Un cambio en la participación social que ha traído la crisis de los refugiados
La crisis de los refugiados sirios en la Unión Europea ha provocado un pequeño cambio en ciertas dinámicas de participación social, del que ya se verá si es duradero, permamente, ligado a esta crisis específica o al contexto general de crisis económica.
Antes de la crisis había asociaciones y ONGs, e incluso plataformas que las agrupaban a las de un mismo tema (pobreza, mujer o explotación sexual), con estructura más o menos estable, objetivos claros y una mezcla entre los objetivos más prácticos y directos, y los más de fondo
Llegó la crisis y fueron cobrando protagonismo nuevos modelos:
-los de la hiperespecialización en un problema muy concreto (los desahucios, en el caso de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, o los afectados por las preferentes, que de hecho dejaron de funcionar tras haber conseguido hacer hincar la rodilla, y pagar, a Liberbank, la antigua Caja Cantabria, perdedora de la batalla).
-las plataformas temáticas que agrupaban a asociaciones y ciudadanos: desde la lucha contra la exclusión sanitaria de los inmigrantes hasta la asamblea por las libertades y contra la represión de las protestas –contra la ley mordaza y derivadas- pasando por los grupos a favor de la elección de comedores escolares o contra el Centro de Emprendedores de Torrelavega
-Y, más tímidamente, un modelo más individualizado, a veces centrado en casos particulares (los eventos para ayudar a niños afectados por enfermedades difíciles como Lucas) o promovidos por personas particulares, como la Cadena de Favores que inició una santanderina, a través de Facebook, a quien llegaban necesidades muy concretas (pañales, alimento, una reparación…) que difundía en busca de alguien que pudiera satisfacerlas.
De algún modo, con todos los matices que se quiera, la crisis de los refugiados ha hecho confluir los tres modelos: es la historia de una plataforma temática, muy específica, de la que formaban parte ciudadanos (algunos procedentes de asociaciones) a título particular, Pasaje Seguro (en un modelo ya original de marca blanca en el que se trataba de renunciar a los protagonismos que en otras ocasiones han acabado perjudicando otros movimientos y causas), organizadores de la manifestación de Santander), con el de las iniciativas particulares de gente que no siempre había tenido relación con el activismo, como es el caso de Fátima., y que han coincidido con los movimientos más organizados, convocantes de la manifestación de este miércoles contra el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía.
Según explica a EL FARADIO el sociólogo y activista ‘Paulu’ Lobete, las formas de participar han ido evolucionando de la primacía del militante y activista a la participación «puntual» en causas concretas.
Es algo que «tiene mucho que ver con el cambio social de esta ´época», con «más liquidez en las identidades y en la identificación con lo colectivo»
Y se relaciona con la conformación de la identidad: antes la militancia proporcionaba una identifad fuerte y hoy las identidades se definen de una forma más dinámica, ya no son «para toda la vida» y pueden acumularse, sucederse unas a otras o ceñirse a momentos puntuales.
En ese contexto, señala Lobete, se encuadran este tipo de aportaciones «con un enfoque más pragmático» en lo que (como también venía sucediendo en la PAH, como pasó con las preferentes) lo práctico, lo real «prima» sobre lo ideológico: hay un objetivo concreto (parar un desahucio, recuperar el dinero, enviar material a Lesbos) que, aunque pueda ser manifestación de un problema político de fondo, mueve al militante por encima de la ideología.