El MUPAC da un paso al frente
Habemus sede para el MVPAC, al lado del Palacio de Festivales. La hemos encontrado tras meses de un debate promovido por las instituciones, las mismas que pasaron décadas sin darle una sede digna, las mismas que impidieron dotarle de la sede que estaba a punto de tener y de la que ya había trámites formalizados, las mismas que alimentaron el debate sobre su posible cambio de ubicación y las que excitaron viejas fobias y desencuentros localistas.
Es hora de hacer algunas consideraciones, de las buenas y las malas:
-El emplazamiento es toda una declaración de intenciones. Frente al mar, en una zona privilegiada de la ciudad.
-El hecho de que sea un edificio nuevo también revela el deseo de darle prioridad y protagonismo, que es lo que quería su director, Roberto Ontañón.
-Esa ubicación abre la oportunidad de crear un eje cultural en la zona de San Martín, al lado del Palacio de Festivales y, sobre todo, muy cerca del Museo Marítimo. El mar y la arqueología, Cantabria concentra en la misma zona sus principales señas de identidad históricas
-Pero además, si miramos más allá de San Martín, el Frente Marítimo, la línea frente al mar de Santander, consigue una unidad en torno a la cultura, desde la Biblioteca de Castilla-Hermida hasta el Museo Marítimo, pasando, algún día, por el Centro Botín, hasta llegar al Palacio de Festivales y el futuro MVPAC. En El Diario Montañés, que es quien ha avanzado la noticia, ya apuntan el uso de la expresión Frente Cultural.
-Por un lado, se pone en valor la aportación de la cultura a la identidad de una ciudad, a su construcción física y a otros atributos más tangibles: visitantes e ingresos de gente que haga algo más aparte de ir a la playa y a un bar.
-Y por otro se reconcilia a Santander con un mar al que ha dado la espalda demasiado tiempo la ciudad que se ha caracterizado por ir llevando, de Tetuán al Pesquero y Raos (directamente, otra ciudad), cada vez más lejos a su herencia marinera y portuaria.
-Todo esto debería servir al Ayuntamiento de Santander para una cura de humildad: los principales hitos de ese Frente Cultural no son iniciativa ni inversión municipal. La Biblioteca autonómica, el Museo Marítimo y el Mvpac, autonómicos, el Centro Botín privado, el Archivo Lafuente, de todo: un edificio estatal que pasó a propiedad autonómica para instalar una colección privada.
La propia Fundación Santander Creativa que apoya iniciativas culturales en la ciudad es un mix de Gobierno, Ayuntamiento y sector privado, ligado al Banco Santander. Y esa mayoría de agentes culturales que le han dado un empujoncillo a la agenda de ocio es eminentemente privada, sea empresas o asociaciones, mientras el Ayuntamiento se dedica a polemizar con la entidad que gestiona el legado del que se supone el mayor referente local, Marcelino Menéndez Pelayo.
-En cualquier caso, todo denota una tremenda improvisación: no hace ni dos años que el área de San Martín se reordenó (la duna, una nueva área ajardinada…) aprovechando el Mundial de Vela.
-Es más, es que en cualquier caso, hay convocado un concurso internacional de ideas para el desarrollo del Frente Marítimo en el que no había espacio para esta recién parida idea.
-La solución supone un evidente gasto público: 7 millones de euros en un momento en el que se avecinan restricciones presupuestarias desde Europa y el Gobierno central, sin saber si se han apurado y calculado otras opciones de reformar edificios o instalaciones ya existentes. Podría, por ejemplo, haber sido una ocasión para rehabilitar el Convento de la Santa Cruz, en la calle Alta (la opción que prefería el alcalde de Santander para ubicar el MVPAC) o para poner en valor el Banco de España, que iba a ser su sede formal hasta que se tuvo la idea del Archivo Lafuente. Incluso se podía haber pensado en aprovechar el amplio espacio de la Biblioteca Central.
-Y luego hay daños colaterales: este nuevo edificio supone acabar con una de las pocas zonas libres para aparcar en Santander, más en esa zona. Se habla de un proyecto de aparcamiento subterráneo allí. Aparcar y gratis es una combinación que suena extraña por estos lares.
La Consejería de Cultura levantará un museo sobre el patrimonio arqueológico en la misma zona en la que hay un yacimiento que aún no se ha empezado a buscar
-Desde luego va a haber muchos beneficiarios privados de este proyecto: no sólo la empresa que lo construya y la que se encargue de levantar (y explotar) el aparcamiento, o los responsables del Archivo Lafuente, que mantienen una sede emblemática propiedad pública y reformada con dinero público para su colección privada que, es evidente, no atraerá masas de turistas.
Es que el MVPAC contribuirá a poner en valor, más, San Martín, una zona que ya sumó nuevo valor en el Mundial, y que ya tenía valor de por sí al ser primera línea de mar. No en vano, es donde un grupo como SADISA acumuló propiedades y suscribió un convenio urbanístico (de tramitación exprés) después de haber sugerido, por cierto, mejoras que revalorizaron la zona.
-Se da, además una paradoja: el desarrollo de esa zona, con un plazo fijado para culminar, está paralizado porque hay un yacimiento arqueológico del que existe constancia documental en trabajos de historiadores cántabros pero al que se le ha perdido la pista. Es decir, se sabe que estaba ahí pero no donde está. Y saberlo depende de la Consejería de Cultura, que tiene competencias en arqueología y que debe hacer catas antes de que comienzan derribos y construcciones en San Martín. Así es, paradójicamente: la Consejería de Cultura levantará un museo sobre el patrimonio arqueológico en la misma zona en la que hay un yacimiento que aún no se ha empezado a buscar.
El proyecto, ambicioso, cae en dos vicios importantes:
-Vincular en exceso la política cultural a un edificio (Centro Botín, Archivo Lafuente). El FIS que todavía se recuerda con nostalgia se hacía en una plaza habilitada temporalmente y se recuerda por la programación. Y Sol Cultural o La Llave Azul no han necesitado un gran edificio para desarrollar su modelo cultural.
-El centralismo: no ha sido Santillana, donde está Altamira, ni Puente Viesgo, con sus propias cuevas. Ha sido Santander, la capital. El discurso sobre la concentración para facilitar acceso no se sostiene en una comunidad autónoma reducida en la que los turistas visitan en la misma semana Liebana o Fuente Dé, Santillana, Comillas y San Vicente, Cabárceno o Laredo y Castro, y en una ciudad que ha querido para sí una sede del Reina Sofía (una descentralización evidente respecto a la capital de España).
Y crea una serie de oportunidades importantes para el futuro:
-la oportunidad desde el punto de vista urbanístico de buscar una fórmula que conecte el desnivel entre Reina Victoria y Gamazo. ¿Os imagináis que el techo del Museo fuera una gran plaza en la parte de arriba, hacia Reina Victoria? Hay fórmulas para ganar nuevos espacios públicos, crecer y unir ciudad. Es algo que se debería encomendar a profesionales del sector.
-Pero el principal reto es que costará mucho superar el bochorno de toda esta gestión: hemos visto que mientras Cantabria presume de ser cuna de patrimonio arqueológico, el museo que concentra unos fondos de los que poca novedad más se espera ha pasado por anexos, sótanos, cajas y despieces, sedes que se desplazaban, proyectos de sedes que no eran de nadie, pancartas reivindicativas de activistas (sic) anónimos como Gorgorito Martínez y hasta pinchos hosteleros de protesta.
Ese desprecio a la cultura, esa forma de gestionar las instituciones desde el conflicto y la improvisación sí que deberían ser piezas de museo.