Por un urbanismo menos traumático en Santander
El PGOU de Santander va camino de convertirse en el nuevo Yoko Ono: tiene la culpa de todo. El tema es árido, lo cual juega a favor de gobernantes y élites económicas, pero se puede entender con no pocos ejemplos desde la aprobación definitiva del documento.
Por partes. Lo primero: ¿Qué es un PGOU? Un Plan General de Ordenación Urbana es un documento muy técnico (lenguaje urbanístico, con siglas y procedimientos de bastante difícil comprensión para el vecino medio), muy extenso (con miles de fichas, barrio por barrio de la ciudad) y muy complejo (de difícil lectura).
Recoge la planificación y el diseño de una ciudad y es el mayor instrumento legal de cualquier Ayuntamiento. Sobre el plano, puede decidir qué uso se le da a cada parcela: dónde se va a construir una infraestructura; dónde van a estar los equipamientos sanitarios o las dotaciones deportivas; qué espacios se reservan o se dedican a suelo industrial y hacia dónde se van a expandir los crecimientos residenciales.
No hay otro documento más estratégico que el Plan General de una ciudad. Y no hay una norma que enmarque más los grandes intereses económicos, no sólo de Santander, sino también de toda la comunidad autónoma.
Bien, pues Santander, que había extendido en demasía la vida del anterior PGOU (1996) – con la consecuencia de que la burbuja inmobiliaria se movió a sus anchas sin un marco urbanístico definido (véase la S-20)- decidió dotarse de otro Plan en 2006, con el anterior alcalde Gonzalo Piñeiro (PP), pero no logró la aprobación definitiva hasta 2012, ya con Iñigo de la Serna (PP)
LO DICHO…
Antes de las elecciones de mayo de 2011 asistimos a un Pleno que llevaba en el orden del día la aprobación inicial del PGOU. Y pudimos escuchar como el propio De la Serna defendía el documento con argumentos bastante sentimentales dirigidos a afear a la oposición.
Si votas en contra de este PGOU estarás votando en contra de La Remonta, decía; si votas en contra de este PGOU estarás votando en contra de la reordenación ferroviaria; si votas en contra de este PGOU estarás votando en contra del Frente Marítimo; en contra del Cabildo de Arriba y hasta en contra de la solución para los vecinos de las viviendas incendiadas en Tetuán.
Han pasado más de cuatro años desde aquel Pleno y ninguno de los asuntos que justificaban el voto favorable al Plan General, según el alcalde, se han concretado. Ni de lejos.
Por supuesto, hoy sigue siendo más que cuestionable un PGOU basado en el ladrillo que plantea un crecimiento poblacional de hasta 261.000 habitantes en 2024, cuando la población ha descendido cada uno de los últimos años hasta quedarnos en 176.000. Mucho tendríamos que crecer en los próximos nueve.
… Y LO HECHO
Pero un PGOU es mucho más, porque lo que determine el Ayuntamiento afecta a los grandes y a los pequeños propietarios de suelo y de vivienda. Y es en este sentido en el que el PGOU ha empezado a enseñar la patita por debajo de la puerta. Más que la patita sus violentas zarpas.
Con el tiempo hemos descubierto que votar a favor del PGOU fue votar a favor de otro vial en la S-20 con sobrecostes, que el Consistorio se empeñó en ejecutar antes de las elecciones, aunque para ello pasara por encima de la vecina Amparo Pérez.
Votar a favor del PGOU ha significado votar a favor de tener en vilo a decenas de vecinos del Prado San Roque y el Río de la Pila.
Y votar a favor de aquel PGOU ha significado votar a favor de operaciones urbanísticas como la del Pilón, que nos encamina a otro proceso de sustitución del tejido vecinal en pro de una operación inmobiliaria con las cajas del rescate bancario y promotores locales implicados.
Esos son los efectos del PGOU sobre los pequeños propietarios. Es el puñetazo del ladrillo, del que nadie estamos a salvo. Un día puede pasarte a tí y te cambiará la vida por completo, tanto si consigues resistir como si, como por desgracia suele pasar, los grandes intereses se imponen.
Paralelamente, ha habido otras actuaciones del PGOU en las que el Ayuntamiento ha actuado de forma más amable con los propietarios. Grandes propietarios. A unos les expropian a la baja, pero con otros se firman convenios. Siempre hubo clases: ciudadanos de primera y ciudadanos de tercera.
Es lo que ha pasado en el promontorio de San Martín, donde una de las grandes familias de la ciudad, los Díaz (ASCAN), se ha asegurado la posibilidad de construir vivienda de lujo en un lugar privilegiado de la ciudad. Es el proyecto Playa de San Martín, que además ha recibido un entorno que ha mejorado notablemente con inversión pública: las inversiones en Gamazo. Miel sobre hojuelas.
O más recientemente, como ha publicado El Faradio, las convenientes modificaciones del Plan Sardinero para permitir las operaciones entre los Díaz y los Botín. Todo en tiempos muy cercanos al proceso de refinanciación (con la ayuda del Banco Santander) de la principal empresa de los primeros, ASCAN, que pasó por el preconcurso de acreedores.
La constructora de las concesiones más emblemáticas de la ciudad (recogida de basuras, Centro Botín o Duna de Zaera), y en todos los tinglados polémicos de los últimos años en Cantabria: desde las piscinas municipales hasta el Puerto de Laredo, pasando por el cartel del asfalto.
Y está por ver la operación al norte del PCTCAN, donde en su día se denunciaron movimientos especulativos, en la que parece haber sintonía absoluta entre el presidente, Miguel Ángel Revilla, y el alcalde, Iñigo de la Serna. Si os fijáis, ese futuro crecimiento tiene incluso su conexión transversal: el Puente de Arenas que no lleva a ninguna parte. Todo se andará.
LAS SOMBRAS
Con todo, no deja de llamar la atención la denuncia de políticos – que con el tiempo fueron expulsados por unos u otros motivos de sus partidos, PSOE y PRC, siempre en la oposición en Santander – sobre las presiones previas al Pleno en el que debía aprobarse el PGOU que está regulando todo esto. Aquel en el que, según el alcalde, votar en contra era estar en contra del progreso y de Santander.
“Nos habéis hecho perder 30.000 de una constructora”, le habría espetado el dirigente socialista José Guerrero al jefe de campaña del PSOE de Santander, Raúl Gil, después de aquel Pleno de Santander en el que los socialistas votaron en contra del PGOU, según su relato en el libro ‘Con tinta roja’, que acaba de volver a la actualidad por la torpeza de Guerrero.
“Los días previos a la aprobación del PGOU hubo muchas reuniones y llamadas de la cúpula del PRC, las dos veces que se debatió esto en el Pleno”, incidió Conchi Solanas al hilo de la denuncia contenida en el libro de Gil. Y el PRC argumentó en contra, pero votó a favor de este PGOU “por responsabilidad”. Es curioso, porque el PP en Santander no necesitaba los votos de la oposición.
Ahora ya no tiene mayoría absoluta y el PGOU tendrá que volver al Pleno para tratar alguno de estos asuntos. Estaremos atentos, por si se vuelven a sumarse votos “por responsabilidad”.
O por si, en el mejor de los casos, se apuesta por un urbanismo más dialogado como defiende José Ramón Sáiz Viadero. Un urbanismo que no sea tan desigual: tan traumático para unos pocos vecinos, ni tan beneficioso para algunas empresas.
ana
Esperemos que la oposición «como ya se ha comprometido con los vecinos de distintas zonas de la ciudad» sigan con ese apoyo, para un Santander de los barrios para los ciudadanos, indistintamente de su nivel económico y social.