La falta de transparencia, la auténtica marca Santander
El Ayuntamiento de Santander ha anunciado la rescisión del contrato con PS Live, la empresa seleccionada para desarrollar la nueva imagen de la ciudad, tras el revuelo levantado en el mundo de los profesionales del diseño gráfico por la baja calidad de la propuesta, su alto precio y las más que sospechas sobre la falta de originalidad de una de las tres opciones elegidas y otras de una dudosa calidad que incluía una falta de ortografía (Santander Inspirra, con dos erres).
El asunto no está zanjado del todo, pues siguen faltando muchas explicaciones y mucha documentación, que tendrán que sustanciarse en una Comisión de Turismo porque lo cierto es que la gestión de este proyecto no ha tenido ni la rapidez de reacción ni la “absoluta transparencia” que se ha vendido estos días.
Y no ha sido así en ninguna de las fases:
-En primer lugar porque, en contra de la tendencia a convocar concursos internacionales de ideas para este tema en otras ciudades y en la propia Santander en otros proyectos como el Frente Marítimo, lo que se optó fue por un concurso privado, restringido y por invitación.
-Es decir, se opta para concurso internacional en actuaciones urbanísticas en la Bahía de Santander, pero no en la definición de la imagen que definirá a Santander internacionalmente.
-Una apuesta, la del concurso cerrado, que se entendería si los invitados y elegidos hubieran sido referentes en el sector de la creación de marcas, pero finalmente la seleccionada, una empresa nacional, es más conocida por sus acciones llamativas de marketing callejero.
–El pliego con las condiciones del proceso tiene fecha de diciembre de 2014 y no se hizo público. No pasaba nada por hacerlo público: los pliegos no incluyen datos de las empresas, si se quisiera alegar que es información de carácter privada. Son un listado de condiciones para hacerse con el contrato, entre ellas el precio, 72.000 euros, IVA incluido.
–Pese a que el proyecto ya estaba en marcha, se incluyó como promesa en el programa electoral del PP de Santander a las pasadas elecciones municipales, que llevaba un plan de branding y otro para situar la imagen internacional de la ciudad, junto a otros (continuaba la dispersión, vinculados al Centro Botín, al Barrio de La Florida o al centro asociado al Reina Sofía)
-Y la adjudicación se hizo en torno a las fechas de mayo-junio. El gasto menor se aprobó en la Junta de Gobierno local del 29 de junio: ni la adjudicación ni el gasto menor se hicieron públicos. Ese gasto finalmente fue de 60.000 euros, menos de lo licitado (dentro del margen de acción que usan las empresas para resultar más atractivas y hacerse con el contrato)
-De hecho, la primera y única alusión a que el proyecto ha empezado se hace en septiembre de 2015, dando detalles del estudio y las conversaciones previas, así como la investigación en redes sociales de los valores asociados a la ciudad, en una información que difunde el propio ayuntamiento y en la que es esta institución la que no difunde la cifra económica en que se adjudicó el proyecto.
-Fue una información de EL FARADIO la que concretó la cantidad.
-Una vez estalla la polémica, esta misma semana, se produce una confusión de cifras: el día que se presentan las tres propuestas, se dan los 72.000 euros de la adjudicación (cifras divulgadas en rueda de prensa por el propio Ayuntamiento), pero al confirmar la rescisión del contrato, se dice la cantidad en la que fue adjudicada realmente, los 60.000 euros
-Y se remarca que no se ha entregado nada de esa cifra, y que no se entregará. El pliego establecía un pago inicial de un 10% en una primera fase y un sistema de indemnizaciones muy genérico en base a dos cláusulas que remitían constantemente la una a la otra, entrando en bucle. Eso es el pliego, las condiciones iniciales. Las definitivas estarán más desarrolladas en el contrato firmado, que no es público.
-En cualquier caso, el Ayuntamiento hubiera tenido una gran ocasión de demostrar su voluntad transparencia convocando una reunión de la Comisión de Turismo (en la que hay representantes de los distintos partidos) para explicar más detalles que los de la reunión de urgencia de esta semana y aportar documentación al respecto. Y la habrá, sí, pero no porque haya convocado el Ayuntamiento, sino porque la han solicitado los partidos de la oposición.
DE LA OPOSICIÓN AL SECTOR
El equipo de Gobierno ha defendido su rápida reacción, pero lo cierto es que su primer impulso, en entrevistas en medios en cuanto comenzaron las críticas, fue respaldar a la empresa con los argumentos de la empresa. Podían haber encargado una investigación interna, pero optaron por la huida hacia adelante.
Ha sido, en todo caso, una rectificación por fases: de la defensa férrea se pasó a eliminar uno de los logos sospechosos y, finalmente a la rescisión del contrato.
El Ayuntamiento ha centrado sus críticas posteriores en los partidos de la oposición, dentro de una tendencia habitual en la ciudad en la que, si se atiende al argumentario del equipo de Gobierno, los problemas los causan quienes no gobiernan.
Entre los reproches que les hace se encuentra el que en la reunión de urgencia a la que se les convocó esta semana, los partidos no pidieron que se rescindiera el contrato.
Y aunque sí reclamaron volver a empezar con el proceso, dificílmente hubieran podido pedir la rescisión: no se les enseñó el documento del contrato, por lo que no podrían saber las consecuencias de hacerlo, las cláusulas indemnizatorias, la existencia de fianzas, etc…habituales en el sector público.
Y, en todo caso, es una decisión que le corresponde al Ayuntamiento y que hubiera podido rechazar si se lo plantearan desde los partidos de la oposición, como habitualmente sucede.
En ese contexto, transmite mucho la perdida que hay en estos momentos al identificar transparencia con facilitar documentación a la oposición en lugar de directamente al ciudadano, que es de lo que va esto.
Y mientras sólo se habla de la oposición, se obvia el principal colectivo al que tiene que dirigirse: los profesionales de un sector que además toca muchas ramas y con el que muchos otros profesionales tienen contacto. Todo el que tenga un proyecto (una empresa, una actividad cultural o solidaria…) que difundir o lanzar recurre en alguna ocasión a un diseñador.
Y que se sienten molestos y dolidos (aquí y aquí), no tanto porque no se les haya seleccionado, ni siquiera porque no se les haya invitado, sino porque el resultado se traduce en un descrédito general para un trabajo que les resulta muy difícil hacer valer a sus clientes en tiempos de crisis.
Más de uno se pregunta si esto hubiera pasado con otro colectivo profesional más valorado por los responsables.
Porque fueron los ciudadanos y el sector los que destaparon la mala calidad del producto y la sospechas de plaiga.
Por eso tiene todavía menos sentido cargar las tintas en la oposición sobre un tema en el que se ha hecho mal, como tienen claro los vecinos
Si algo ha cambiado en los últimos tiempos en España, en Cantabria, y también en Santander, es que hay nuevos protagonistas en la vida pública señalando fallos: ya no son sólo los partidos. No comprender este nuevo escenario, que es lo que sucede cuando llevas el debate a la lucha entre partidos, demuestra un alejamiento de la realidad que con el tiempo lo es también de los votantes.
Por el contrario, los profesionales y los ciudadanos a los que esta marca iba a representar, no sólo no se han encontrado con una disculpa (palabra tabú en determinados mundos partidistas), sino que están leyendo en las últimas horas defensas cerradas de una transparencia que nadie ve y ataques a unos partidos que no han tomado las decisiones al respecto.
En un mundo normal, la reacción, aparte de facilitar toda la documentación, de verdad, a todos, hubiera pasado por la convocatoria de una mesa del diseño con los profesionales, para que no vuelva a suceder o para que escuchen de primera mano lo nefasto que puede ser dedicar tan pocos recursos a algo tan importante como la imagen de la ciudad, que al PP tanto le preocupa siempre en términos políticos, electorales y de repercusión en la prensa, pero no más allá.
Y a lo mejor ha llegado el momento de comparar todo lo que se gasta el Ayuntamiento en sobrecostes varios de obra pública, o el dinero que perdona en sanciones a determinadas empresas, para destinar mejor los recursos municipales.
EL PROYECTO
Y eso que desarrollar la marca Santander tenía el necesario objetivo de paliar un déficit de origen: la diversidad de marcas en una ciudad que ha querido situarse a la cabeza de todos los mapas del mundo (Smart, Deporte, Medio Ambiente, Viva y Limpia, Mundial de Vela, Creativa, sin olvidar otras potentes marcas que usan el nombre de la capital, como el FIS y el Banco Santander, o que se identifican con la ciudad, como la UIMP).
Incluso hubo un amago de participación ciudadana, con entrevistas sectoriales, encuestas y la posibilidad final de votar entre las tres propuestas en una votación que, en cualquier caso, no hubiera sido vinculante a la hora de tomar la decisión.
Finalmente, el resultado aparte del descrédito para el sector y la ciudad, es que no se podrá estrenar esa nueva imagen en FITUR, la Feria Internacional del Turismo, que se celebra la semana próxima.
LA TRANSPARENCIA QUE NO SE VE
No es la primera vez que pasa algo relacionado con la falta de transparencia de un Ayuntamiento que obvió contar el coste de reparación de daños en la cubierta de sede e incluso un pequeño derrumbe que llevó a su necesidad ni contó los sobrecostes que el Centro Botín ha provocado en el contrato de los túneles municipales y el canon que supone de pago al puerto por parte del Consistorio, por citar dos ejemplos.
En general, os retamos a localizar en el Portal de Transparencia o en la nueva Web municipal alguna alusión a la modificación del Plan Sardinero, detalles sobre el último cambio del Plan General de Ordenación Urbana (I, II), los informes jurídicos sobre distintos proyectos o el convenio urbanístico de San Martín, entre otros asuntos que no se pueden consultar en Internet.
O los curriculums de los miembros del equipo de Gobierno para conocer si tienen algún tipo de incompatibilidad entre su cargo y su trayectoria profesional
(como sucedería con los exdirectivos del Grupo SADISA con responsabilidades en urbanismo, y que, si se aplicaran otros criterios, como los que emplea el Gobierno de Cantabria y ha aplicado desde allí el propio Partido Popular, tendrían que inhibirse de las decisiones que afecten a empresas en las que hayan trabajado aunque no fueran propietarios o socios).
Así que sí, la falta de transparencia corre camino de ser la auténtica Marca Santander.
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