Un acto de fe alternativa en Santander
Son días de fiestas de la capital cántabra. Es un momento muy particular para apostar por propuestas culturales. El tiempo y, sobre todo, la temperatura, acompañan para echarse a la calle y poder disfrutar de la música. Son muchas las actividades, con la Campa de la Magdalena como la estrella de las fiestas, pero hay muchas propuestas menos visibles, pero que pueden ser igual de interesantes.
Un ejemplo ha ocurrido este pasado miércoles en el ya mítico New, el Rock Beer The New de la calle Peñas Redondas. Allí se celebró un concierto con una música más contundente, mucho menos comercial que la de la Campa. Se trataba de un minifestival de Hardcore y Punk, una propuesta más estridente, sin tanto bombo, pero que también puede tener cabida en unas fiestas de una capital de provincia, no solo los grupos o solistas que aseguran el éxito en taquilla. Se trata de ser una ciudad diversa.
De un lado, iban a deleitar 90 days, un grupo local que descarga un rabioso hardcore, nada que no hayamos oído antes, pero que siempre recarga las pilas y saca las entrañas para expresarse. Después, llegaría la actuación de dos grupos suizos, Hello my name is, en la onda punk, y We said, un potentísimo grupo de hardcore que venían a reventar las tablas del New.
Lamentablemente, la afluencia de público no acompañó. Programar algo así en Santander, en plena Semana Grande y en miércoles, alejado de los focos de las fiestas y sin posibilidad de hacer una buena promoción del evento, acabaron perjudicando al mismo. Pero la gente que se pudo acercar hasta el legendario New, un actor clave de la noche rockera santanderina desde 1987, lo hizo para disfrutar. Y desde luego por los grupos no iba a ser. Ellos lo dieron todo sobre el escenario para que la noche fuera de disfrute total.
90 days es una propuesta simple. Tres componentes que se lo montan para atronar al personal, con un batería sacando un estilo muy personal, un tanto extraño con las baquetas en la mano, juntando a menudo los brazos más de lo que suele verse en los escenarios, con una guitarrista muy voluntariosa que hubo de pasar el mal trago de tener que pedir una guitarra prestada porque la suya, en cuanto se enchufaba, provocaba un ruido molesto, el típico de un acoplamiento que provoca que la gente se tape los oídos. Una vez afinado el nuevo instrumento, todos olvidaron el incidente.
El grupo está liderado por un bajista y cantante que pone todo lo que tiene. Se deja las tripas cantando (y la garganta), mientras machaca con su ritmo a las cuatro cuerdas. Cuando un bajo se deja notar en directo, lo normal es que la audiencia lo agradezca y mucho. Tras casi 45 minutos de concierto, incidente guitarrero incluido, no podíamos hacer más que aplaudir y felicitar a 90 days por su propuesta musical, ejecutada con todas las ganas posibles.
Las dos bandas suizas del cartel lograron encontrar este hueco entre sus conciertos por Francia. Venían ambas de Burdeos, y su siguiente parada les llevaría hasta Toulouse. Aunque sus shows no fueran muy largos, se agradece que se pegaran esa paliza por carretera para darnos a conocer sus puestas en escena.
Hello my name is es un grupo que se dedica a hacer punk. Típico punk, sonido norteamericano, pero cantado en francés. Muy en el rollo de lo que hacen archiconocidas bandas del estilo como Rancid o NoFX, pero quizá con un puntito más de agresividad.
El concierto fue el clásico de un grupo así. Una canción tras otra, sin apenas interludios, motivación, sudor, temas generalmente breves, pero muy intensos y el público moviendo la cabeza sin parar y alzando su cerveza para celebrar que estuviéramos ante un sonido tan puro y clásico, pero a la vez irreverente y sin preocuparse del ‘qué dirán?’. El grupo, radicado en Lausana, merece un seguimiento, por actitud y propuesta en directo de sus tres miembros.
Faltaba la traca final. We said son una auténtica descarga de adrenalina. Aquí estábamos ante cinco tíos dispuestos a liarla. Su lenguaje corporal no deja lugar a dudas. No se paran quietos, suben al escenario para disfrutar y acompañan con sus movimientos lo que hacen con los instrumentos: es puro hardcore, hasta poner los pelos de punta si el estilo pega contigo.
Tras las pruebas de sonido pertinentes, lo que se puso ante nuestros ojos era pura música en directo. No cabían en el escenario, necesitaban más espacio para poder expresarse. Aquí es donde se echó en falta que la sala estuviera mucho más llena de gente. La hubieran puesto patas arriba. Temas un poco más largos, al grupo se le nota cierta experiencia, y funcionan como un reloj, ellos son los que dan la hora, el minuto y el segundo para que el público se divierta y lo dé todo, fusionándose con lo que la banda practica.
No hay nada como tres horas de hardcore y punk para poder soltarse. No se parece a bailar salsa ni a hacer hip-hop, se trata de otro tipo de actitud, más para liarse a saltar y gritar. Poder tener algo así en Santander es quizá único, y por eso los asistentes y los grupos se dedicaron sobre todo a disfrutar de la experiencia y de los guitarrazos que presidieron la noche del New.