Cantabria No Se Vende y el reto de la coordinación de los movimientos sociales
“Hay que coordinar todas las luchas sectoriales para construir un referente común, tenemos que remar todos en la misma dirección, en positivo”.
Diego San Gabriel, activista, lo tiene claro. Ese era el objetivo inicial de Cantabria No Se Vende (CNSV), concebido como movimiento de movimientos, del que ha sido uno de los impulsores.
Y que ahora trabaja en redefinirse, tras admitir que “no han logrado ese objetivo común de implicar a todos los movimientos de Cantabria en un referente común, ilusionante y diverso”.
Por este motivo, tras una serie de asambleas, han convocado Concejo General, un encuentro abierto a todo el que quiera acudir y aportar ideas a este proceso.
Será el sábado, a las 11, en el Espacio Argumosa de Torrelavega (un solar recuperado por distintos colectivos que organizan allí actividades).
EL DIAGNÓSTICO
¿Qué es lo que ha pasado?, le preguntábamos a Diego San Gabriel en BUENAS TARDES CANTABRIA.
“Ha habido fallos propios”, admitía, pero también añadía que existe un problema de “debilidad” en los movimientos sociales, por falta de gente y recursos, que provoca que colaborar en otro tipo de estructuras “les supone un sobreesfuerzo que les cuesta asumir”.
Y también hay un problema de una Cantabria “desmovilizada”, con “poca calidad democrática”, record en sanciones de la Ley Mordaza o en la que “las instituciones se creen que los espacios son suyos” y cuesta que se les cedan a colectivos o movimientos.
Se da un tejido asociativo “poco coordinado” en el que las luchas se hacen “más a la contra que para conseguir alternativas”, sin profundizar en las causas ni plantearse cosas en positivo.
“El fracaso de este modelo social es evidente. Exportamos mano de obra, los jóvenes emigran, e incluso nuestro modelo turístico es un sucedáneo: no podemos competir con el sol y la playa de Benidorm ni con las Ferias de Abril en Sevilla”, opina.
Otro factor ha sido el “haber confiado todo a la vía electoral”, a la “conquista de las instituciones”, necesaria, pero “no un fin en sí mismo”, y con un riesgo de “desmovilización”.
A su juicio, “los cambios no vienen del Parlamento de Cantabria, vienen de la calle y deben tener reflejo en las instituciones2, por lo que apela a un modelo “horizontal” y “de abajo a arriba”, señalando como ejemplo los avances en el mundo municipal.