Te lo dije
No estamos, aunque lo penséis, disfrutando este momento en que Cantabria ha renunciado a la reivindicación de un tren de alta velocidad, tal y como acaba de anunciar el presidente Miguel Ángel Revilla.
Que la sociedad civil de esta comunidad autónoma lo había dicho, porque lo había sufrido, que el debate ficticio del AVE no llevaba a ninguna parte.
Han sido casi cinco lustros con la ilusión de un proyecto que sólo le ha servido a los partidos políticos, para entretenerse y para aburrirnos.
Pero es que mira que se lo teníamos más que dicho: que el AVE no iba a ninguna parte.
Deberíamos reclamar daños y perjuicios por tanto tiempo perdido.
Tiempo en el que no hemos definido nuestro proyecto de comunidad autónoma, ni plan estratégico, ni apuestas de futuro, nada de nada.
Y sobre todo, que no lo dejemos ahí. Que renunciar al AVE es sensato, llevamos mucho tiempo escuchándoselo a los técnicos, a los ingenieros y a los más informados.
Pero hay otra realidad: País Vasco, Asturias y Galicia si lo van a tener. Así que ya podemos ir preparando una alternativa sensata que podamos defender en Madrid sin sentir vergüenza.
No será que no lo habíamos dicho.
Y no es la primera vez.
No será que no les advertimos que Cantabria necesita saber qué quiere ser de mayor. Que necesitamos un plan estratégico, un plan industrial y mucho más.
No será que no les dijimos que el modelo GFB, Nestor Martin o Tubacex, en realidad es el mismo modelo: el del Gobierno empresario en inversiones que, como norma, vienen acabando mal. Y que hay que acabar con ese despilfarro.
Les dijimos también que el Racing no puede volver a servir para rescatar a empresas.
Que el Puerto de Laredo era nuestro aeropuerto de Castellón
Que los teleféricos se habían concebido para pelotazos empresariales.
Se lo dijimos todo, se lo advertimos.
Como en su día les dijimos que el fracking era un riesgo que había que evaluar
Porque no será que no les dijimos que la exclusión sanitaria era un error.
No será que no les dijimos que el nuevo modelo de Valdecilla tenía riesgos que igual no compensan la finalización urgente de las obras, para las elecciones de mayo pasadas.
Y no será, esta es más reciente, que no les dijimos que teníamos que responder con más solidaridad a la crisis de refugiados.
Ni que el modelo urbanístico de Santander castigo a unos y premia a otros, con nombres apellidos (unos y otros).
La sociedad civil siempre se lo dice a la política, lleva años haciendo advertencias; lo malo es que sólo responde cuando queda poco remedio.
Leyes antifracking, planes de acogida, bolsas de pisos sociales, planes industriales… medidas que han empezado a surgir en la agenda institucional, a golpe de pancarta, de jornada, de reivindicación…
Si es por avisar, habrá que seguir haciéndolo. No será que no lo dijimos.
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