“Las noches que no he dormido por GFB las van a empezar a no dormir los demás”
Es el relato de los trabajadores de Ecomasa, el mismo que explica que renunciaron a sus indemnizaciones de despido en Teka para seguir trabajando, el que denuncia que nunca existieron los cursos de formación que facturaron los empresarios del proyecto fallido y el que carga contra la irresponsabilidad del Gobierno del PP por abandonar los dos asientos en el consejo de administración de la empresa, en el año 2014, con la justificación de que no hacía falta porque la empresa iba muy bien, aunque los representantes de los trabajadores lo que demandaban era una vigilancia estrecha del dinero del Ejecutivo en la gestión de Lavín y De León. Todo esto lo cuentan los trabajadores de Nestor Martin.
Y también narran su primera reunión con el actual consejero delegado de SODERCAN, en un contexto de esperanza para ellos, porque se produce después de las elecciones autonómicas de mayo de 2015, con el resultado de un cambio de Gobierno, y con el antecedente, días antes, de las promesas del presidente Revilla de que iba a solucionar la papeleta de Nestor Martin. Elecciones. Promesas.
Por eso tienen grabado a fuego el recuerdo de las palabras de Salvador Blanco, tras la primera reunión con los trabajadores en la sede del PCTCAN. “Las noches que no he dormido por GFB las van a empezar a no dormir los demás”, les espetó. Y entonces ellos supieron que el Gobierno PRC-PSOE iba a liquidar la fábrica.
Es su relato, el de los trabajadores, en la Comisión de Investigación de Ecomasa en el Parlamento de Cantabria. Lo que no terminan de comprender, y aquí citan al número dos de Blanco en SODERCAN, a Victor Gijón, es cómo el Gobierno destinó 3 millones de euros a ECOMASA para un plan de viabilidad y cómo pudo esfumarse el dinero dejándoles a ellos sin indemnizaciones. Y cómo no hicieron un ERE a los 88 trabajadores, en lugar de dos distanciados por seis meses en los que la fábrica no dejó de chorrear pérdidas (y una consultora vasca cobrando puntualmente sus facturas por no dar viabilidad).
A esto, según su relato, hay que añadir la hostilidad de Salvador Blanco, que les dijo que iba a tirar sus Curriculum Vitae a la basura, en el sentido de que perdieran la esperanza de ser recolocados en otro proyecto empresarial de los muchos que sustenta con dinero público SODERCAN.
¿Por qué? Como represalia a que los trabajadores ven responsabilidad en SODERCAN, en esa fase de liquidación, en la que se esfumó más dinero público para pagar a ejecutivos mientras la fábrica seguía perdiendo dinero y dejaron a los trabajadores sin percibir indemnizaciones, que ahora dependen del FOGASA.
A la SODERCAN de Blanco y Gijón no le gusta que los trabajadores reclamen ese dinero a la empresa pública en el procedimiento judicial por lo laboral, por sus despidos.
Y a los trabajadores no les gusta que SODERCAN se defienda en ese procedimiento apuntando a los empresarios que llegaron de la mano del expresidente de Cantabria, Ignacio Diego, pero después no termine de colaborar en la querella contra Andrés de León y Jesús Lavín, con la segunda parte del informe de Ernst & Young que ha pedido la jueza Mercedes Compostizo.
El primero, el que sirvió al Gobierno para montar el numerito de la Fiscalía, cuando el asunto ya estaba judicializado, costó 200.000 euros a las arcas públicas. Una ampliación del mismo serviría para depurar las responsabilidades donde debe, en lo penal, en la instrucción de la querella en el juzgado número cinco de Santander.
Pero a ese precio, evidentemente, no se lo pueden permitir los trabajadores; sí SODERCAN. Y por eso denuncian que Salvador Blanco y Victor Gijón, la empresa pública, no colaboran. O lo que es lo mismo se lavan las manos en el procedimiento laboral y encubren en el penal.
En cualquier caso, si había alguien que tenía que pasar noches sin dormir por Ecomasa, como se supone que las pasó Salvador Blanco por GFB, igual debería haber calibrado el consejero delegado que ese desvelo no le correspondía precisamente a los trabajadores. En un mundo donde, por sistema, terminan durmiendo a pierna suelta los (ir)responsables y luciendo ojeras las víctimas.