El manual que ya no sirve
Todos los manuales de campaña electoral , los que se van pasando unos a otros los partidos que ocupan los Gobiernos, llevan varios clásicos, entre los que se incluyen las visitas institucionales durante toda la legislatura y las contrataciones de desempleados en los Ayuntamientos en sus estertores.
Las visitas tienen múltiples versiones, y entre ellas son especialmente agradecidas la terna de colegio, hospital/centro de salud y, sobre todo, por lo que supone en materia de empleo y de cargas simbólica, la fábrica, porque en la Cantabria de la nostalgia industrial, visitar una fábrica sigue teniendo muchas connotaciones.
Pero el manual no sirve porque hay cosas que no salen en la foto, cada vez más, y los responsables de las instituciones tiene que hacer cada vez más esfuerzos en centrar el mensaje, en recordar la parte buena. Entre tanto ruido, y ya no es sólo el ruido de los gritos en San Rafael, sino el ruido de las manifestaciones y las quejas, resulta más difícil hacerse oír.
Lo que no sale en la foto de la industria es todo lo que lleva aparejado la visita a la fábrica: el apretón de manos y el casco suele llevar incluido un compromiso económico. Un dinero público por el que no se vela porque en el fondo la empresa aporta más en la relación: las deseadas fotos.
Porque en esta época de Gobiernos liberales metidos a empresarios como principal modelo para tirar de una industria, los partidos que gobiernan se hacen socios de empresas después de criticar que los gobiernos se hicieran socios de empresas.
Los autores del manual piden a los descreídos de allí fuera fe en que el simple cambio de nombres evite caer en los errores de un modelo que sigue siendo el mismo.
A LA BÚSQUEDA DE INVERSORES
Este lunes eran los trabajadores de Greyco los que le daban la vuelta a la costumbre y eran ellos quienes visitaban la institución, el Parlamento de Cantabria.
Allí, tratan de aplicar el manual las instituciones que confiaron para gestionar empresas a gente como la familia Tena, los Díaz del Puerto de Laredo, el inexistente Ali o los Montalvos, Pernías y derivados, en anteriores Gobiernos, o los mexicanos del funciular ylos gestores de Néstor Martín, en los actuales.
Esas mismas instituciones se van a poner ahora a buscar inversores y empresarios para hacerse cargo de Greyco, según la última novedad en el proceso, anunciada en el Parlamento por el consejero de Industria, Eduardo Arasti.
La operación provocaba desconfianza en la oposición, en especial en un PSOE que quiere dar la vuelta a las críticas que recibieron ellos cuando estaban en el Gobierno y que está tratando de convertir otro proceso industrial, el de Néstor Martin, en el GFB del PP.
Se hará en cuanto se solucionen las inversiones en materia de seguridad y salud laboral en esta fábrica, que ha recibido inversiones públicas (el consejero lo ha llegado a cifrar en 11 millones de euros, con seis millones de pérdidas para Sodercan, la empresa pública de la Consejería de Industria).
Una cantidad por la que no se pedirán (no al menos públicamente), responsabilidades a los propietarios de la fábrica, que en los últimos años gestiona Frenos Iruña y que ha convertido a Greyco, la planta en Buelna, en una pieza de la estrategia financiero de la matriz, a la que ayuda a cuadrar sus cuentas a costa de las de San Felices.
Los trabajadores abandonaban el Parlamento sin soluciones, y, peor aún, con mucha desconfianza en los responsables de gestionar el manual, cansados de que las únicas soluciones que se les planteen ahora desde la empresa, en la última oferta,
EMPLEO Y AYUNTAMIENTOS
El manual tampoco funciona ya con otro clásico, que también lleva foto, el de las contrataciones de desempleados para los programas en colaboración con los ayuntamientos.
Aquí han funcionado las leyes del mercado: no ha pasado nada que no pasara nunca, es decir, que en la selección de personal acabaran logrando plazas personas próximas a los gobernantes de cada ayuntamiento.
La diferencia es que hay más aspirantes para plazas limitadas, por tanto, muchos excluidos, y confluyen dos factores: que en Cantabria somos todos primos, y, por tanto, y en especial en los sitios pequeños, nos conocemos todos.
Y, sobre todo, que no hay nada peor que un parado con tiempo libre, mala hostia, más formación de lo habitual y un teléfono móvil desde el que acceder a Facebook, llamar a un periodista y consultar las bases para examinarlas con detenimiento.
El resultado, una vez ‘perdida’ la plaza, es que se ha perdido el miedo a perder y por tanto a denunciar lo que pasaba siempre, y de Astillero a Laredo, de Cayón a Santander y de Torrelavega a Castro pasando por Val de San Vicente, manifestaciones y recogidas de firmas incluidas y con presencia en medios nacionales (todo esto en Laredo, principal exponente de este nuevo fenómeno).
Lo hacía la consejera Cristina Mazas, respondiendo a una pregunta parlamentaria de su propio partido, el PP, en una fórmula que no es muy frecuente en el Parlamento y de la que suelen tirar las formaciones sobre todo en la recta final de las legislaturas (también recurrió a ello el PSOE a última hora).
Una forma de tratar de enfatizar los efectos en el empleo, que están tapando los gestores municipales, en una polémica, y que llegará la semana que viene al Parlamento, esta vez con iniciativas de la oposición centradas en las denuncias sobre el proceso de selección. Ellos también tiran de manual.