Divos de ópera sobre el cuadrilátero
La cosa va no de asustar y de desmontar tópicos (bueno, y de confirmar otros) sobre la ópera, a un género que asusta tanto como gusta, aunque a grupos diferentes, por supuesto.
Frente a los dramas épicos con decenas de personas hablando y muriendo con trajes ostentosos sobre el escenario acompañados de un coro multitudinario, lo que nos propone el montaje de esta semana en el Palacio de Festivales es intentar que nos ríamos en la ópera.
Ese es el principal objetivo de ‘La ópera de cuatro notas’, de Tom Johnson, que se representa este viernes 27 y el sábado 28 en la Sala Pereda a las 20.30 horas.
Una ópera que bebe del absurdo de Pirandello y que, en un mundo cargado de personalismos, tiene como protagonistas, rizando el rizo, a cinco divos (uno por cada estilo de voz en la ópera) con una rivalidad mortal.
Son algo así como cuatro personajes en busca de autor, la obra que inspiró a Johnson en su momento a este montaje que lleva desde 1976 sobre escenarios de todo el mundo.
Frente al drama, humor; frente a las grandes orquestas, la sobriedad de un piano; y frente a la complejidad, sencillez (aparente, porque el reto se las trae): la obra está compuesta sólo con las cuatro notas que dan pie al título y que se convierten en infinitas. Es magia, es ópera.
El libreto no tiene acotaciones, lo que permite mucha flexibilidad a los directores que se atreven con este montaje, en esta versión, Paco Mir, miembro de los míticos Tricicle, que se enamoró de la obra cuando la vio en una representación en París.
Mir dirige aquí a Eugenia Enguita, soprano; Ana Cristina Marco, contralto; Francisco Sánchez, tenor; Axier Sánchez, barítono; Francisco Santiago, bajo; y Javier Carmena, piano.