El voto raro de las europeas se hace mayor de edad
Antes eran raros, «chiripitifláuticos», como les llegó a descalificar un conocido diputado del PP cántabro antes que alguno de ellos pudiera presumir de ser la tercera fuerza en las elecciones europeas en Cantabria.
Ha pasado sólo un año de aquella extravagancia, casi, a la que los tertulianos llaman a votar como forma de dar un toque de atención a ese bipartidismo que en Cantabria es tripartidismo porque el PRC es más casta de lo que quiere parecer en televisión.
Y dieron la sorpresa en las europeas. Podemos, sobre todo, pero allí estaban otros que llevaban más tiempo allí. Izquierda Unida, UPYD, incluso un Ciudadanos que todavía no sabía las vueltas que da la demoscopia y que los de Pablo Iglesias también han comprobado.
La Junta Electoral hace algo más que repartir arbitrariamente espacios y que provocar dudas sobre quiénes son y por qué protagonizan una historia de Kafka.
También hace diagnósticos, y en este caso el suyo fue que los partidos raros se habían convertido en significativos; no minoritarios, con más representación de lo habitual y con capacidad de dar algo qué hacer y alguno incluso con aspiración de ser llave de Gobierno, pero no libres de sufrir problemas internos y ataques externos, como consecuencia de su mayoría de edad. Hemos venido a jugar, que dirían en el escaparate del ‘Un, dos, tres’.
Significativo ha sido el proceso de hacerse mayores en los del voto raro, que han compartido un mensaje de indignación y regeneración al que quizás le haya costado más engancharse a Izquierda Unida, casi rebautizada para esta campaña como la Izquierda Sin Complejos.
En UPYD ya han aprendido que los líderes nacionales pueden llegar a dañar tanto como aportan, según el momento, por mucho trabajo que se haga en las comunidades autónomas y municipios sobre el terreno; y viven la paradoja de haber conseguido que temas como la senda costera o Copsesa hayan llegado a instituciones fuera de Cantabria (Congreso de los Diputados, la Unión Europea).
En Podemos ya saben lo que es sufrir uno, dos o más procesos de primarias, más convulsos incluso que un congreso del PSOE, y también las cosas que hay que dejarse en el camino (métodos de trabajo, ideas, incluso alguna relación personal) en el camino de la niñez a la madurez.
Y en Ciudadanos a sus candidatos el espejo les está devolviendo una imagen amplificada de Albert Rivera diciéndoles muy claramente que con que no la caguen es suficiente para hacer una gran campaña y ser todo lo decisivos que dicen las encuestas.
Han enganchado el momento de mayor apogeo de Podemos y su inicio de curva descendente, pero están comprobando en carne propia uno de los principales miedos de Iglesias y Errejón: el riesgo de que se cuele todo tipo de gente en las listas cuando las llenas a contrarreloj.
A la hora de la verdad, a unos y a otros, con todos los EMOS que se quiera añadir, las municipales las carga el diablo y lo realmente significativo son las estructuras de los partidos, con la vista puesta en las elecciones generales.