Sin cooperación no hay cooperantes

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El 8 de Septiembre se conmemora el Día Internacional del Cooperante. Es una fecha que cuando se estableció, en 2006, buscaba promover un reconocimiento público a las personas que trabajan en primera línea de la lucha contra las causas de la pobreza y de tantas injusticias que nos rodean, aunque muchas sean invisibles para la mayoría.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (la AECID, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, principal organismo de gestión de la cooperación estatal) sigue hoy recordando esta fecha aunque sea meramente con la publicación de una infografía que muestra los datos acerca de las personas cooperantes que han resistido pírricamente a los brutales recortes que todos los gobiernos de nuestro país, y a todos los niveles (salvo contadas y honrosas excepciones) han llevado a cabo con la consabida excusa de la crisis. Un 80% se ha reducido la cooperación española, nada menos.

Y es que el sentido de esta efeméride ha evolucionado de tal modo, en mi opinión, que refleja bastante bien la tendencia de la cooperación española (y cántabra) en los últimos años, tendencia que a su vez nos sirve como termómetro de la solidaridad y el compromiso de lucha contra la pobreza de nuestras instituciones. El resultado ya hace tiempo que pasó de desalentador a indignante.

Empecemos por analizar un poco los datos que hoy nos ofrece la AECID. Dice esta agencia ministerial que hay 2.842 cooperantes españoles. ¿No está mal la cifra, no, de qué nos quejamos?. Bueno, el problema viene cuando se analizan los números más allá del titular. Así, nos encontramos con que dentro de esa cifra el 37% (la mayor parte, 1.052) son religiosos y religiosas, cuya principal labor no necesariamente es la cooperación al desarrollo, o no lo hacen integrados en estrategias de desarrollo sostenible. Ya sólo nos quedarían 1.790 personas. Pero es que de estas, 310 trabajan en organismos internacionales (y créanme, aunque hay de todo como en botica esto no quiere decir que todos sean cooperantes) y 211 lo hacen en la propia AECID.

Así, desgranando los gráficos de colorines, nos salen 767 personas trabajando en proyectos de cooperación y ayuda humanitaria a través de ONG. No piensen que como es mi sector yo sólo considero cooperante a quien forma parte de una organización como la mía (esto daría para un debate), pero la realidad es que cuando nuestra sociedad piensa en una imagen de cooperante, esa fotografía es la que le viene a la cabeza. Y suponen sólo el 27% de esa cifra que es el titular oficial. Estadísticamente 15 de esas personas seríamos de Cantabria, por cierto.

El Día del Cooperante se ha convertido por nuestra parte en una reivindicación de la importancia del trabajo que se realiza, pero también en una firme denuncia del despiadado ataque que esta política ha sufrido desde hace unos años, especialmente desde la llegada del Partido Popular al poder en la mayoría de las instituciones de nuestro país (nuevamente, con algunas, pocas, excepciones). España ha pasado de un 0,46% de su riqueza invertida en lucha contra la pobreza en 2009 a sólo un 0,13% en 2015, frente a la media de los países de la Unión Europea, que es del 0,47%. Grecia, Irlanda, Portugal, Italia… hacen un esfuerzo mayor. Eso sí, ¿adivinan cual fue el eje central, el punto fuerte de la campaña del gobierno del Sr. Rajoy para hacerse con un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas? Pues sí, la cooperación al desarrollo española, la que habían recortado hasta un 90%.

EN CANTABRIA

En Cantabria la situación es bastante parecida. Pasamos de un compromiso por la cooperación y la solidaridad que se puso en marcha en 2003 con la Dirección General de José Félix García Calleja, que nueve años tras su muerte sigue siendo muy recordado y hay unanimidad en hacerlo con mucho respeto (con el mérito que eso tiene), a una total demolición durante la legislatura 2011-2015. No es una opinión, es un hecho objetivo: de un 0,08% del presupuesto en 2010 (3,4€ por ciudadano) a un 0,01% en 2014 (0,4€ por ciudadano) y cero euros destinados a proyectos de cooperación o de ayuda humanitaria realizados por las ONG. Sólo nos ganaban Murcia y Baleares, con un cero redondo en el presupuesto, mientras que nuestros vecinos de Euskadi destinaban 17,8€ por habitante.

La realidad es que en Cantabria sólo hay cuatro municipios de los 102 existentes en nuestra región que tienen una convocatoria pública de proyectos de cooperación: Astillero, Reinosa, Santander y Torrelavega. Y con recortes, claro.

Si hablamos del Gobierno autonómico, la última vez fue en 2010. Ahora bien, no es menos cierto que el nuevo ejecutivo PRC-PSOE ha retomado el diálogo con el sector, y que existe un compromiso claro de recuperar esta política pública. Pero se debe recuperar también su dotación presupuestaria para que realmente tenga un impacto, como se reflejaba en el documento de compromisos que los partidos políticos que ahora mismo tienen representación parlamentaria (salvo dos, y uno de ellos manifestó que fue por falta de tiempo) firmaron en 2015.

Como organizaciones sociales que somos, las ONG de Cantabria no debemos centrarnos únicamente en reivindicar los recortes en las políticas de cooperación. Como hemos hecho muchas en los últimos años, nos ponemos del lado de quienes luchan contra la injusticia en todas sus manifestaciones, contra los recortes en derechos laborales, políticos, ciudadanos, en educación y sanidad públicas, en dependencia… Nuestro compromiso, nuestra solidaridad con las sociedades de los países en los que trabajamos no puede sino ser un reflejo de nuestro compromiso con nuestra propia sociedad.

Pero hoy es nuestro día, ¿no?. Y sin cooperación no hay cooperantes. Permítannos entonces reivindicar por un lado la fantástico labor de quienes son la punta de lanza de nuestro trabajo, nuestros mejores embajadores y diplomáticos, que hacen que en muchos sitios se nos considere un país amigo. Que además lo llevan a cabo en muchos casos con unos salarios y unas condiciones laborales nada boyantes, no se vayan a pensar, que la reforma laboral toca todos los ámbitos… Y por otro, seguir reivindicando, como cada día, las políticas públicas que hacen que nuestra solidaridad viaje con ellos.

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