y ha considerado imprescindible la defensa del “binomio libertad-seguridad”. ¿Quién no suscribiría la misma afirmación?
Nos encanta solucionar los debates exteriores desde aquí, sea el independentismo catalán o el yihadismo islamista. Y todo eso está muy bien, pero hay que lamentar de nuevo otra característica muy de las instituciones cántabras: desaprovechar espacios y tiempos en debates que no son los nuestros. Seguimos sin hablar del sectarismo, de cómo superar nuestros fanatismos.
Por lo demás, Cagigas ha aprovechado para hacer balance de legislatura en el Parlamento: en materia de transparencia (98,8 sobre 100 en el ranking de Transparencia Internacional), la apuesta por la difusión en redes sociales o la participación ciudadana, que “no se acaba con depositar un voto en una urna cada cuatro años”. Ni empieza con Parlamento Abierto, una herramienta tan bien intencionada como poco utilizada.
Y por último, ha colocado algún mensaje económico de su partido (PP): “Estamos pasando a liderar el crecimiento económico en Europa”, en lo que considera “señales inequívocas de una recuperación que comienza a notarse ya en el día a día de la población, en el aumento de confianza de los consumidores y en la creación de empleo neto”.
En definitiva, el aniversario del Estatuto tampoco ha servido para debatir de los retos a los que nos enfrentamos como sociedad: nuestras instituciones vuelven a no hablar de los problemas reales (corrupción, partidos, política) y cuando lo hacen, es desde una visión partidista (economía). Y por supuesto no ven la pérdida de soberanía (y por lo tanto de autonomía).
DEDICADO A LOS PRODUCTORES AGROALIMENTARIOS
El 33 aniversario del Estatuto de Autonomía ha estado dedicado a los productores agroalimentarios, con un concurso al que se han presentado 300 relatos y un mercadillo que ha estado ubicado en el patio del Parlamento durante el fin de semana.
Además de los puestos, ha habido demostraciones en directo: desde las mermeladas hasta el pan artesanal, pasando por la cerveza de la tierra, uno de los sectores que más ha crecido en los últimos años (ya hay siete casas con una producción respetable en la región).
Del lobby del alcohol, como ellos mismos empiezan a conocerse, ha habido puestos de orujo, vino de Cantabria y también ha estado Siderit, la destilería torrelaveguense que exporta Ginebra y Vodka.
Y anchoas, sobaos, quesadas y otros dulces y productos típicos de Cantabria.
Cagigas ha destacado que los productores agroalimentarios contribuyen a la conservación del Patrimonio, garantizan la biodiversidad de la región, promueven el desarrollo sociocultural, gastrónomico y turístico de las zonas rurales y crean riqueza y puestos de trabajo en Cantabria.
En este caso, ha aportado cifras que “hablan por sí solas”: estas empresas generan en torno a 1.000 millones de euros por sus ventas cada año, lo que supone el 6% del PIB regional y el 10% del empleo de la región.
Un ejemplo de “dinamismo” con el que, según Cagigas, “alcanzaremos más pronto que tarde el mayor desarrollo y bienestar para nuestra Cantabria”, porque “el futuro depende de nosotros mismos” aunque seamos “una Comunidad Autónoma pequeña”.