La voz a ti debida

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Las sombras que forjamos en este inmenso lecho de distancias» es parte del poema “La voz a ti debida” de quien fuera el primer secretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y principal impulsor de la institución. Uno de los máximos exponentes de la generación del 27, el poeta Pedro Salinas.

“Las sombras que forjamos en este inmenso lecho de distancias»; palabras escritas en la medalla de Honor que la Universidad otorga desde 1983. Una medalla, obra del escultor Julio López Hernández, en la que aparece el rostro de una mujer con un libro de poesía en las manos y su reflejo que es devuelto por un espejo.

Hoy el rostro que refleja ese espejo es el del ex presidente Colombiano Álvaro Uribe. Y las palabras, la poesía, los versos de Pedro Salinas se convierten en reflejo de simetrías cambiantes donde las sombras no encuentran un cuerpo a quien acompañar.

Álvaro Uribe

Álvaro Uribe

Confundidas las palabras, por su reflejo, no se reconocen en el espejo. Frente a ellas, el rostro desfigurado de una poesía sin forma a la que le han arrebatado la imagen de sus palabras. Incapaces de reconocerse enmudecen, huérfanas, sin voz.

Y Las sombras que forjamos en este inmenso lecho de distancias  se nos hacen cercanas, inmediatas, recordándonos que no es tan larga la distancia. Nos advierten que esos lechos pueden ser las fosas comunes de la sinrazón.

Sombras de las víctimas, de los heridos, de los desaparecidos, de todas aquellas personas que forma parte de esa memoria de los ausentes. De quienes solo pueden ser recordados en silencio porque la palabra duele. De quienes son rezados en silencio porque la plegaria entierra. De quienes no tienen tumba, ni lápida donde llorarlos  porque la tierra mata. De quienes, como ellas, no se reconocen en el espejo.

Es la voz a ti debida. El compromiso con quienes no pudieron desatar ese nudo en la garganta. La denuncia a quien aprieta el nudo y lo hace corredizo para que nadie pregunte, para que no haya respuestas. Para la dictadura del Silencio cómplice del Olvido y la Barbarie. Porque las palabras transitan los itinerarios del Tiempo. Porque las palabras son reflejos de mirada. Porque quizás, como dijera Salinas en su conferencia de 1931 en el Wellesley College bajo el título: “El poeta y las fases de la realidad”: todo es potencialmente poético.

Por eso cada verso se convierte en pregunta y respuesta, en alegato de tantas lápidas sin nombre, de tantas vidas robadas. Y así, sus palabras, en mi boca, en tu boca, se rebelan. Y así, sus versos se convierten en la voz de los ausentes. Porque se lo debemos.

Viñeta del Paisá sobre la medalla

Viñeta del Paisá sobre la medalla

¿Las oyes cómo piden realidades? / ellas, desmelenadas, fieras, / ellas, las sombras que los dos forjamos / en este inmenso lecho de distancias? /Cansadas ya de infinidad, de tiempo / sin medida, de anónimo, heridas / por una gran nostalgia de materia, /piden límites, días, nombres. /No pueden/ vivir así ya más: están al borde / del morir de las sombras, que es la nada. /Acude, ven conmigo. / Tiende tus manos, tiendeles tu cuerpo. /Los dos les buscaremos/ un color, una fecha, un pecho, un sol. /Que descansen en ti, sé tú su carne. / Se calmará su enorme ansia errante, /mientras las estrechamos / ávidamente entre los cuerpos nuestros /donde encuentren su pasto y su reposo.

Se dormirán al fin en nuestro sueño /abrazado, abrazadas. Y así luego, / al separamos, al nutrirnos sólo / de sombras, entre lejos, / ellas / tendrán recuerdos ya, tendrán pasado / de carne y hueso, / el tiempo que vivieron en nosotros. /Y su afanoso sueño / de sombras, otra vez, será el retorno /a esta corporeidad mortal y rosa /donde el amor inventa su infinito.

¿Dónde está el sueño de las noches en vela? ¿Dónde está el cielo para quienes no saben rezar? ¿Dónde está el tiempo para escribirte una esquela? Si ellos no están…

Y una mujer, sentada en las escaleras del Palacio de la Magdalena, abre al azar un libro de poesía mientras mira el horizonte. La humedad de un cantábrico ataviado de los calores del verano. La brisa del viento sur revolviendo la comisura de sus labios. Una palabra asoma a su boca. Es la voz a ti debida de Pedro Salinas. La deuda con quienes son convertidos en sombra, con tantos nombres borrados de la memoria. Con quienes escribieron palabras para que la realidad cobrara sentido. Con quienes recitaron esos versos para descifrar el palimpsesto de la propia existencia.

Porque “junto a la poesía sobre el árbol o sobre el crepúsculo hay una poesía sobre la poesía, sobre el arte en sí mismo” que diría el poeta. Sobre la vida misma. “Porque la poesía opera sobre la realidad (…) porque nada está completo sin su sombra”. Porque ninguna sombra debería deambular sola señor Uribe.

Y así, cada acto de nombrar se convierte en poesía.  Nombrar a alguien así, utilizando los versos de Pedro Salinas,  es otro paso más para matar la poesía, la democracia, los derechos humanos. Es otro paso más para silenciar “La voz a ti debida”.

 

 

 

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