El Banco Santander viene con ‘bicho’ (como se denomina en el ‘banco malo’ a los pisos que vienen con inquilinos): el fichaje de Belén Romana, la expresidenta de la SAREB, el banco malo, del que el Santander es el segundo principal accionista y del que ha recibido lotes de viviendas con ella al frente, en una evolución de la puerta giratoria que conduce de un banco a otro banco.

El Banco Santander ha perdido la batalla que más se esforzó en ganar en el pasado, la de los Valores, como precisamente denominó a un producto estrella que acabó quebrando la confianza de sus clientes históricos y que se publicitaba con una pegadiza sintonía que apelaba precisamente a los 150 años de historia de la entidad financiera nacida en Cantabria.

Pero esos Valores, una vez perdido el miedo al poder de este gigante de la banca, le están  deparando un rosario de sentencias judiciales en contra, en la misma estela que otros productos más conocidos del sistema financiero como las tan famosas como odiadas participaciones preferentes.

Santander era hoy más Botinburgo con nunca, al celebrarse en la ciudad con nombre de banco la Junta General de Accionistas del Banco que presiden los Botín, con su sucesora Ana Patricia I al frente.

Y aunque el principal titular que acaparará los titulares de los medios es de la leve mejoría de la economía y un mayor reparto de dividendos entre los accionistas, en la Junta los accionistas han ratificado el nombramiento como consejera independiente de Belén Romana.

Junta del Santander

LA EVOLUCIÓN DE LA PUERTA GIRATORIA: DE BANCO A BANCO

¿Qué quién es Belén Romana? Pues la que ha sido directora de la SAREB, el Banco Malo que concentró, por orden del rescate europeo que no tuvimos, los activos tóxicos de la banca (es decir, su elevada exposición al ladrillo que les hizo acumular inmuebles sin vender o sin pagar).

Belén Romana, expresidenta de la SAREB

Desde allí adjudicó a la inmobiliaria del Santander, que lleva el nombre de un referente cántabro -descubierta por un antepasado de los Botín- como Altamira, el segundo lote de activos más grande.

Al mes del concurso, Belén Romana dimitió del Banco Malo. Y a los once meses, en una innovadora evolución del término puerta giratoria (el Banco Malo no es una entidad pública, tiene una parte de financiación pública y sus efectos sí lo han sido) la contrata el Santander, en un fichaje que ha causado revuelo y malestar, hasta el punto deque se han dado  titulares como ‘el Santander rescata a Belén Romana’.

Es el mismo Banco Malo, que ha llegado a amenazar con desahucios o que en su lenguaje interno denomina a los inquilinos de promociones de su propiedad como ‘bichos’ (este piso viene con ‘bicho’, se dice por los pasillos).

Este paso del Banco Malo a un gran banco privado es posible porque ahora el 55% de la SAREB, del Banco Malo, es de capital privado.

El otro 45% es del FROB, el Fondo de Reestructuración Bancaria, público, creado para vehicular el rescate bancario.

Y el Banco Santander, es, de ese 55% de capital privado del Banco Malo, el que más tiene: un 17%, lo que le convierte en segundo accionista de la SAREB, por detrás del Estado, después de haber sido beneficiario de su mayor lote de viviendas.

Por eso, porque el Banco Malo vuelve a ser más privado que público, Belén Romana supera todas las incompatibilidades y puede ser fichada por el Santander, que tiene ahora dentro de sí la semilla del Banco Malo

LOS VALORES DEL SANTANDER

Al principio denunciar los Valores Santander, un producto financiero tóxico que lucía como ahorro pero que resultó dedicarse a inversiones que ocasionaron pérdidas a sus titulares, daba miedo.
Los primeros denunciantes se veían muy solos, con muy poco apoyo. Les costaba explicar en qué consistía un proyecto tan complejo en una entidad que presumía de valores.

Y eso cuando conseguían que algún medio de comunicación les sacaba, porque sólo había que darse un paseo por las páginas publicitarias de los principales diarios para que resultara sencilla la relación de esos espacios con los silencios informativos, todo a pesar de que las malas prácticas, como la alteración de fechas, hubiera quedado documentada, así como los avisos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

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El tesón de Antonio el del Ferrari, que superó la barrera mediática con acciones vistosas como el paseo por las calles con su coche como el de Fernando Alonso, y la lucha callada de otra gente, como ese matrimonio mayor cuyo hijo tuvo que convertirse en un experto financiero o los primeros abogados que se atrevieron a enfrentarse a la maquinaria jurídica del banco acabó dando resultados en forma de noticias y en forma de las primeras sentencias en contra.

Hoy, dos, tres años después, las sentencias son más frecuentes y se van acumulando: un vistazo rápido permite localizar varias en el primer trimestre del año, en Valencia o la propia Santander, en Navarra, por cifras que van desde los 20.000 hasta los más de 100.000 euros.

En las sentencias, que ya van llegando a instancias superiores como las Audiencias Provinciales, se va perfilando un patrón de reproches de la justicia a las prácticas financieras: un producto complejo que estaba diseñado para inversores con experiencia se ofrecía a personas que no la tenían, sin informarles adecuadamente de los detalles y sin requisitos que marca la normativa como un estudio previo de necesidades del usuario, que acaba convertido en accionista forzoso del Banco sin acceso libre a su dinero.