No sé si conocéis la serie de televisión American Horror Story (AHS). Si no es así, estáis tardando en verla. En serio, no tiene desperdicio. En ella, el elenco de actores permanece casi inalterable en cada temporada (con la gran Jessica Lange como gran reclamo, a pesar de que en la temporada que ahora se está emitiendo, la quinta, sólo hará un pequeño cameo). Sin embargo, la trama cambia cada temporada y, por ende, los personajes interpretados y la época en que se ambienta.

Como podéis imaginar, es una serie de terror, que muestra la oscuridad y crueldad del ser humano, donde lo real y lo paranormal se entrecruzan, así como la crítica y el sarcasmo y en la que siempre hay una cita donde el miedo y el susto suelen tener sus cotas más altas: Halloween, su fiesta de los muertos.

Este fin de semana, realidad y ficción se mezclan en Santander gracias a la apuesta incansable del smart-alcalde y su gobierno por estar a la moda, esta vez con lo que llaman «ocio alternativo».  Halloween. Ocio alternativo. Halloween. OK.

Cuesta dejar a un lado ese empeño por elevar hasta los cielos, como si de Todos los Santos se tratara, unas fiestas que poco o nada tienen que ver con Santander, consecuencia de un proceso de globalización y pérdida de identidad local y una búsqueda, como he mencionado antes, de ir a la moda. Ser tendencia. O trendic topic, hilando fino.

Bien es cierto, que en este sentido, no es el único que apuesta por el rédito inmediato (siempre con el radar electoral pitando) y este tipo de eventos con nula vinculación a nuestra comunidad se repiten en el resto de Cantabria (ahí están las Ferias de Abril, por ejemplo) en detrimento de una apuesta clara y decidida por la promoción de nuestra cultura, música, folclore, deporte o gastronomía, más allá de las citas obligatorias que celebran porque no tienen otro remedio. Si no, de qué.

Y bien es cierto, que gran parte de esa castellanización y/o globalización de Cantabria tiene su máximo exponente en el descubridor de pólvora que tenemos como presidente, aquel que considera al cántabro «español mal hablado» y cuya labor de promoción del deporte autóctono se basa fundamentalmente en construir a destiempo boleras cubiertas a millón y pico de euros la unidad (sí, en plena crisis). Revilla, regionalista. Revilla. OK.

Pero hoy el tema es Halloween y la oferta de ocio alternativo de la capital (lo que me cuesta escribirlo sin echar una carcajada) entre cuyas actividades está «un juego real de escape ‘XKAPA’, en el que equipos de seis jóvenes deberán superar pruebas para escapar de un local ambientado a modo de comisaría en un tiempo determinado» y el «‘Laberinto Misterioso’ un recorrido terrorífico por el Barrio del Cabildo».

A falta de más detalles, me imagino ambas actividades juntas y, la verdad, es que hacer un spin-off de AHS en Santander no es algo que descartar a la ligera. Imaginaos la historia si tenemos el ambiente y los personajes:

Un vial en Las Llamas construido sobre la muerte de Amparo; un laberinto administrativo en el Cabildo y El Pilón con tintes de especulación urbanística; el mausoleo inacabado de Botín, que recuerda a los presentes quién es el amo y quién el perro mientras el común de los mortales vive en la novena ciudad española con más pobreza. Y una política basada en escaleras mecánicas everywhere. Eso que no falte.

Y cómo no, ha de haber una historia de amor. Y la hay. Un tanto empalagosa, la verdad, pues me temo que veremos durante toda la trama a los concejales de Ciudadanos babeando y suspirando en busca de un guiño, una mueca o algo (lo que sea, ¡por dios!) del smart-alcalde. Y él, galán, les cederá la chaqueta de cuero en las noches de frío. <3

Santander Horror Story. Muy pronto, estreno. ¿Te la vas a perder?