El día en que no hablaba nadie
Ni las sirenas, ni los gritos ni los ruidos de los trabajos de desescombro. Lo que más impresionó a José Luis Arauna el día siguiente al incendio del 15 de febrero de 1941 fue el silencio.
El silencio de los grandes momentos, cuando todo el mundo es consciente de que ha pasado algo que de momento ha cambiado todas sus vidas a la vez y a la vez saben que muchos otros hablarán de ello tiempo después.
“La calle estaba triste y vacía. La gente no hablaba”, relataba Arauna a los centenares de asistentes al acto oficial que ha marcado el inicio de la conmemoración oficial del 75 aniversario del incendio.
Bajo la lluvia, se ha recordado el día en que el Sur empujó el fuego, en un acto celebrado en la Catedral, que aquella noche quedó seriamente dañada y que de hecho fue uno de los dos únicos edificios que se reconstruyeron en el centro de una ciudad que se convirtió en un gigantesco solar, lleno de oportunidades para algunos, en una parte de la historia que de momento no está centrando los actos conmemorativos.
Ha tocado temas la banda municipal, y se han proyectado fotos de aquellos días y un vídeo con imágenes en movimiento. El claustro de la catedral se ha teñido de rojo y se han simulado las llamas que empezaron a prender esa noche en la calle justo atrás, mientras sonaban las campanas.
La conmemoración ha servido para hacer aflorar fotos y material que aún no se conocía, archivos particulares cedidos, que se suman a los fondos del CDIS, el Centro de Documentación de la Imagen de Santander en el que se custodia la memoria gráfica de la ciudad.
Y también para que desde el Ayuntamiento se haya hecho una apuesta por retomar la memoria (una “vacuna contra la desmemoria” de la “cicatriz urbana y humana” que supuso el incendio, en palabras del alcalde, Íñigo de la Serna, quien ha ensalzado el sacrifico y generosidad de los santanderinos aquellos días en los que, ha afirmado, surgió un Santander “abierto, cosmopolita y solidario”.