Los amigos de Eulalio Ferrer repasan su legado en un libro
Fue un gran publicista, con reconocimiento internacional; un apasionado del Quijote, un cántabro comprometido y exiliado en México tras la Guerra Civil, internado en un campo de refugiados en Francia.
Pero Eulalio Ferrer, el nombre que llevan cátedras de comunicación, premios internacionales y hogares del jubilado, incluso una calle en Santander que sustituyó simbólicamente a la calle Falange Española, sigue siendo más desconocido de lo que debiera según la dimensión de su vida y obra.
Todas esas facetas, la personal, la cultural, la política, la profesional y la vital, la revien ahora quienes mejor le conocieron en vida, sus amigos o las personas que en algún momento se cruzaron con él.
La Universidad de Cantabria acaba de publicar la edición de un libro-homenaje a Eulalio Ferrer, coordinado por el profesor Jorge de Hoyos, en cuyo contenido se recogen colaboraciones de diversas personas que conocieron al comunicólogo santanderino.
Su título es ‘Eulalio Ferrer. Recuerdos e historias’, y en él escriben figuras como el historiador y escritor José Ramón Saiz Viadero (una referencia en lo relacionado con historia e historias de Santander, entre otros), Gutiérrez Morlote, Pérez Monfort, Galindo Cáceres, Ramírez Nieto o Cardona Stoffregen, entre otros.
Estos amigos suyos abordarán cuestiones como sus inquietudes periodísticas de niño, la experiencia del exilio (tanto suya como de otros cántabros), su obra como experto en comunicación, el Museo del Quijote que levantó en México (fue un gran coleccionista de objetos en torno a la obra de Cervantes, que conoció en el campo de internamiento en Francia, Ferrer es el donante de la estatua del Quijote que hay en la segunda playa de El Sardinero) o sobre su archivo y otros textos.
Todo en un libro que, sin quererlo (o sí) ha cumplido, póstumamente, una de las funciones que más valoraba Eulalio Ferrer del mundo de la comunicación, la de relacionar a gente entre sí.
Y todavía queda mucho legado de Ferrer por recuperar: desde sus memorias (escritas en realidad por Sáiz Viadero, adoptando su punto de vista) hasta sus diarios, perdidos entre las cajas y baúles aún no abierto.