Qué penuca
Es curioso porque tenía entendido que el parlamento cántabro era el lugar donde nuestros representantes debatían sobre cuestiones cántabras y daban solución a los problemas cántabros, donde el foco de atención estaba sobre la privatización de la gestión del hospital de Valdecilla, el rescate (o no, según a que prcero preguntes) del aeropuerto vacío de Laredo, digo… puerto, la situación vergonzosa de algunos de nuestros comedores escolares, la no protección de los espacios naturales (del interior y de la costa) de Cantabria (sí, somos pocos y con poco territorio, pero tenemos mucho), la desprotección de nuestros ganaderos y ganaderas en la cuestión de la leche, etc. En fin, nuestras cosucas.
Y me resulta curioso porque el último pleno (el lunes pasado) se ha basado en cuestiones que trascienden el ámbito territorial de nuestra comunidad e incluso se han tratado temas de índole europeo e internacional. Y no me entiendan mal, la importancia de algunos de esos temas es superlativa pero en un pleno cántabro el tiempo dedicado a tales cuestiones debería ser excepción y no norma.
El TTIP, los refugiados, la unidad de España o la violencia de género han copado, bien copado en algunos casos y a ratucos, gran parte del tiempo, desplazando, repito, nuestras cosucas.
Algunas de las cuestiones nacionales e internacionales mencionadas son circunstanciales, quizá, pero no casualidad. Nuevos y viejos en esto de la política institucional obedecen a sus jefes de Madrid y Barcelona unos y a la actualidad electoral catalana otros. O a ambas. Y la soberanía territorial que reclaman unos o la regeneración [inserte aquí lo que quiera regenerar] que enarbolan otros queda relegada a papel mojado (por el Cantábrico).
Y ayer en el pleno de Santander, se repitió la jugada. Hay que unir a España con soga. Bien fuerte. Que apriete. Y que ahogue. Se pasan por el forro (el forruco) las competencias territoriales y lo que es más grave, la voluntad popular, intentando (inútilmente en mi opinión) conseguir algo empleando medios no adecuados. Utilizar albarcas para jugar a los bolos. Difícil.
Porque, representantes de los cántabros, a mí me gustaría que los catalanes se quedasen porque quieren y no por obligación o por miedo. Desgraciadamente, esa es la baza (bazuca) que algunos jugáis. Pero me gustaría aún más que en ese debate por ver quien ata mejor a España le dieseis más importancia a las cuestiones que afectan al niño cántabro. Pero también al niño catalán, polaco o senegalés. Porque a mí me importan por igual.
Y es una pena. Qué penuca.