Pienso, luego me desaparecen
||por JOSÉ ELIZONDO y KARLA AVILA, en recuerdo de los estudiantes desaparecidos en México. Hoy habrá un acto conmemorativo, contra el olvido. A las 18.00 horas en el Centro Bertolt Bretch (calle Isaac Peral, 3;, y a las 2o horas, en la Plaza Pombo||
Cuando la afirmación de tu libertad es guillotinada por el filo agangrenado de la guadaña. Cuando alzar la voz se convierte en la última arma cargada de esperanza y, por eso, nos la arrebatan.
Cuando pensar para cuestionar, para reivindicar, para construir, se convierte en una amenaza para los guardianes del silencio. Cuando las balas atraviesan las gargantas de los insurgentes por derecho. En este momento, “Pienso, luego me desaparecen”.
En ese momento los carceleros del pensamiento disparan con munición de verdad. Y las palabras se convierten en el último aliento de quien solo sabe gritar LIBERTAD.
Porque ya no “Pienso luego existo”. Porque la razón no encuentra razones a tanta locura. Porque ya no “pienso luego existo”. Porque pensar se ha convertido en un acto revolucionario. Porque pensar se ha convertido en una amenaza para los celadores del pensamiento único. Y por eso, me desaparecen. Y por eso, nos desaparecen.
Mi recuerdo se irá descolgando por la pendiente de vuestro olvido, mi memoria será convertida en ataúd sin rosario, en lápida sin nombre. Y las palabras que un día hablaron de mí, acabarán siendo discursos en los labios del verdugo, si nadie hace nada para evitarlo.
Hace un año en Santander, a miles de kilómetros de Ayotzinapa (Guerrero, México), como en cientos de ciudades del mundo, llegó el eco de un grito desde mas allá del Atlántico. Un grito lleno de dignidad, lleno de Verdad. Un grito que clamaba justicia por los 43 estudiantes normalistas desaparecidos. Y ese grito sigue.
Pero el tiempo pasa y, con él, amenaza el Olvido. El primer impacto cicatriza sin dejar más marca que un regusto amargo en el paladar de la conciencia. Nada que no cure una pastilla para los ardores de estómago. Y entonces “el reloj vuelve otra vez al minuto 43” (Mar Pajarón).
Y la aguja duda en si pararse, como elegía por ese momento, como recuerdo por todos ellos, como un acto de desobediencia, de insumisión ante la dictadura del tiempo y de quienes quieren enterrarnos en él. Es el grito de la memoria. Es nuestro grito ¿Lo escuchas? ¿Nos oyes?
“Y las familias destrozadas, por tempranas ausencias, solicitan 43” (Tatiana Perdiguero). Y se preguntan “Cuantos racimos de ausencias se necesitan para llenar 43 cajas de ceniza. Y en la noche más triste de Ayotzinapa un largo llanto de amapolas cubrió el asfalto de insumisiones” (Raquel Serdio).
Porque no solo somos 43, porque “esposaron sus manos, encadenaron sus lenguas, destrozaron sus cuerpos, torturaron sus personas: Soldados!! Apunten!! Fuego!!”(Isidro Ayestarán), “que confiesen vuestros miedos, que la luz que apagasteis os deslumbre en nuestro duelo” (Juanjo Galindez).
“Porque si vas a matarme que sea despacio, esa aurora, parece prometer sapos. Cada alcantarilla escupirá mi nombre, de cada sofá saldrán mis ojos, desde cada maldito púlpito s entonará: -Me mataron porque quieren matarnos a todos (Patricia Fernandez).
Y con la espalda contra el muro “el sol abrasador de la frontera organiza una rebelión de lagartijas, sabedoras de ser inferiores al imperio de la lluvia.” (Maxi de la Peña) Pero no las importa, 43 velas permanecerán encendidas porque “No existe pacto ni olvido en la memoria de quien se adentra y saborea con la lengua del diablo el bocado infiel. Desconocer que proporciona más miedo; la espera o el saber”. (Néstor Revuelta)
“Ningún conflicto de intereses, justifica una matanza. La verdad no se calla con dinero, sus tapices de seda no tapan fosas ni boquetes en el suelo” (Almudena Campuzano). “Hoy han sido cuarenta y tres estudiantes, allá donde el Atlántico y América se unen. Pero mañana cualquiera podría ser el siguiente” (Paco Barrera), porque “no es solo Ayotzinapa” porque si no hacemos nada ¿Qué le diremos a los niños del mañana”? (Evalinda Coleman): “Antes tenía un hijo que jugaba entre vientos. Hijo que soñaba…soñaba entre sueños. Antes paseaba mirando al cielo. Ahora camino mirando al suelo. En este asfalto –donde- crecen los cielos negros… (Inés Fonseca).
Y es que sangran tus venas Latinoamérica en esa noche donde la luna sanguinaria era testigo fiel, como diría Pablo Neruda, saliendo a flote todas nuestras miserias. (Karla Ávila)
VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS. Hoy sábado 26 Septiembre, volveremos la vista atrás y le pondremos 43 nombres al recuerdo. 43 velas que siguen ardiendo, cuarenta y tres latidos que golpeen sus silencios. Porque VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS.
Fdo.: El número 44