Valle de los lobos: Ankara

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||por MARIANO DE MIGUEL, historiador, experto en el mundo árabe||

Hace 10 años, el cine turco presentó el film de acción “Valle de los lobos: Irak”. Película polémica dado que el protagonista, Polat Alemdar -un “Rambo Otomano”-, usaba el factor de una vejación a soldados turcos en 2003 durante la invasión de Irak por parte de tropas estadounidenses, para llevar a cabo una vendetta contra los mismos, judíos y kurdos (los “enemigos” del integrismo turco).

Éxito de crítica, aplaudida por el entonces primer ministro Erdogan, y que llevó a rodar dos secuelas. Valle de los lobos – Palestina (en base al asalto de la flotilla de Gaza / Mavi Mármara) y Valle de los lobos – Karabaj (que gira en torno al conflicto entre Azerbaiyán y Armenia por el enclave de Alto Karabaj) .

Un hombre se tumba frente a un tanque. Foto: Reuters.

Un hombre se tumba frente a un tanque. Foto: Reuters.

Este viernes ha llegado una “secuela” dentro del propio país. El valle de los lobos llegó a Ankara e Istanbul. En forma de alzamiento armado por parte del ejército. Sin duda, las Fuerzas Armadas, sancionadas como garantes de la constitución, desde el año 1960, cuando un primer golpe depuso -y ejecutó- al primer ministro Adnan Menderes, llevaban esperando este momento desde 2007 cuando el primer político de mentalidad islamista (Abdullah Gul) llegaba a la jefatura de estado.

Ese mismo año, Recep Erdogan, revalidaba su mayoría absoluta y tras un viraje pro-europeísta, comenzó a aplicar el puño de hierro en el Kurdistán Iraquí, asaltar a periodistas disidentes e imponer un modelo de conservadurismo social que se inspiran sin duda en los Hermanos Musulmanes de Egipto, aplicado sobre el Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP en sus siglas en turco).

Y ya, finalmente desde los sucesos de 2013 en el Parque Gezi, junto al desmantelamiento de la supuesta red golpista “Ergenekon”, la ruptura entre el ejecutivo y las Fuerzas Armadas fue total.

Más aún, al ascender a la jefatura de estado Erdogan, el cual se supone que es un cargo meramente ceremonial, optó por intentar enmendar la Carta Magna para darse poderes ejecutivos. El nuevo gabinete de Ahmet Davutoglu que no ha durado ni dos años, desde un principio (agosto de 2014) se enfrentó a varias crisis además del divorcio con el alto mando castrense:

El auge del DAESH en Siria e Irak, la insurgencia kurda en el Este del país, la desaceleración económica, casos de corrupción que afectaban de lleno a varios diputados y por último los más de 28 atentados en 2015-2016, principalmente cometidos por grupos vinculados a terroristas procedentes de Siria (Frente Al Nusra o DAESH) y, supuestamente, células “rebeldes” del PKK kurdo, que dieron pie a que el AKP en junio de 2015 perdiese su mayoría absoluta por primera vez en 12 años, para ante la incapacidad de formar gobierno estable, se optase por elecciones anticipadas y el partido recuperase la mayoría pero no la suficiente para un cambio constitucional.

Turquía se enfrenta a una desaceleración económica grave, que ha dado pie a un dolarización por lo puerta trasera de su economía, debido a un repunte de la hiperinflación no vista desde hace dos décadas, junto a unos choques étnicos no vistos desde el golpe de los bajás de 1980. El último golpe palaciego (denominado el “golpe postmoderno”) data de 1997, e hizo caer al gobierno del islamista Necmetin Erbakan.

Por similitudes se habla de un alzamiento como el de Antonio Tejero el 23 de Febrero de 1981. Pero las primeras informaciones, que hablan de muertos aplican una similitud con el golpe de Abdel Fatah Al Sisi en Egipto en 2013, o el de Augusto Pinochet en Chile en 1973.

Hay varias Turquías, a pesar de que nos muestren sólo una: La conservadora-islamista, la de extrema derecha vinculada a las Fuerzas Armadas inmovilistas, una cada vez más minoritaria -basada en los principios kemalistas de laicidad-, la más rigorista financiada por las monarquías petroleras del Golfo y una última tan oscura que, poco o nada se sabe de ella.

Queda claro que la Sublime Puerta ya no estará en la órbita de la UE, menos aún será el faro democratizador de las antiguas posesiones otomanas en el mundo árabe, o una potencia económica emergente. ¿Descenso al caos? Es posible. Pero ante todo deberíamos preguntarnos…¿seguirá el obsceno acuerdo del cupo de refugiados y devoluciones “en caliente” de la UE con Ankara? ¿A que se debe el silencio de Bruselas y Washington?. ¿Será Erdogan y su giro autocrático sacrificado por los poderes supranacionales en aras del interés y seguridad global? Pase lo que pase… nadie gana… todos pierden.

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