¡1.000 puntos, he ganado 1.000 puntos!
#EconomíaDelBienComún
«¡1.000 puntos, 1.000 puntos!», gritaba el niño de La vida es bella. Como si de un juego se tratase, aquel niño había sobrevivido a su paso por un campo de concentración….
¿Y nosotros? ¿Podríamos ganar mil puntos y sobrevivir a nuestro paso como empresarios o como trabajadores por este trozo de planeta donde las reglas del juego son las del sistema capitalista-consumista conservando algo de moral?
Más capitalista de capital que de consumo, ya que el 97 % de las transacciones que se realizan son de economía especulativa (de la de los bonos, las acciones, los seguros, los tipos de cambio, las primas de riesgo…) y no de la economía real (la de te vendo este bien o servicio que he producido a este precio).
La economía del bien común , un asunto del que se ha hablado esta semana en la librería La Vorágine, nos habla de una matriz donde se tienen en cuenta, además de a los diferentes stakeholders, variables como la ética; la sostenibilidad; el respeto medioambiental; la justicia social o la solidaridad.
Y como aquel niño superviviente del holocausto nazi, se pueden ganar ¡1.000 puntos! ¡1.000 puntos! Y aportar nuestro granito de arena hacía la construcción de un sistema más justo, más sostenible, etc.
¡Uys! Para, para… ¿para qué? En la Facultad de Económicas no estudiamos estos términos.
¿Eh? ¿Seguro? No sé, quizás a ti también te ha pasado: por qué los valores de tu vida personal (cooperación, confianza, amor, respeto, justicia, equidad, persecución de la felicidad…) son tan difíciles de aplicar en el mundo de la empresa (competencia, individualismo, persecución del lucro).
Y eso te genera cierta frustración. Se dice que la crisis de ahora no es solo una crisis económico-financiera, sino una crisis de valores ¿Lo sientes así?
La propuesta de la EBC es (relativamente) sencilla. No voy a entrar a explicarte el modelo, ni a hablarte de su creador, todo eso lo puedes encontrar en la Web (y seguro que los que lo han escrito saben mucho más que yo del asunto); pero a priori ¿no te suena lógico que la buena marcha del país no se mida sólo por el PIB? ¿o que la buena marcha de una empresa no se mida sólo por su balance y resultado del ejercicio?
¿Y si aplicamos valores también? ¿Y si permitimos que además de lo económico, importe también lo medioambiental y lo social?
Quizás hace tiempo que intentas ser cada vez más consciente y responsable con qué / cómo /cuándo consumes, y sientes que te cuesta acceder a la información. ¿Imaginas una etiqueta en los productos que te diese pistas sobre qué tipo de empresa es?
Y llevado esto a los municipios, ¿y si nuestro Ayuntamiento a la hora de licitar y sacar concursos públicos tuviera en cuenta no sólo la valoración económica y técnica de la propuesta, sino también criterios de bien común?
Está claro que el modelo genera críticas y debate: ¿Se puede objetivar el bien común? ¿Cómo se pone de acuerdo una comunidad por consenso? O más bien, ¿cómo se define esa comunidad?
Ante estas dudas siempre pienso…coge lo que más te vale y aplícalo en tu entorno más cercano.
Puedes ver la charla de Iván del Caz en La Vorágine en el siguiente enlace: