El diálogo y la nueva agenda saltan de la calle a las instituciones
Para vosotros era normal. En vuestra casa, en vuestra empresa. Negociar, dialogar. Quien recoge a los niños de la piscina, esta factura es demasiado cara para nosotros, no termino de ver el cartel de este evento. Llevamos varios años viviendo en guerra y todos la hemos sobrellevado negociando. Cediendo.
Por eso chocaba tanto la cerrazón de las instituciones, las visiones únicas del mundo, la descalificación a quien no pensaba como ellos, fuera detrás de una pancarta o al otro lado del despacho. Era antinatural.
Por eso, si aparcamos por un momento la batalla entre partidos, en 2015 todos hemos obtenido un gran éxito. Hemos conseguido que las instituciones se parezcan un poco más a nosotros: les hemos obligado a dialogar y a ceder.
No es la única victoria que hemos alcanzado. Vuestros temas, los que llevabais años denunciando en la calle o en los foros en los que os daban voz, los que llevamos contando desde el nacimiento de BUENAS TARDES CANTABRIA y EL FARADIO, se colaron en los programas electorales.
Los desahucios, la exclusión social, los comedores escolares, la necesidad de frentes unidos en materia de infraestructuras o de definir de forma conjunta qué queremos ser de mayores se colaron en los programas electorales de los partidos más insospechados. No les quedaba otra.
Ese gigantesco “te lo dije”, esos constantes avisos confirmados por los hechos de que esto iba mal, y ese mensaje, en consecuencia, de que si queremos que las cosas se hagan bien no podremos relajarnos ya nunca, es lo que reconoce la categoría Actualidad de la tercera edición de los premios El Faradio al Espíritu Crítico.
ES TIEMPO DE DIÁLOGO
Lo que pasaba en la oficina y en el bar ahora pasa en el Parlamento de Cantabria. Ya no es tiempo de mayorías absolutas (ni de pactos absolutos) porque eso no es real. Digamos que es más tiempo de Borgen que de Juego de Tronos, aunque seguiremos zapeando en House of Cards.
Sí. Seguiremos viendo distorsiones y cosas que no nos gustan, porque, en el fondo, un ambiente de cesión amable y de diálogo es incompatible con lo que ofrecen los partidos políticos: una visión cerrada del mundo basada en el unos contra los otros. Pero nosotros hemos aprendido y tal vez ellos puedan también.
Tras años de ‘toques’ más o menos sutiles, la principal lección la recibieron donde más duele: en los resultados electorales de las municipales y autonómicas del pasado mes de mayo.
No es tanto que cambiara el signo del partido que gobierna en Cantabria, sino que sus sucesores, que ya estuvieron y también cayeron en los mismos vicios del poder, son más débiles.
Y eso les obliga a buscar apoyo constante para sacar iniciativas adelantes, lo que les hace recordar cada semana que son mortales y que pueden perder.
Es una actitud a la que están ayudando nuevos perfiles políticos en todos los partidos, como saben Pedro Hernando, José Ramón Blanco o Rubén Gómez, por citar algunos de los que mejor se están moviendo en ese nuevo escenario.
También les obliga a pisar menos moqueta y estar en contacto, a unos y otros, con interlocutores al otro lado, en el mundo real. Un Gobierno débil no puede permitirse soberbias ni desprecios, y necesita un respaldo exterior que le legitime más allá de los escaños.
En un presagio de lo que se venía con las generales: en lo que parece una regla matemática en la política española, los ayuntamientos vieron cómo se acababan históricas mayorías absolutas en lugares como Miengo, Ramales de la Victoria o el mismísimo Santander (haciendo aflorar, pleno a pleno, la cara más agresiva del equipo de Gobierno del PP), y complicado los panoramas en lugares como Torrelavega o Castro Urdiales.
Cambian los protagonistas y cambia la agenda: si se habla del AVE, es para buscar consensos, y se escuchan ya discursos sobre exclusión social, desahucios y otros asuntos de los que antes se hablaba más en la calle.
No en todos los sitios ha habido cambios, como ya saben en Miengo o un hereditario Laredo, pero quien quiera retener el poder con los métodos viejos sabe que ahora están más expuestos y visibles que nunca. Y que les costará más esfuerzo.
CUANDO LO PÚBLICO ARRUINA LO PRIVADO, OTRA VEZ
Al Plan de Gobernanza le sucedió InverCantabria. A la obsesión eólica y al Puerto de Laredo le sucedió el delirio teleférico. Por lo menos en estos casos no hubo más víctimas que vuestro dinero. Que no es poco.
Pero es que después de un GFB en el que hubo de todo (EREs, concurso de acreedores, liquidación) y después un Racing que además de vuestro dinero se ha llevado por delante un par de carreas políticas,
….y a pesar de los discursos que juramos que hemos oído en el Partido Popular sobre que lo público no debería inmiscuirse en lo privado….
…acabamos cayendo otra vez, y a lo grande, en ese modelo tan obsesivo como autodestructivo: los trabajadores de Teka pusieron el dinero de sus despidos para que les volvieran a despedir en Ecomasa/Nestor Martín.
Un demencial proceso en el que lo que hizo lo público fue, primero, con el PP, llamar a aquí unos amigos para reflotar una empresa que recibió dinero de todos (de los trabajadores y nuestros) sin que sepamos adonde fue, más allá de otras empresas y sociedades del grupo.
Sobre los trabajadores, en cambio, recayó el peso de buscar soluciones, primero, y justica, después. Porque han sido ellos los que impulsaron las acciones judiciales, con denuncias directas a los culpables, frente al modelo de un Gobierno de Cantabria PSOE-PRC que en lugar de apoyarles se fue a la Fiscalía (que les acabó diciendo que si de verdad querían hacer algo, se sumaran a la querella de los trabajadores)
Serán, por desgracia, protagonistas de 2016, con la celebración de la Comisión de Investigación parlamentaria y esperemos que del juicio. De la primera, la que tendrá más peso público, ya sabemos lo que esperar: un GFB 2.
UN POCO DE ORGANIZACIÓN
Frente a este modelo con hiperpresencia (y excesivas consecuencias) de lo público en el mundo privado, empresarios y organizaciones –que también son sociedad civil, sociedad profesional, si lo preferís- llevaban años (re)clamando por un modelo inverso, en el que la iniciativa parta de ellos y los gobiernos se limiten a crear el marco de actuación y a no poner trabas. Y a no cagarla, que no es poco.
El famoso qué queremos ser de mayores, con todas las voces posibles, algo que empezó a asomar en los programas electorales con las promesas de la elaboración de un Plan Industrial, que, en cualquier caso, deberá trascender los esquemas clásicos de la concertación social o de la Mesa del Besaya, avances en sí mismos que se espera que lleguen más allá.
Tal vez el modelo, más sencillo, más discreto, y más alejado de los focos urbanos, se encuentre en unos Valles Pasiegos en los que se han desarrollado ya varias reuniones de trabajos para recopilar ideas qué sirvan para definir el futuro de una comarca sin industria ni grandes perspectivas turísticas. Sólo tienen su imaginación.
En una Cantabria que perdió casi un lustro en reclamar dos AVEs y en culparse de que por alguna razón ningún Gobierno los aceptara , hubo voces, entre las que destacamos a José Manuel García Díaz de Villegas o a Enrique Conde, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, que pedían más acuerdo y más consenso en algo tan vital como las infraestructuras.
No fue ya pasado ese lustro hasta que no llegaron las propuestas más profesionales y los consensos parlamentarios en materia de infraestructuras. Si lleváramos a juicio a los responsables, como se hace en el mundo real, les reclamaríamos un concepto que se llama coste de oportunidad. La indemnización sería milmillonaria.
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