El sueño de Europa
«Si esto es un hombre» titulaba Primo Levi su paso por Auschwitz en un relato en favor de la voluntad humana. Una voluntad capaz de sobreponerse al peor de los infiernos.¿Hasta qué punto se puede deshumanizar a alguien para no dejar nada más que un número tatuado en piel contra-hueso?. Y, sin embargo, seguirá latiendo con la fuerza y determinación de la memoria.
Este 5 de mayo se conmemoró, en el monumento de Maliaño a las victimas cántabras del nazismo, el 71 aniversario de la liberación del campo de concentración de Mauthasen al que un centenar de cántabros, junto con cerca de 12.000 españoles, fueron deportados durante la II Guerra Mundial.
Un monumento levantado contra el Olvido que aparece olvidado ante la mirada indiferente de una Modernidad sin pasado que levanta estatuas como si fueran maniquíes de un escaparate donde todo está en venta. Una pedagogía de la Indiferencia nace como tabula rasa sin pasado, frente a un futuro cada vez más incierto.
Auschwitz, Mauthausen, Bengerbelsen, lugares de memoria para una pedagogía antifascista, verdaderamente democrática, basada en los derechos humanos.
A su lado, cristales rotos, como reflejo del genocidio, son levantados en pueblos y ciudades en homenaje a quienes fueron y lograron volver para contarlo, para ser memoria viva de lo que nunca debería repetirse.
Lugares para no olvidar porque son ese pedazo de infierno hecho realidad en el corazón de una Europa víctima y verdugo de sí misma.
De una idea en busca de identidad, ejemplo de cómo la historia pone de manifiesto los peligros de la razón convertida en dogma, pero también de que no hay razón alguna que justifique la pérdida de una vida humana.
Es la educación de Auschwitz para Theodor Adorno (conferencia realizada por la radio de Hesse un 18 de Abril de 1966):
“La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentada (…) la barbarie persiste mientras perduren en lo esencial las condiciones que hicieron madurar esa recaída”
Recordaba Adorno Los cuarenta días de Musa Dagh, de Werfel cuando en la Primera Guerra Mundial el movimiento llamado de los Jóvenes Turcos, dirigido por Enver Bajá y Talaat Bajá, habían asesinado a más de un millón de armenios ante la mirada impasible de las autoridades alemanas. “El genocidio hunde sus raíces en esa resurrección del nacionalismo agresivo sobrevenida en muchos países desde fines del siglo diecinueve.”
Pero la vacuna se convierte en un placebo, sin efecto alguno, en el momento en que decidimos chutarnos sobredosis de Indiferencia convencidos de una superioridad moral que nos hace inmunes a ser los nuevos monstruos.
Para evitarlo “Debemos descubrir los mecanismos que vuelven a los hombres capaces de tales atrocidades, mostrárselos a ellos mismos y tratar de impedir que vuelvan a ser así” continuaba Adorno: “Esa insensibilidad es la que hay que combatir; es necesario disuadir a los hombres de golpear hacia el exterior sin reflexión sobre sí mismos.”
La crisis del ideal ilustrado nos mostró, desde un campo de concentración, cómo el sueño de la razón producía monstruos. Y por eso dejamos de creer en utopías y dogmas liberadores al tiempo que nos mirábamos en el espejo del campo de exterminio nazi, del Gulag o de Hiroshima.
Dispuestos a renunciar a cualquier proyecto emancipador basado en verdades absolutas, deambulamos con el peso de los ideales fracasados por un espacio Schengen reservado solo para mercancías o para personas convertidas en mercancías.
(Des) amparado por tratados de la vergüenza y por leyes escritas sobre un cheque al portador el “ciudadano” ve cómo poco a poco deja de serlo y con ello todo aquello que le daba derecho a ser humano. Mientras, aquí al lado, en Calais, desalojan con gases lacrimógenos otro campo de refugiados con “el himno de la alegría” sonando de fondo.
¿Dónde está la Libertad? Grita Amal (Esperanza, en árabe), enredada entre concertinas, cuando la detienen en el Tarahal ¿Dónde está la Igualdad? denuncia Jennifer obligada a prostituirse para pagar un billete de vuelta de todo. ¿Dónde está La Fraternidad? Exclama Fátima mientras es apaleada en las fronteras de Europa.
El sueño de Europa donde la ciudadanía se ha convertido en el privilegio de unos pocos, lejos ya de esa aspiración de universalidad que daba sentido a un ideal, se convierte en una pesadilla para refugiados, migrantes y excluidos de toda condición a la sombra del amanecer dorado de nuevos fascismos en forma de Austericidio o de Frentes Nacionales, como refundados nacionalismos agresivos que ofrecen respuestas para quienes solo manejan el vocabulario de un Miedo convertido en Odio.
Si la Ilustración era la superación de esa minoría de edad del “hombre” como principio emancipador ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! (¡Sapere Aude!), siguiendo la fórmula Kantiana, cuando esa misma razón reduce a los seres humanos a meros objetos de consumo desechables toda ética desaparece bajo nuevos números tatuados en piel contra hueso.
Y es, en ese preciso instante, cuando debemos darnos cuenta de que ya es hora de despertar.