Sociedad Civil: la fibra ética que gana espacio al miedo en España
Todo lo que no es Estado ni empresa, eso es sociedad civil. Un buen punto de partida que define José Juan Toharia, fundador de Metroscopia, en un debate organizado por la Fundación Botín en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
¿Y cómo está la sociedad civil española? Pues evoluciona favorablemente teniendo en cuenta su papel de “sensor que alerta de las disfunciones que hay que corregir”, como recuerda el propio Toharia que planteó el Consejo Económico y Social de Francia.
Sin embargo, nuestra historia condiciona el protagonismo de la sociedad civil en España, desde la Monarquía de la Restauración hasta el Franquismo: un siglo de “apatía inducida y desmovilización civil”.
La situación ha cambiado, desde que entramos en crisis. Ahora la sociedad civil española da señales de recuperación. Demuestra tener una “fibra ética” que «no tolera determinados comportamientos». Ha desarrollado “unos hábitos que quizás la sociedad no los pierda”. Un cambio “fundamental” que es posible que se quede “para bien”.
Y aun así hay miedo a participar, que es el principal límite para una sociedad civil fuerte. Un miedo que ha cambiado de color: ya no es aquel “procure no estar usted en una lista de fusilables”, como recuerda Toharia que le aconsejó un veterano en el departamento de la Facultad.
Por supuesto que no estamos en la España tardofranquista, pero sí permanece un miedo “laboral y salarial”, un miedo “a no ser capaces de construir una vida independiente”, según matiza Belén Barreiro.
LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA
Junto a Toharia, en las conversaciones ‘España julio de 2015’ de la Fundación Botín y la UIMP, ha estado Belén Barreiro, exdirectora del CIS y directora de Myword, empresa dedicada a la investigación avanzada, social y de mercado.
Es una de las mentes más lúcidas y capaces de radiografiar la situación económica, social y política española, como ya demostró con su artículo futurista ‘Regreso del futuro’, publicado en El País, el 1 de julio de 2012, que anticipaba la derrota del bipartidismo en 2016 y la aparición de nuevos partidos en el panorama electoral. Un ensayo de ficción brillante que se ha tornado en realidad.
Para Barreiro, es clave la digitalización de la sociedad, en más de un 80%. Ya no son sólo los jóvenes, también los mayores participan de la revolución tecnológica. Un entorno en el que se hace más fácil la participación: “Ahora es mucho más fácil firmar una petición en Internet, informarse, estar al tanto de cómo se organizan otros ciudadanos…”
Y completa la radiografía: “Las organizaciones tradicionales están teniendo serias dificultades para entender los códigos de conducta de esta nueva sociedad civil digital, que maneja mucha más información y demuestra altos niveles de exigencia”.
Una incomprensión de la sociedad digital que afecta no sólo a partidos políticos, sino también organizaciones empresariales o bancarias.
“Las organizaciones tradicionales no han sabido engancharse a la exigencia de transparencia de la sociedad digital”
Como explica esta politóloga y socióloga, las incoherencias entre lo que dicen los responsables públicos y lo que después hacen son “letales” para conectar con la sociedad en red, que es “transparente, informada y exigente”.
Belén Barreiro señala que en el barómetro del CIS de enero, un partido «de mayoría absoluta» como el PP, sólo contaba con el 5% de apoyo entre los jóvenes. Y aunque se sigue moviendo cómodo entre los mayores de 65 años, es obvio que así «no tiene mucho futuro».
Con estos mimbres, Barreiro ve un riesgo de “sustitución de unos partidos por otros” y pone como ejemplo a Ciudadanos, una respuesta “digital” a la brecha generacional del PP, que se nutre mayoritariamente de los exvotantes populares.
LA ESPAÑA AZOTADA POR LA CRISIS VS. LA ESPAÑA OPTIMISTA
En España hay un 54% de ciudadanos que manifiestan haber caído en la escala social, frente a un 36% que es más optimista. Es la brecha entre la España azotada por la crisis y la España optimista. Y predomina un estado de ánimo: el de la injusticia social, en todos los grupos de población pero sobre todo en los jóvenes.
Un componente generacional que deja a los jóvenes, por primera vez, con la percepción de que “van a vivir peor que sus padres”. Una “fuente de frustración” que hay que “manejar con cuidado”, según Barreiro.
Toharia: “España es el país en que se considera que las desigualdades son mayores”.
Frente a la injusticia social, la sociedad española ha reaccionado con una actitud de “no resignación”, con unos ciudadanos que “han tomado las riendas y se quieren hacer protagonistas”.
Un “rearme” de la sociedad española muy asentado en las nuevas tecnologías, que han canalizado la indignación hasta convertir esa energía en soluciones.
Y han adoptado la forma de nuevos partidos, detrás de una reciente y leve recuperación de la quiebra entre la ciudadanía y el sistema, en una crisis de legitimidad que tanto Barreiro como Toharia sitúan su comienzo entre 2007 y 2009, después de los máximos alcanzados por el Gobierno de Zapatero en 2004.
Partidos como Podemos o Ciudadanos, que han neutralizado una tendencia de “cuestionamiento” del sistema político y económico, que ahora se ha reconducido hacia una “voluntad de renovación”.
Sin embargo, el cuestionamiento del sistema “nunca había sido tan grande”, algo que, para Toharia, hace que los partidos políticos, pero también la clase empresarial y bancaria “se lo tenga que tomar muy en serio”.