Abuelito dime tú (la gran parodia de Cantabria)
En pocas horas, y con el peor dato de paro de toda España, los dirigentes del Gobierno de Cantabria se han agarrado a una comunidad de película, por el estreno de Altamira el viernes, y por el rodaje de Heidi en los Picos de Europa.
Dos proyectos en los que el Gobierno prácticamente no ha puesto nada. Como mucho, y no es poco, les ha abierto la puerta y les ha dejado hacer.
Aún así, escuchamos exageraciones sobre la proyección exterior de estos dos rodajes, Altamira (con malas críticas, por cierto, en el plano cinematográfico) y Heidi.
La exageración, esa que en el pasado nos llevó a soñar con depender de la energía eólica, de los campos de golf, de los teleféricos y hasta de los drones, que forma parte también del discurso del Ayuntamiento de Santander, desde hace años.
Siempre con alguna apuesta que nos pone en el mapa, ese mapa en el que no existimos para los hombres del tiempo, que según Revilla no saben interpretar el efecto del viento sur y dan lluvia cuando hay tiempo seco.
Así, el Ayuntamiento vivió la primera legislatura de Iñigo de la Serna de la ilusión de la Capital Europea de la Cultura.
Como no pasamos el primer corte, el siguiente invento fue el de las ciudades inteligentes, un gran negocio para el tráfico de datos de las multinacionales y que si era poco comprensible para el ciudadano… ha llegado el punto en que el propio De la Serna ha dicho que las smart city no existen.
Al final de la segunda legislatura, abrazamos el Mundial de Vela, como si de un gran evento internacional se tratara, y le cedimos el mejor solar de la ciudad a la Fundación Botín para el Centro de las Artes. El Mundial generó pérdidas y acabó en los juzgados, y las obras del Centro Botín llevan años, repetimos, años de retraso.
Luego, el Ayuntamiento puso a competir al Archivo Lafuente con el Museo de Prehistoria, hasta el punto de que relegó al MUPAC al punto inicial, a no tener sede para la ampliación.
¿Por qué? Recordemos: porque De la Serna prefería un diálogo contemporáneo entre el Centro Botín y una subsede del Reina Sofía; porque defender la prehistoria era de provincianos.
Y anoche, en un coloquio con expertos en prehistoria y arqueología, el alcalde de Santander ha dicho, sin rubor alguno, que el MUPAC “es el proyecto principal que tiene en este momento la ciudad”.
Un MUPAC que incluye en el famoso Anillo Cultural, un proyecto que el Ayuntamiento ha sacado a concurso por segunda vez, y que a pesar de dar todas las facilidades para que se presentaran las empresa a gestionarlo… ha vuelto a quedar desierto.
El mensaje es claro, ninguna empresa privada quiere el Anillo Cultural. Y eso sólo puede ser que no le ven valor alguno a algo que, como intuíamos, no es más que otro slogan político.
Mientras lo fiamos todo a Heidi, a Antonio Banderas o al MUPAC, se nos pasa el tiempo y lo único que llega son los meses de verano con un alivio para la contratación que ya ni siquiera es suficiente en términos interanuales. Estamos en un mapa, sí, en el de los peores indicadores económicos de todo el país. Abuelito, dime tú.