Tejiendo redes «a contra piel»
-Durante estos días se están llevando a cabo acciones organizadas por diferentes organizaciones, plataformas y particulares. Todas ellas forman parte de un tejido social, siempre en construcción, que demuestra que algo late con fuerza bajo el asfalto de esta ciudad.-
“No hay democracia si no hay lucha contra un poder” escribe Alain Touraine en la difícil tarea de definir la Democracia.
Nada sospechoso de revolucionario, el autor plantea aproximarse al concepto no por oposición a la sociedad de masas, sino como un esfuerzo para ascender del consumo individual a elecciones sociales que cuestionen las relaciones de poder y sus principios éticos.
De esta forma una sociedad será más democrática en la medida que posea una sociedad civil activa, con un tejido social capaz de expresar las diferentes problemáticas existentes, que se sienta en la necesidad de visibilizarlas, de organizarse para buscar respuestas, para demandar soluciones democráticas. En definitiva, de mostrarse como un organismo vivo que reacciona. Un antídoto contra esa indolencia e indiferencia inoculadas día a día a golpe de teletienda y de pastillas para no soñar.
En esta sociedad globalizada el efecto mariposa está al alcance de un click; lo global y lo local se presentan como realidades cada vez más solapadas e interconectadas, cada persona-si quiere- puede seguir el trazo de sus decisiones desde el acto más cotidiano: la compra de una camiseta en una gran superficie comercial, porque no llegas a fin de mes y buscas lo más barato al alcance de tu estado del malestar, hasta la fábrica clandestina en la que mujeres y niños son explotados cosiéndola. No deja de ser el ejemplo más palpable de la esquizofrenia en la que nos vemos envueltos. Se da la paradoja de que el explotado participa de la gran cadena de explotación sin poder, prácticamente, evitarlo.
Contradicciones “sui generis” de un sistema donde la coherencia no siempre tiene que ser un valor añadido. Donde las contradicciones van en la piel de quien quiere cambiar el (des)orden de las cosas.
LLENOS DE CONTRADICCIONES
En un mundo en el que las redes sociales atrapan la propia Soledad, donde un hombre muere entre la basura sin que cientos de amigos de Facebook noten su ausencia más allá de un “me gusta” que no llega –las normas de Facebook no permiten un “me suicido”–.
En un mundo así, de modernidades líquidas hasta ahogarse en sus propias gárgaras, cuesta respirar. No somos conscientes hasta que paramos, por un momento, a tomar aliento y respirar. Miramos a nuestro alrededor, nos falta el aire. Cuesta respirar. Y lo pagamos.
Tal vez sea esta armadura invisible que llevamos puesta, la mayor parte del día, y que solo permite que se nos ponga «la piel de gallina” en momentos puntuales o televisivamente programados.
Ir un poco más allá de la lágrima programada es un reto, una urgencia si no queremos habitar un tejido social muerto y rodear nuestros cuerpos zombies con una democracia de serie B. -de Banco: “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”-. Zombies en instituciones zombies, dentro de una globalización, siguiendo al sociólogo alemán Ulrich Beck, ante cuyos desafíos solo podremos dar respuesta con un nuevo espíritu político.
ME PODRÍA PASAR A MÍ
La oportunidad de repensar oportunidades perdidas viene de la mano de la acción acompañada del pensamiento, o al revés. De construir espacios para la reflexión y la crítica social, espacios que saquen a la luz esas “arquitecturas invisibles” con las que tropieza nuestra conciencia, demasiadas veces ciega.
Espacios de denuncia, de encuentro; espacios para debatir los modos y formas de entender todas esas contradicciones tatuadas en nuestra piel. Espacios que muestren el mapa de la memoria, el trazo de ese efecto mariposa, el itinerario de la injusticia.
De esta forma se tejen redes a contra piel, aprendiendo a (des)aprender, equivocándose para avanzar, sin olvidar que el objetivo es tan cotidiano como lo puede ser mirarnos en el espejo del “podría pasarme a mí”: me podría pasar ser un emigrante, un refugiado, un perseguido por su condición ideológica, étnica, sexual, de género, religiosa, etc… o todas ellas a la vez, porque llevamos tantas pieles como tiriteras. Y tantas tiriteras como carreteras sin vuelta atrás, como lugares comunes que no nos llevan a ninguna parte.
Por eso, contra esas Tiriteras, tejemos redes para desnudarnos y avanzar contracorriente. Zurcidos aparentemente diferentes pero con la misma puntada. Zurcidos con puntada de GILDAS y sus jornadas en torno a las personas refugiadas y migrantes. Zurcidos con puntada de INTERPUEBLOS y sus jornadas sobre el pueblo palestino. Zurcidos con puntada de los amigos del Sáhara y su cuscús solidario por el pueblo saharaui. Zurcidos con puntada de LIBRES y VORÁGINE y sus jornadas sobre la necesidad de Procesos Constituyentes. Zurcidos con puntada de PLATAFORMA POR LO PÚBLICO Y SIN RECORTES y su marcha en bicicleta contra el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP), zurcidos con puntada de verS.O.S antifascistas o de verS.O.S por el eslabón más débil y vulnerable de todo conflicto, guerra, o drama humanitario: La Infancia. Zurcidos que cosen heridas, que deshacen nudos. Zurcidos que tejen redes a contra-piel.
Zurcidos con que abrigar esta despellejada Democracia.