Lola González, superviviente de la matanza de Atocha, será homenajeada en Santander

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No era cántabra pero sí tenía raíces en la región. Su madre procedía de Cantabria, y aquí vivía parte de su familia. Por ello pasó en la provincia parte de su convalecencia tras quedar gravemente herida en el atentado que perpetró el terrorismo tardo-franquista el 24 de enero de 1977 y que se llevó la vida de otros cinco abogados laboristas, entre ellos su marido.

Dolores González Ruiz, conocida como Lola, fue una de las supervivientes, aunque tardó años en recuperarse físicamente, y jamás lo logró a nivel emocional. La abogada falleció el pasado mes de enero, y un grupo de amigos que hizo durante sus visitas continuas a Cantabria han querido rendir homenaje a su figura.

lolagonzalezSerá este viernes, en el Instituto Santa Clara, a partir de las ocho menos cuarto de la tarde. El acto está abierto para todos los que deseen participar en el homenaje.

Los impulsores, seis o siete amigos, han esperado unos meses para ver si alguna organización cercana a la ideología de Lola tomaba las riendas de la situación, pero finalmente han decidido organizarlo ellos mismos. Casi prefieren este resultado, más familiar y más plural.

Al acto acudirá Alejandro Ruiz Huerta, el único superviviente del atentado que continúa con vida, y presidente de la Fundación Abogados de Atocha, de la que Lola era presidenta honorífica.

Él contará su experiencia en el atentado, poniendo un poco de contexto en la época. Para recordar los sucesos anteriores y posteriores, la organización ha elaborado un documento que leerán, junto a una pequeña biografía de Lola. También se reproducirá el vídeo de una entrevista que le hicieron dentro de un documental sobre la transición.

Como toque simbólico, también habrá un pequeño recital de poemas y un músico tocará una melodía a trompeta.

LA MATANZA QUE MARCÓ LA TRANSICIÓN

La injusta historia de Lola comenzó en 1969. Como estudiante de derecho, estuvo siempre ligada a los movimientos antifranquistas. En enero de ese año, Lola fue detenida junto al que entonces era su novio, Enrique Ruano, por la Brigada Político-Social franquista. Ambos acababan de salir de una reunión tras una siembra de octavillas de otro grupo distinto.

El caso de Ruano es tristemente conocido por todos. Tras ser torturado durante tres días, fue asesinado tirándole por el hueco de una escalera, desde un tercer piso. La policía de la época lo calificó como suicidio, y así lo extendió también la prensa franquista.

Lola González de joven.

Lola González de joven.

Tras la pérdida de su novio, Lola continuó recuperándose y militando en el Partido Comunista de España (PCE), que siguió siendo ilegal hasta bastante después de la muerte de Franco. Allí conoció a otro abogado y militante comunista, Javier Sauquillo, con el que se casó.

La fatídica vida de Lola le tenía preparado otro golpe. En enero de 1977, ambos trabajaban en un despacho de abogados laboristas, vinculado al sindicato, entonces clandestino, de Comisiones Obreras.

Durante las semanas previas al 24 de enero hubo una gran huelga de transportes, que acabó desarticulando la que llamaban mafia franquista del transporte. También se sucedieron varios asesinatos de jóvenes manifestantes por parte de la policía, y de algunos policías por parte del GRAPO.

El mes de enero fue fatídico en la vida de Lola González: en 1969 asesinaron a su novio, Enrique Ruano, en 1977 se perpetró la matanza de Atocha en la que murió su marido, y en 2015 falleció prematuramente de un cáncer de pulmón

En referencia a la huelga, tres jóvenes vinculados con corrientes neonazis, falange y de extrema derecha acudieron la noche del 24 de enero al despacho del número 55 de la calle Atocha. Estaban buscando a Joaquín Navarro, Secretario General del Sindicato de Transportes de CCOO en Madrid, líder de la huelga del momento.

Navarro acababa de abandonar el despacho, y al no encontrarlo, los asesinos colocaron contra la pared a los abogados y los ametrallaron a quemarropa. Tres letrados, Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Serafín Holgado, y el administrativo Ángel Rodríguez Leal, fallecieron en el acto.

Lola González, que en esos momentos estaba embarazada, quedó gravemente herida junto a su marido, Javier Sauquillo, que fallecería al día siguiente. Junto a Lola, quedaron gravemente heridos Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz Huerta, el único que hoy en día continúa con vida.

Esta matanza supuso un cambio en la transición. Más de cien mil personas acudieron a los entierros en un clima de silenciosa indignación, y probablemente este hecho aceleró la legalización del PCE, que se llevó a cabo tres meses después.

“EN EL TRANSCURSO DE MI VIDA ME HAN DESBARATADO MIS SUEÑOS”

Los que conocieron a Lola tras el atentado recalcan que tardó años en recuperarse físicamente, pero que quedó psicológicamente afectada de por vida. Margot Ruano, su amiga y hermana de su primer novio, Enrique, reconoció en el homenaje que se le hizo en Madrid tras su muerte, que en una ocasión Lola le dijo: “En el transcurso de mi vida me han desbaratado mis sueños”.

Durante los siguientes años pasó largas temporadas en Cantabria, junto a la familia de su madre. Tras perder a su marido y que el atentado le hiciera abortar, Lola no era capaz de retener la comida. Llegó a pesar hasta 30 kilos.

En el hospital Valdecilla conoció a médicos que la ayudaron y entendieron su problema. También hizo muchos amigos y se reencontró con otros que estudiaron o ejercieron la abogacía junto a ella.

Tal fue su vínculo con Cantabria, que se construyó una casa en Miengo donde pasaba largas temporadas. En los últimos meses había estado haciendo reparaciones en ella, y sus amigos creen que su intención era retirarse aquí. Desgraciadamente un cáncer de pulmón se la llevó prematuramente, con 68 años, el pasado 27 de enero. El funesto mes de enero que marcó su vida demasiadas veces.

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