1 de mayo de campaña: “A las urnas, ni un solo voto para el PP”
El 1 de mayo es como las fiestas de los pueblos: esa cita en la que se encuentran viejos conocidos, de esos que ya no se ven tanto, pero que aparecen allí, sin necesidad de quedar, y aprovechan para ponerse al día.
Y se saludan. Y comentan. Y no será que no hay cosas que comentar, que encima hay elecciones. Algunos ya veteranos se mueven entre la incredulidad y casi el humor cuando hablan de la dispersión de voto de la izquierda, con la repetición de viejos problemas en los nuevos partidos y el síndrome de La vida de Brian llevado hasta el extremo.
Y efectivamente, en la manifestación estaban candidatos de los partidos, algunos de ellos asiduos de la cita en años anteriores, como los socialistas Eva Díaz Tezanos o Pedro Casares, Mercedes Boix y Miguel Saro, de Izquierda Unida.
O el exregionalista Paco Sierra (de Compromiso por Cantabria), la exsocialista Blanca Rosa Gómez Morante (ahora en Por Cantabria Sí, que es la marca de la que quien fuera alcaldesa de Torrelavega es candidata, junto a La Unión, el partido de Rafa Sebrango, quien también ha estado en el 1 de mayo), o José Ramón Blanco, secretario general de Podemos Cantabria; Antonio Mantecón, de Ganemos Santander Sí Puede (es el partido que se presenta en Santander con críticos de Podemos y su candidato fue rival de Blanco en las primarias), o la representación de Equo, encabezada por su candidato Alejandro Ahumada.
Incluso estaban algunos que ya han pasado a una discreta segunda fila, cosas de las listas, como la socialista Cristina Pereda, que el día en que se despidió del Parlamento afirmó que nunca se despediría de su compromiso con el partido y el sindicato (UGT); o Paco Mañanes, socialista víctima de la políticas internas de su partido. Por allí andaba también un Juan Guimerans víctima de sí mismo.
Pero al margen del protagonismo involuntario de los políticos, los principales referentes de la cita son los trabajadores, con menciones especiales a los de Néstor Martín, industria en difícil situación; o los de Greyco, pendientes de su venta a un fondo buitre), o, en general a la comarca del Besaya, que se mezclaban con reivindicaciones como la de la educación pública, los jóvenes precarios o los avisos de privatización de servicios como el de Correos (que recordaba una manifestante disfrazada de buzón), entre otros, como Libres, la asamblea cántabra en defensa de las libertades, que lucha contra otro retroceso a sumar al laboral, el de la Ley Mordaza.
El caso es que los sindicatos también tienen sus indignados, y, frente a la Plaza del Ayuntamiento, estaba la protesta alternativa, convocada por CNT, cuyos dirigentes critican los excesos sindicales y se distancian de las apelaciones al voto para recordar que ahora y siempre, la lucha por los derechos de los trabajadores es más útil desde la calle que desde instituciones como el Parlamento.
No es ese el mensaje que se trasladó a los casi 6.000 participantes, paraguas en mano, desde el templete de los Jardines de Pereda (cada vez más los Jardines del Centro Botín), desde donde Carlos Sánchez (CC.OO) y María Jesús Cedrún (UGT) hacían un llamamiento a la “participación activa” en las elecciones, y a acudir “a las urnas”, donde hicieron un “solemne” llamamiento a que no se deposite “ni un solo voto para el Partido Popular”.
Frente a la sede del Banco Santander, los dirigentes sindicales ponían el énfasis en la política y no en el mundillo financiero, y, sin concretar cuáles de las múltiples opciones que concurren prefieren, reclamaban un gobierno “de progreso” en Cantabria con el que “enterrar” los recortes y la austeridad, con un “camino más justo” para salir de la crisis “sin vencedores ni vencidos”, y poniendo el acento en la “soberbia” y “chulería” del presidente Ignacio Diego, candidato a la reelección por el Partido Popular.
La respuesta las venía casi enseguida desde esas filas por el diputado Luis Carlos Albalá, que vinculaba esa protesta con la reducción de fondos regionales para los sindicatos, en línea con el presidente Diego, que viene acusando a los sindicatos de estar tratando de influir en las elecciones apadrinando un presunto pacto entre PRC, PSOE y Podemos.
El 1 de mayo tiene mucho de tradición, aunque poco a poco se va actualizando: en los últimos años el acompañamiento musical ha evolucionado de los clásicos setenteros y ha llegado ya a los 90. Desde los altavoces, en medio de la lluvia ocasional, sonaba el “Soy un nuevo parado”, de SKA-P.