«Las mujeres cántabras son referente en la mano de obra de las anchoas»
Tras 120 años haciendo unas de las mejores anchoas del norte, la conservera de anchoas Sanfilippo ha decidido celebrar sus doce décadas de existencia con un nuevo producto, una nueva marca asociada a la original.
‘Il Nonno’ (El Abuelo) será una la cara moderna de la conservera, a través de la cual buscan diversificar un poco lo que ha sido el negocio tradicional de las anchoas desde que su bisabuelo viajara desde su Sicilia natal a Santoña.
«Estas anchoas seguirán siendo de calidad pero sobre todo abriremos la gama de producto a ventrescas de bonito y atún, sardinas ahumadas… Todos los productos que consideremos que tienen calidad para seguir en la marca», asegura Ignacio Sanfilippo, dueño de la conservera, cuarta generación de Anchoas Sanfilippo.
Todo lo inició su bisabuelo, quien llegó a Santoña en 1896 con el secreto del sobado de anchoas. Venía de un precioso pueblo de la costa siciliana, Porticello, donde aún queda parte de la familia con los que sus descendientes guardan relación.
Esta es la historia de una saga familiar emprendedora que transformó para siempre la villa marinera en Cantabria. Su abuelo siendo un niño de 11 años ya viajó a España para ayudar en la elaboración. Su padre le enseñó el oficio del salazón que más tarde él lo enseñaría a sus hijos y nietos.
Un trabajo al que el Sanfilippo original guardaba un gran respeto. «Él siempre estaba de corbata», dice su bisnieto. «Mira que el salazón es un proceso sucio, pero él tenía un gran respeto por este trabajo y por tratar bien a la materia prima ante todo».
Sanfilippo se muestra encantado con el nuevo libro que se está proyectando en Libros.com. ‘Sobadoras de anchoa. Historia de mujeres de Santoña’, es un proyecto de Santoñismo que busca poner en valor esta profesión tan tradicional como desconocida en su elaboración para el gran público.
Incluso hoy en día, con la amplitud de mercado, las conserveras siguen teniendo un gran peso en Santoña. Aproximadamente entre un 15 y un 20% de la población vive de la industria transformadora.
«Creo que ya era hora», cree él. «Normalmente quien más aporta siempre tarda en reconocerse. ¿Qué sería de toda la empresa del sector sin aquella mano de obra, que supo adaptarse rápidamente a este trabajo y que ahora son referente?».
Y es que confiesa que «hoy en día en Italia es difícil encontrar gente que lo haga bien, y las mujeres cántabras son referente en la mano de obra de las anchoas». Por ello confía en que «puedan seguir dándoles la importancia que tienen».