Otra partida de Risk: los ejércitos morados en Cantabria
Las elecciones generales se parecen bastante a una partida de Risk. Básicamente, un ciudadano español, vote por Soria, Lugo o Cantabria, tiene el muy limitado poder de reforzar los ejércitos azul, rojo, naranja o morado de cara a una nueva partida en el Congreso de los Diputados.
El mismo día que se constituyan las cortes nuestros representantes dejan de representar a su circunscripción, a los electores que les han votado, para ponerse al servicio del interés de su partido. Y así ocurre que votan a favor del fracking en Madrid mientras legislan en contra en Cantabria. O en contra de la financiación del Estado de Valdecilla, mientras desde Cantabria la piden.
Es así de poco anglosajón nuestro sistema político, válido también para el Senado, que debería ser más alemán pero sigue sin ser una cámara territorial.
Teniendo esto claro, muy presente, no se entiende muy bien la forma de gestionar la coalición de los ejércitos morados, Unidos Podemos, aquí en Cantabria.
Doctores tiene la iglesia y estrategas los partidos, pero si de reforzar los ejércitos morados se trataba, había algunas claves que debían haber tenido en cuenta para completar con éxito su misión.
LAS EXPECTATIVAS DE PARTIDA
El orden de expectativas de la coalición en Cantabria era, en este orden:
–Superar en votos al PSOE. Y el punto de partida, los resultados de las elecciones del 20 de diciembre, dan una suma de Podemos e Izquierda Unida se quedaba a unos pocos cientos de votos de los socialistas.
–Arrebatar el senador al PSOE. Ahí la suma de los candidatos más votados de Podemos e IU se quedaba un poco más lejos, a unos miles de votos del socialista Miguel Ángel González Vega.
–Conseguir el segundo diputado, para lo que hacía falta un efecto multiplicador de la suma, movilización casi total a la izquierda del PSOE, unido a una bajada de la participación en la que saliera mal parado Ciudadanos en Cantabria, por rechazo de su electorado al acuerdo de no investidura de Pedro Sánchez y a su papel de muleta del poder en Santander.
Para cualquiera de estos objetivos, Unidos Podemos necesitaba una gran movilización de su electorado, motivado por la ilusión de lograr nuevos representantes. Una apelación al voto útil, que podía haber funcionado.
Podría haber funcionado, si en el cartel hubieran puesto como candidatos a los miembros de la fuerza que se quiere sumar a los resultados del 20-D. La idea era convertir los 15.000 votos a IU en las últimas elecciones en unos pocos miles más.
Pero para eso, en buena lógica, los candidatos de IU debían ir en los puestos de salida de las listas: el número 1 al Senado y el número 2 al Congreso.
POCO ILUSIONANTE PARA IZQUIERDA UNIDA
¿Y qué han hecho? Pues el primer candidato de IU al Congreso, sin opción alguna de entrar, es el que fuera su cabeza de lista, Sergio Tamayo, en el número 4. Por delante suyo, dos representantes de Equo, que la última vez que se presentaron apenas lograron 1.500 votos. Demasiado premio; no parece lo más justo.
Y la número uno de IU al Senado, Mercedes Boix, que había superado los 17.000 votos en las últimas elecciones mejorando los resultados de su formación al Congreso, queda relegada al 2, por detrás de Kevin Botejara, que por el contrario empeoró los resultados de Podemos al Congreso el pasado 20-D.
Sorprende que el discurso del nuevo secretario general de Podemos, Julio Revuelta, parecía tener claras estas claves. Hablaba la semana pasada de efecto multiplicador de la coalición Podemos-IU, que se concretara en más votos que la simple suma de sus últimos resultados.
Y además se mostraba partidario de un buen acuerdo que allane el terreno a largo plazo, que permitiera trabajar a las dos formaciones de cara a las elecciones autonómicas de 2019.
¿Pero qué ha hecho su dirección? Pues esencialmente lo contrario. Mientras negociaba con IU las listas, hacía ofrecimientos en paralelo al exdiputado del PP, Jesús López-Medel, en pos de una transversalidad a la que de facto ha renunciado Podemos con el acuerdo estatal con IU.
Y la estocada para IU: Podemos le ha ofrecido al PRC una lista conjunta al Senado, en la línea de seguir conservando una porción del voto regionalista de Miguel Ángel Revilla, según avanzaba anoche eldiario.es en Cantabria.
¿VAS CON IU O VAS CON REVILLA?
En este punto, estrategas tienen los partidos, Podemos se enfrenta a un dilema en Cantabria. Debe entender que su cercanía al PRC es, sobre todo, la cercanía del mensaje de Revilla con el de Podemos y no tanto los gestos de la sucursal morada en Cantabria con el PRC.
Todo no puede ser. No se puede ir con IU y ser transversal. No se puede estar con IU y con el tripartidismo al que pertenece el PRC.
El alejamiento de Podemos del PRC será inevitable. El equilibrio que necesita el Gobierno PRC-PSOE en el Parlamento de Cantabria lo puede tener con los dos diputados de Ciudadanos. Y los mensajes de Revilla, que ha demostrado que es el más listo de la clase, tenderán a acercarse al líder nacional que más beneficios le aporte.
La consolidación de Podemos como un partido de izquierda, en unas elecciones polarizadas a la vieja usanza, prácticamente descartan una nueva foto desayunando sobaos con Pablo Iglesias en Peñaherbosa. Y en cualquier momento podemos sorprendernos abriendo el periódico con esa misma foto pero con Albert Rivera sentado con los regionalistas en el Angel de Peñaherbosa.
Aunque a Podemos le puede no ir demasiado mal si va trabajando ese alejamiento del PRC, más pensando en el regionalismo que quede después de Revilla.
Entonces los morados tendrán una oportunidad de crecimiento en el cantabrismo de izquierdas, que ahora sigue fiel al líder regionalista, pero que en su ausencia se sentirá tentado de dar el salto, de Amos de Escalante a la Plaza de las Cervezas.
Por todo esto, llama la atención el daño bastante gratuito que le ha hecho Podemos a IU en esta negociación. No ha ganado nada y ha perdido la fuerza movilizadora de Izquierda Unida, una federación que fue de las pocas de su partido que mejoró sus resultados el 20-D.
La pérdida de la oportunidad de generar una ilusión extra en el electorado de izquierdas cántabro compromete seriamente la consecución al menos dos de los tres objetivos: el senador y el segundo diputado. Y complica bastante el logro del primero de todos: el sorpasso al PSOE.
Y queda todo a expensas, como siempre, de la capacidad de ilusionar de los líderes madrileños, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, teniendo en cuenta que son elecciones generales y el ciudadano de Cantabria mira poco a sus candidatos. Recordaremos, una vez más, que en la actualidad Luis Bárcenas sigue siendo el senador más votado de la democracia por nuestra circunscripción.