Santander Ciudad Refugio
||por JOSÉ ELIZONDO. El sábado 10, La Nave que Late acoge un acto sobre refugiados. Habrá música y poesía, y se recaudará dinero para ayudar a Cruz Roja y a La Caravana Solidaria Rafar en la acogida. Será durante todo el día, aunque lo principal será a las seis de la tarde||
“Los hechos no dejan de existir porque se les ignore» (Aldous Husley)
Llega un momento en el que mires donde mires ya no puedes mirar a otro lado. No tiene que ser el mismo para todos. Y aunque cierres los ojos tu cornea dibuja la sombra de una desaparición forzada. Es entonces cuando necesitas reivindicar la solidaridad como un acto de justicia, de pura humanidad que va más allá de cifras, cuotas y leyes que olvidan lo más importante, lo único importante quizás:
-Que ningún latido es diferentes a otro, que más allá de discursos, más allá de retóricas al servicio de la indiferencia, o la autocomplacencia, existen personas en cuyas circunstancias haríamos lo mismo, pediríamos lo mismo, necesitaríamos lo mismo. Que ninguna frontera, del tipo que sea, debe frenar los más básicos derechos humanos:
-El derecho a la vida, a la dignidad, a intentar luchar por tener una vida mejor…
Parece sencillo sobre el papel y, sin embargo, muchas veces comprobamos como la realidad se enreda en excusas, en pequeñas batallas, en circunloquios para sordos, en las miserias de un día a día que nos encierra tras barrotes invisibles que no nos dejan salir, ni mirar un poco más allá de nuestros ombligos mejor o peor anudados al Sistema.
Santander Ciudad Refugio no quiere ser el final. Quiere ser una más de las iniciativas que surgidas en torno a derechos humanos tan básicos, tan obvios que incluso sentimos cierto pudor al reivindicarlos, sino fuera porque se vulneran sistemáticamente, inmersos en una normalidad devastadora. (También le gustaría ayudar a desenredar ombligos).
Es solo un gesto, uno más que quiere sumarse, con sus riesgos y contradicciones, a tantos otros…Un gesto que repudia esa coherencia que te hace no hacer nada para aceptarlo todo.
Es un gesto que se hace pequeño, diminuto, casi imperceptible si lo ponemos en la balanza de la frontera, del perseguido, de las concertinas, de cadáveres sin nombre en las cunetas, en el fondo del mar. De las víctimas de tratas de blancas y de las mafias, de quien deja todo atrás con la incertidumbre de no saber que se encontrará dos pasos más adelante. Es un gesto nada mas…
Es solo un gesto, uno más, insignificante para una globalización al servicio del espectáculo donde solo se fijan en ti cuando eres “noticia” y, quizás, cuando solo quieres ser “noticia” para que se fijen en ti.
Pero es urgente, inapelable, claramente insuficiente pero dramáticamente necesario. Un gesto que ojalá se olvide pronto por ser uno más de tantos y tantos mucho más grandes, más efectivos, que sirvan para que nada vuelva a ser igual porque, desde hace mucho tiempo, ya nada puede ser igual.
Es un gesto que se rebela contra quienes ven cifras y porcentajes en lugar de seres humanos. Es un gesto que es la suma de muchos gestos que se niegan a aceptar que cambie algo para que todo siga igual.
El legado de Galeano nos dice…
“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”.
Que esas bonitas palabras se conviertan en algo mas solo depende de nosotrxs.
Solo será posible gracias a Ti…