¿En serio?
Al cántabro Israel Ruiz Salmón, colaborador de EL FARADIO, le han detenido en Bruselas, donde vive, por ir a una manifestación contra el racismo.
Dándole la vuelta a ese «en contra» la protesta es en realidad un a favor, un acto en defensa de un colectivo, el inmigrante, que lo tiene peor de partida y que lo que menos necesita son nuevos problemas, que es lo que tienen a raíz de la facilona reacción islamófoba ante los atentados terroristas.
No le han detenido por violento, por robar, o insultar, que es algo que los que le conocen saben que no va en el ADN de Israel, que bien podría haber optado por relajarse y no hacer nada extra por el país del que se marchó (le marcharon) ni al que llegó, ni por otras personas que no fueran él.
Es lo que le movió, y mueve, a colaborar con EL FARADIO: salió de él, como forma de ayudar a un proyecto que creyó que merecía la pena.
Al abogado Javier Noriega le han querido destituir (se acabaron echando para atrás) de un trabajo bastante avanzado en el que se había esforzado mucho por conocer lo que sucedió en la compraventa del Racing, como avanzamos esta semana.
Si pegas a una pareja de chicos que se están besando mientras les llamas maricones no les estás ofendiendo ni tienes intenciones homófobas, es lo que piensa un juez de Torrelavega que se resiste a ser de los primeros que siente antecedentes sobre leyes aprobadas. Porque sí, si te expresas con normalidad, puede que recibas dos hostias: una la de la agresión (como ha sufrido la semana pasada un menor de edad), y después la de un juez. Y no se oirán mucho porque son de esas cosas que las tapa el silencio.
LA OTRA CRISIS, LA DE REFERENTES
Algo sucede, algo pasa, cuando el que denuncia adjudicaciones irregulares en una organización empresarial se pasa años en dique seco laboral mientras el presidente de la patronal al que se refiere asciende, directamente, a una organización que depende de la ONU.
Tenemos los referentes equivocados: si no sabes inglés acabaras de director de internacional y si cierras radios darás cursos sobre el futuro del periodismo. Si buscas cómo esquivar las leyes, cómo incumplirlas, te harán senador; si te condenan por inhabilitación el presidente irá a tu homenaje, y si te cargas un partido llegarás a presidir el parlamento o incluso el partido.
Nos gastamos millones en ayudar a las cajas de ahorro y no podemos protestar contra ellas cuando nos perjudican sin que nos multen, sin que cambien leyes para que protestar sea más difícil.
Se penaliza, o se intenta, al que protesta, al que se queja, (al que lo graba!) que es como mirar al dedo que señala la luna, por muy tópico que suene, que eso es lo peor, que nos obligan a usar topicazos.
Con los carnés de afiliación quemando en el bolsillo, desde los despachos y las nóminas del poder, por parte de aquellos que se juegan el mantenerse, tenemos que escuchar como se siembran sospechas sobre el que discrepa, sobre sus intereses, sobre para quién trabaja y sobre sus supuestos objetivos ocultos.
En el país de los doctores honoris causa y de los grandes empresarios que consiguen que para ellos todo sean adjudicaciones de obras inútiles y desiertas, cambios de leyes, normas y planes generales a medida. Y que encima consiguen pasar por víctimas. Ellos.
En la comunidad en la que se destrozó el litoral y se hace todo lo posible para no cumplir las sentencias; en esa Cantabria en la que se rescatan y rescatan empresas privadas con un dinero de todos que nunca llega donde tiene que llegar.
Y en la ciudad en la que los gobernantes ponen motes a los manifestantes que defienden sus casas, mientras se azuza a la sociedad civil controlada para que sincronice su agenda con la del poder ante una cosa que no se sabe si va a pasar y que desde luego no es ni el traslado de una fábrica ni un aumento brutal de impuestos.
Todo mientras se obvian las voces de empresarios, grandes y pequeños, que en otros lugares sentarían cátedra, que van de otros países a Marte y entre los que muchos han acabado tan hartos de desprecios y favoritismos que están a punto de desistir de mirar a su alrededor más cercano.
Se carga contra aquellos que lo único que hacen es gritar, porque hay delitos con los que no se suda que parece que duelen menos que otros. Tenedlo claro, a mucha gente no le importa la ley ni los delitos. Les importa el sujeto de la frase, quien los comete, y si es de los suyos o va contra los suyos.
Si protestas, si te parece que algo está mal, puedes ser un agitador, pero si eres de la rama menos mala, de la aceptable, ya hay hasta un mote despectivo-condescendiente: eres un buenista.
Porque sí, están tratando de convertir las buenas intenciones en acciones perjudiciales porque la crisis económica fue posible gracias a una crisis de valores. Y los efectos de ambas van a quedarse.
¿Han detenido a Israel? ¿Detuvieron a Marsupia? ¿Pero qué me estás contando?
Los comentarios de esta noticia está cerrados.