SODERCAN pedirá prisión para el directivo que les desfalcó
SODERCAN pedirá penas de prisión para Jesús de las Cuevas, el exdirectivo de esta empresa pública de políticas industriales que desfalcó 667.370 euros (como él mismo ha admitido) valiéndose de una red de empresas pantalla con las que desviaba fondos europeos a proyectos empresariales.
El Consejo de Administración de esta sociedad pública se reunía este martes para decidir si se sumaba o no al acuerdo que De las Cuevas había alcanzado con la Fiscalía, un acuerdo que implicaba una reducción de las penas (pero con entrada igualmente en prisión, a tres años y nueve meses) a cambio de la devolución del dinero sin pasar por juicio.
Para que el acuerdo fuera válido era necesario que SODERCAN, que al ser parte perjudicada ejerce como acusación particular, se sumara a él. Al no hacerlo (decisión aprobada por unanimidad de sus miembros), el acuerdo no se cerrará y se irá a juicio.
Desde el sindicato Comisiones Obreras ya habían advertido de que el acuerdo se basaba en considerar como atenuantes (motivos para reducir la condena) dos circunstancias que en realidad no podían adoptarse: la confesión y la devolución del dinero.
Respecto a la confesión consideraban que, al contrario, el procesado había negado los hechos al ser descubierto (llegando a falsificar documentación para encubrirlos).
Y sobre la devolución del dinero, de la que había hecho un anticipo, matizaban que el adelanto no era tal, sino una cifra que le había embargado el juez.
De las Cuevas fue el negociador (un duro negociador) del Expediente de Regulación Empleo de la pasada legislatura, que justificó en la necesidad de ahorros económicos que ,finalmente, coincidieron con la cifra de dinero desfalcada.
El exdirectivo de la empresa pública SODERCAN Jesús de las Cuevas urdió una red de empresas pantalla y cuentas económicas en lugares como Chipre o Miami para desviar dinero de esta sociedad para él mismo, por un importe que alcanza los 667.370 euros.
De las Cuevas se encargaba de proyectos internacionales, en especial europeos, entre ellos el Smart City, y lo que hacía era firmar órdenes de pago ficticias en beneficio de empresas que en realidad había creado él o que estaban relacionadas con él, con cuentas bancarias en otros países (Chipre o Miami, por ejemplo).
Este dinero acababa desviado a su propia cuenta corriente o a la de su esposa, gracias a lo cual adquirió bienes como un chalé, dos motocicletas, un barco o dos coches de gama alta.