La Unión Europea necesita puentes, no vallas
||por José Carlos Ceballos. Cooperante en Oriente Medio. Delegado de Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) en Cantabria||
El año pasado se cumplieron quince de una fotografía icónica de otra emergencia humanitaria que llegaba a Europa, la de los miles de personas que intentaban cruzar el Estrecho de Gibraltar muriendo muchos en el intento, víctimas de la pobreza de la que huían, de las mafias que se aprovechaban de ellos y de nuestra indiferencia.
Esa fotografía de Javier Bauluz, director de Periodismo Humano, premio Pulitzer en 2005 por su trabajo en Ruanda, y que a la sazón era vicepresidente de Asamblea de Cooperación por la Paz, mostraba a una pareja de turistas tomando el sol en una playa de Tarifa a escasos metros del cuerpo de un inmigrante que falleció intentando cruzar esos kilómetros que separan África de Europa en una patera.
Una imagen que junto con otras grandes instantáneas no sólo debió quedarse grabada en nuestra retina, sino que tuvo que contribuir a que se movieran las suficientes conciencias en nuestras sociedades y en nuestros gobiernos como para que no se repitieran nunca más.
Sin embargo nuestra memoria es efímera. A pesar de que muchos reaccionamos y nos conmovemos ante tragedias humanas causadas por desastres naturales , por guerras o por dramas como el de las muertes en el Estrecho, estas imágenes acaban desapareciendo o siendo sustituidas por otras que compiten entre sí por arañar los muy escasos segundos de informativo que se les dedican. Y eso los titulares y la imagen impactante, no digamos ya el análisis de sus causas o de sus consecuencias, que apenas sí emerge.
Quince años después de la fotografía de Bauluz que mencionaba, otro cuerpo desde otras costas se asomaba a nuestras pantallas y nuestros periódicos, la de Aylan, un niño sirio de tres años que murió ahogado junto con su madre y su hermano en una playa de Turquía mientras intentaba escapar de la guerra que asola su país desde hace cinco años.
Pero el cuerpo sin vida del pequeño Aylan no era únicamente la imagen de una crisis de refugiados. Ni siquiera era la imagen de una guerra salvaje que ha destruido Siria y generado casi cinco millones de refugiados y cientos de miles de víctimas, una guerra a la que hemos dado la espalda durante mucho tiempo.
Ese cuerpo sin vida era la viva imagen del fracaso de nuestros gobiernos, que se traducía a su vez en el fracaso de nuestra Unión Europea como lo que una vez fue, un referente en la defensa de los Derechos Humanos.
Esta crisis financiera que nos atenaza desde hace años se ha llevado por delante muchas cosas. Usándola como excusa nos han arrebatado derechos sociales, laborales o democráticos, nos han enfrentado (o lo han intentado) a unos contra otros, nos han responsabilizado por nuestra mala cabeza de haber vivido por encima de nuestras posibilidades.
Ahora, ellas y ellos, los que gobiernan Europa, que hace tiempo que perdieron su humanidad, nos quieren también arrebatar la nuestra como sociedad. Quieren llevar su política vergonzosa a un nuevo nivel, y hacerlo además de una manera cobarde que pasa por encima de cualquier legalidad y ética.
Frente a esto hemos de rebelarnos. La ciudadanía de Europa, de España, de Cantabria, no se ve representada en ese acuerdo ignominioso al que han llegado con Turquía, que no sólo supondrá la muerte de cientos de personas que sus inductores deberán sumar a su ya abultada cuenta. Supondrá otro clavo más en el ataúd del sueño de lo que debe ser Europa, una unión garante de asilo y de refugio para todos aquellos que lo necesiten, una plataforma de defensa de los Derechos Humanos que no convierta a las personas en moneda de cambio para no sólo no resolver un problema, sino agravarlo.
Porque no debemos perder la perspectiva de que nos estamos jugando la vida de mucha gente, pero también están poniendo en riesgo el modelo de futuro de nuestra sociedad, la Europa que queremos. Una Europa que tienda puentes, no vallas, y que asuma en definitiva de una vez por todas la voluntad política necesaria para ser lo que su ciudadanía reclamamos que sea.
Nota: este 16 de marzo de 2016 han sido convocadas por organizaciones sindicales, políticas y sociales numerosas concentraciones por todo el territorio español para mostrar el rechazo al acuerdo alcanzado el 7 de marzo entre la UE y Turquía para la devolución en masa de refugiados y personas migrantes.
En Cantabria la concentración se celebrará a las 18:30 horas en la Delegación de Gobierno, en Santander.